Capítulo 25: "¡Soy libre!"

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-¡Soy libre!- grito y me río en lo que podría ser una risa de loco, pero no me importa. Me encanta éste nuevo sentimiento.

Empiezo a caminar hacia el pueblo sintiéndome la persona más feliz del mundo. Casi podía oír música en el aire y tenía unas ganas inmensas de bailar. En realidad, parece que los animales bailan conmigo.

-Hola libélulas... hola pajaritos... hola avejitas... hola  lobito-Tardo unos segundos en recordar que los lobos ya no sienten ningún respeto por mí y empiezo a correr. Escalo un árbol y el lobo salta para alcanzarme. Me rasguña el tobillo antes de que una flecha atraviese su pata y tenga que salir huyendo.

-¿Está bien?- me pregunta un chico mientras se acerca.

-Sí. Gracias.-

-¿Naila?- busco su rostro, sorprendida.

-¿Darío?- noto que reprime una sonrisa y se aclara la voz para sonar serio.

-Creí que te habías ido para siempre-

-Fue un siempre muy pequeño-

Sonríe y se apresura a ayudarme a bajar.

-Eres buena para meterte en problemas, ¿verdad?-

-Sólo si es con lobos- se ríe- Y qué... has hecho todo este tiempo- digo con temor a la respuesta.

-No me casé, si a eso te refieres- Me siento aliviada, lo admito.

-¿Tu mamá lo aceptó?-

-No le pregunté. Me fui a vivir a la vieja casa. Mi felicidad no debe depender de la felicidad de otros.-

-Ni la mía- se detiene para mirarme- Renuncié a mi magia, Darío-

-Eso quiere decir que...-

-Puedo quedarme y tener una familia normal con una vida normal-

-Wow, debió ser una difícil decisión.-

-Era lo que yo quería.-

-Estoy orgulloso de ti.-

Le sonrío y me sonríe.

-¿Y qué harás?- me pregunta.

-Bueno... hay un chico.-

-¿Un chico?-

-Sí. Casi me cruza con una flecha, pero lo perdoné- Sonríe.  

-Debe ser muy guapo-

-Lo es- sigo caminando- Pero no sé si le pasa lo mismo-

-Créeme- me detiene tomándome de la cintura- lo siente.

Me besa... lo beso... nos besamos. Me doy cuenta de que hay otro tipo de magia; esa que sólo la produce un sentimiento y una persona. Que te hace sentir que vuelas aunque sientas el suelo bajo tus pies. 

Nos encontramos tantas veces que, al final me di cuenta de que no nos quedaba de otra mas que estar juntos. 

Y así lo hicimos porque así lo decidimos porque eso era lo que queríamos. Al final Darío tenía razón en eso de buscar la felicidad propia antes que la de los demás, aunque suene un poco egoísta. Pero, pensándolo bien, ¿qué tal si es nuestra única oportunidad para ser felices?

Y con este nuevo pensamiento busqué el feliz para siempre de una manera que ninguna hada madrina había hecho nunca, pero esto traería consecuencias, como siempre.

La vida secreta de un hada madrinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora