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La alarma del despertador sonó, Marty se removió en su cama y apagó el molesto sonido; era temprano y solo había dormido un par de horas. La noche anterior, fue un torbellino de emociones, para él, consiguiendo que, la adrenalina, no lo dejara dormir temprano; aunado a eso, paso casi toda la madrugada hablando con Adrián, por el celular, hasta que no supo en qué momento se quedó dormido. Revisó el teléfono y tenía un mensaje de su novio a las cinco y media de la mañana, diciéndole que descansara; sonrió emocionado, era un detalle muy dulce.

Pero no podía estar en su mundo de ensueño toda la mañana; tenía que prepararse para ir a su trabajo, así que decidió empezar su día y, debía bañarse para poder despertar completamente.


* * *


-Buenos días – su madre lo saludó cuando llegó al comedor, para desayunar.

Paulina estaba tomando una taza de café y a un lado, tenía una rebana de pastel; el mismo que Adrián y Marty habían llevado la noche anterior.

-Buenos días – saludó el pelinegro y un bostezo lo asaltó.

-¿No dormiste bien?

-Sí, pero aun no repongo horas de sueño perdidas en el semestre – respondió sentándose al lado de su madre, después de servirse cereal.

-Me alegro – sonrió – por cierto, dile a Adrián que el pastel está delicioso – dijo señalando la rebanada con la cuchara, antes de llevar otro poco a su boca.

-Se lo diré – mencionó el menor con una sonrisa en sus labios – papá, ¿ya se fue?

-Si – contestó ella – hace unos minutos...

La televisión estaba encendida y el sonido del noticiero llenaba el lugar; Paulina estaba atenta a lo que el reportero decía sobre las lluvias y nevadas en las localidades cercanas, pues se esperaba que las temperaturas bajaran más los siguientes días, así que no le ponía mucha atención a Marty, quien la miraba de cuando en cuando.

-Má... – llamó el menor después de unos momentos, consiguiendo que su madre girara el rostro para verlo – ¿de verdad... no les molesta?

-¿Qué cosa?

-Pues... – el pelinegro titubeó – mi relación con Adrián – su voz bajó de intensidad.

La pelinegra sonrió, comió más pastel y suspiró – hay que admitir – prosiguió después de pasar el bocado – que es un poco repentino, aunque me lo imaginé ayer que vino por ti – sonrió – pero, pienso que tu padre tiene razón, solo esperamos que se quieran y se respeten, eso es lo más importante en una relación...

El de lentes sonrió más tranquilo.

-¿Lo quieres? – indagó su madre.

-Si – respondió con seguridad – la verdad, desde que lo conocí empecé a sentirme distinto, aunque no creí que pudiera pasar algo entre nosotros – explicó con seriedad – pero, ayer, cuando me dijo lo que sentía, me di cuenta de que, lo quería en verdad y, me siento feliz con él... ¿Me explico?

Paulina movió su mano y acarició la de su hijo con cariño – sí, te entiendo – asintió – pero, tómenlo con calma, ¿de acuerdo?

-Te... ¿Te molestaría si él y yo tenemos relaciones?

Ella rió – ¡claro que no! – negó – ya no eres un niño Marty y yo sé que, a tu edad, muchas personas inician su vida sexual, a veces desde antes, pero, tampoco sean tan libertinos – sentenció – sé que ninguno puede salir embarazado, aún así, traten de cuidarse, eso es parte del respeto – miró a su retoño con dulzura – y, si quieres quedarte a dormir con él, está bien, solo avisa, para que no nos tengas con el pendiente de que te pase algo malo, como aquella vez que te asaltaron...

Chocolate, PâtissierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora