CAPÍTULO IX

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Yo sabía que no ibamos a poder hablar, lo conocía y me conocía ¿En qué estaba pensando cuando vine a despedirme? ¡Era obvio que no podía despedirme de él, por la simple razón de que lo quiero mucho, y además soy pésima en las despedidas! Pero sé lo que estarás pensando... Es totalmente ilógico irse sin una explicación, nadie puede desaparecer, borrarse y pretender que la historia acabe así. Por lo tanto, con una prisa casi anormal, tomé prestado una lapicera a una chica amable que pasaba, pero necesitaba una hoja...

¿Donde vi una?
¡Ah, si! La que se cayó del cuaderno, estaba en blanco... O eso creía, hasta que la volteé.
¿Qué había en la hoja?
Nada más ni nada menos que mi nombre. ¿Dentro de un corazón?
No. Aunque parezca absurdo, dentro de un círculo.

Al instante recordé una charla que tuvimos
cuando eramos niños... cuando todo era diferente.
"Dibuja un círculo y no un corazón alrededor del nombre de la persona que te gusta, Santi. Un corazón se puede romper, pero un círculo sigue para siempre" le dije una tarde, mientras tomábamos la merienda y él preguntaba por qué dibujaba círculos alrededor del nombre de mi cantante favorito.
Sonreí, aún lo recordaba... Hasta sentí cierta envidia ¡Qué memoria!
Me hubiera gustado guardar la hoja, pero no tenía otra y ya no habia nadie en la biblioteca que pueda darme una.
Por otra parte recibía mensajes de mi padre preguntándome si ya había subido al avíon.
Con la peor letra del mundo, le escribí una carta, y logré que uno de sus amigos que entraba a rendir se comprometiera a dársela luego del exámen.

Ella, Delilah.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora