La soledad se palpaba en el ambiente, en la cama, en los silencios prolongados llenos de miradas que no sabían lo que pasaba.Ahí estábamos una vez más, contemplado nuestro dolor, mientras intentábamos hacernos sentir mejor. Estabas acostado en la cama, mientras te adoraba de una manera que carecía de amor. Una manera de adorarte llena de dolor, también rencor. Y así eran las últimas noches, desde hace casi un mes, en el que ya no había conversaciones de lo que pensábamos acerca de la vida, ya no habían abrazos en donde nos fusionábamos en uno solo, ya no había noches largas de hacer el amor sin recordar que teníamos alguna labor. Ya no había nada. Habíamos perdido todo en algún momento que no vimos pasar. Y no había regreso del abismo en el que nos habíamos empujado mutuamente. Tú con tus mentiras llenas de alguna verdad sospechosa. Yo con mis sentimientos intensos y mi poca comunicación sobre ellos.Caímos en el abismo de la destrucción. Me matabas mientras yo te salvaba. Te morías mientras yo huía. No podíamos salvarnos sin salir cambiados, no podíamos seguir juntos después de tantas laceraciones que nos hicimos intentando desquitarnos del dolor que nos estábamos provocando. No podíamos decir que lo que sentíamos seguía siendo amor, cuando disfrutábamos hacernos sentir mal para podernos sentir un poco mejor. Entonces ahí estábamos, una noche de tantas donde ya no había palabras. Donde todo sabía a un amargo final que nos conducía a la ansiada libertad. Estabas acostado en la cama donde hubo un día placer, pero hoy ni siquiera había consuelo.Estabas contemplándome, mientras yo me ponía el abrigo y agarraba mi maleta dispuesta a partir.- "No imagino el día en que pueda decir que ya no te amo"- dijiste en un susurro lo suficiente alto como para que pudiera escucharlo.- "Lo sé querido, este es el adiós"- dije y lo aceptamos.Era el final de un amor increíblemente doloroso, sabíamos que seguir significaba herir. Herirnos más de lo que podíamos tolerar.
Y esa ya no era nuestra idea de amar.
