Prólogo

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A pesar de todo lo que le había sucedido en tan poco tiempo, la vida de Marty había regresado a una relativa calma. Cuando el quinto semestre empezó, se armó de valor para decirles a sus padres que le gustaban los hombres y, aunque al principio ninguno de los dos supo cómo tomarlo, aceptaron la decisión de su hijo; solo le advirtieron que debía cuidarse y él les dio su palabra de que lo haría.

Al volver a la escuela, el pelinegro se enfocó en sus estudios, su trabajo y sus dos únicos amigos. Con respecto a Andrés y Mauricio, no volvió a verlos, pues no lo buscaron después de su encuentro con Oscar, cuando pensaron que eran pareja; por eso, su vida había vuelto a ser tranquila y, podía decirse, feliz.

Ya habían pasado las fiestas de octubre, estaban a mediados de noviembre, y el pelinegro tenía unos trabajos escolares que finalizar, antes de ir a su empleo de tiempo parcial, en la cafetería de Lizy. Ahora tenía más carga de trabajo, porque la rubia quería ampliar su negocio, haciéndolo una pastelería de repostería fina, por lo tanto, había conseguido rentar el local al lado de la cafetería, para las nuevas instalaciones; ya solo faltaban unos pequeños detalles y estaría lista. Aunado a eso, con los nuevos estudiantes que entraron a la universidad, la cafetería se llenaba de clientes; aunque las propinas para Marty habían aumentado considerablemente.


* * *


-¿Te quedarás en la biblioteca? – Ramón lo miró con desagrado – como te gusta aburrirte, hermano, no tenemos clases, es fin de semana y prefieres ir a encerrarte ahí, en vez de divertirte.

-De acuerdo, soy un aburrido, pero al menos no estoy a punto de 'tronar' dos materias y ya falta poco por terminar el semestre – dijo el pelinegro acomodando sus lentes.

-Me recuperaré en los extraordinarios – sonrió con suficiencia el castaño – por cierto, ¿cómo está tu jefa?

-Mi mamá está bien, aunque creo que está teniendo migrañas de nuevo y...

-No, no tu mamá, me refiero a tu jefa del café – se mordió el labio – está bien 'buena' – su tono era lascivo y vulgar – yo si me la tiraba, ahí mismo en su café, no me importa...

-Sí, no eres el único – Marty sonrió – Irving también anda 'cacheteando las banquetas' por ella, y todos los días me pregunta lo mismo que tú.

-Él no tendría oportunidad, Lizy es mucha mujer para él – aseguró su amigo, aprovechándose que Irving no los acompañaba, porque se había retirado después de que los tres habían desayunado en la cafetería.

-Claro, pero te recuerdo que ella tampoco está a tu alcance, mientras ella está en las ligas mayores, tú no has entrado ni a las infantiles – se burló el de lentes.

-¡No te pases Marty! – entrecerró los ojos – o qué, ¿me vas a decir que te gusta a ti también?

-No, ya sabes que no es mi tipo – confirmó el otro – pero a Lizy la quiero y respeto...

-Sí, lo sé y te creo – la voz de Ramón sonó divertida, él, así como Irving, ya sabían de los gustos de su amigo, pero había respeto entre los tres y lo apoyaban en su totalidad – bueno, nos vemos mañana – le palmeó el hombro – y trata de no quemarte las pestañas, ni matar muchas neuronas – se alejó.

-Lo que digas...

Después de eso, Marty se encaminó a su destino; se quedó en la biblioteca, terminando unas tareas mientras escuchaba música. Ese día, por cuestiones oficiales del área de la facultad de mecatrónica, las clases se habían suspendido después de la primera hora; unas juntas importantes mantendrían a los profesores ocupados, así que, él tenía libre hasta las dos, antes de que tuviera que ir al café; desde que entró al nuevo semestre, su horario de trabajo era de dos a nueve, porque tenía una clase menos en su matrícula.

Chocolate, PâtissierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora