Me tomó de la mano. El calor que emanaba de ella, su suavidad; erizó mi piel e inconscientemente sonreí.
_ ¿No crees que es muy pronto para la boda?_ ella preguntó, la curiosidad por saber que opinaba yo al respecto brillaba en sus ojos.
_ No. La fecha que elegiste es perfecta, ¿qué no es el primer día del invierno?
Ella frunció el ceño y apartó su mano de la mía.
_ ¿Qué no estabas prestando atención a la conversación?_ su tono estaba lleno de reproche, pero yo solo pude sonreír divertido.
_ Pues, escuche que dijiste algo sobre que tu cabello resaltaría en la nieve._ me crucé de hombros._ En mi opinión tu cabello resalta en todas partes.
_ ¡Oh vamos Collins! Si estabas escuchando._ me dio un pequeño golpe en el hombro y la sonrisa no tardó en aparecer nuevamente en su rostro._ Odio cuando haces esas cosas.
Se encaminó hacia la banca que estaba en medio del jardín, tomó asiento de tal manera que su vestido no la molestara mientras estaba allí. Aunque no pudiera verlo, sabía que tenía una pierna debajo de la otra. Ella me lo había contado, que nunca le había gustado sentarse recta por lo que ponía una pierna debajo de la otra y nadie lo notaba por el enorme vestido que llevaba.
Era una de las muchas cosas que me gustaban de ella. Su ímpetu, al igual que las muchas tonterías que solía hacer, era lo que hacía que cada uno de mis días grises se llenarán de color.
Estábamos a mediados de otoño, el aire de Londres no era el mejor durante aquellos días. El cielo estaba cubierto de gris y el frío era algo insoportable; lo único hermoso fuera eran los arboles que se habían teñido de un hermoso color rojo anaranjado, mientras las hojas caían de ellos. Admirar aquella obra de arte era la única razón por la que había aceptado salir a pasear, además de charlar a solas con la pelirroja.
_ Si no te gusta, ¿por qué sonríes?_ le pregunté acercándome a ella.
_ Por qué eres un tonto._ respondió tangente, haciendo lo posible por contener la risa que trataba de escapar de sus labios.
_ No creo...
Las palabras callaron en mi boca, el canto de un canario me obligó a apartar la mirada de Kharlotte y buscar de donde venía.
_ ¿Has oído eso?_ pregunté, mirando a mi alrededor; escuchando claramente los cañones sonar.
Y luego vinieron las risas.
_ ¿Qué cosa?_ hizo un amagó de levantarse de la banca, pero al ver me acerqué a ella se quedó donde estaba._ Collins, estas actuando muy extraño._ volví a mirar a los ojos verdes de mi prometida; me arrodillé ante ella y con suma delicadeza, besé sus rosados labios mientras acariciaba sus rojos rizos._ Bueno, eso fue algo normal pero..._ trató de hablar entre besos, pero no lo se permití y volví a besarla.
Tenía miedo. No sabía el por qué, pero todos mis sentidos me gritaban que algo malo pasaría. Que no todo iba de la forma en la que debería de ser; por lo que, mi cuerpo comenzó a actuar sin sentido. Quería disfrutar de la cercanía de Kharlotte, no quería desperdiciar ningún momento con ella.
Sin embargo ella no pensaba igual.
_ Lo siento._ susurré en sus labios y ella sonrió, apartando sus manos de mis mejillas.
_ No te preocupes._ sus mejillas estaban tan rojas como su cabello._ Es solo que estas un poco raro y no quiero que hagas nada estúpido. ¿Me cuentas que sucede?
Un suspiro agotado salió de mis labios. Me senté junto a ella, acariciando tontamente su mano enguantada le dedique una de las sonrisas más deprimentes que alguna vez haya dejado salir a la luz; rogando, por segunda vez en el día, que ella no fuera capaz de notarlo
_ Es solo que estoy nervioso._ mentí._ Nunca antes me había casado.
Una risa traviesa acompaño el susurro del viento y las risas de la lejanía que todavía no habían cesado.
_ Pues esas son buenas noticias._ Kharlotte me besó en la mejilla, apretando su mano junto a la mía._ Collins, te amo. Por eso me casaré contigo.
Un balde de agua fría me golpeó al escuchar aquellas palabras. Con aquellas dos palabras me di cuenta de lo buen mentiroso que he aprendido a ser durante estos año; soy capaz de disfrazar mi rostro miserable con una sonrisa llena de vida, de fingir que me gusta lo que veo y lo que tengo. Kharlotte me amaba, estaba seguro que ya sabía aquello; también estaba seguro que yo también la amaba, por eso en aquel momento le respondí de la misma manera en la que estoy seguro que había hecho muchas veces.
La besé nuevamente y justo cuando me separé de ella, las risas cesaron.
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Estábamos todos en el gran salón. Mi madre y mi hermana conversaban animosamente con Kharlotte y el diseñador del vestido de novia. La boda estaba muy cerca, mi madre no estaba de acuerdo con la fecha, pero mi padre la convenció de que era decisión de nosotros y no de ella; por lo tanto, decidió que era mejor apurarse con los preparativos.
Yo me dedique observar como ella trabajaban ardorosamente en los preparativos, mientras mi padre, que estaba sentado junto a mi, leía el periódico al mismo tiempo que disfrutaba de una taza de té.
Las risas de Kharlotte y Mary llenaban el salón, de vez en cuando los reproches de mi madre también. Todo era tan normal que no me lo podía creer.
_ ¿Cómo van tus investigaciones? No has entrado a tu laboratorio en todo el día._ mi padre habló, obligándome a apartar la mirada de las demás.
_ ¿De qué hablas?_ pregunté, sin tener idea alguna a que se refería.
_ Tu laboratorio, donde te la pasas metido 15 horas al día desde que terminaste tus estudios en la medicina. Siempre has dicho que investigas algo importante, y cuando no tienes trabajo con ningún paciente te encierras allí después de desayunar._ explicó, pero yo aún no era capaz de recordar
_ Supongo que hoy es un día especial._ aclaré.
No podía recordar nada de lo que había dicho. Ni siquiera me recordaba a mi mismo estudiando medicina o atendiendo a algún paciente o haciendo experimentos; pero preferí no mencionarlo, para no preocupar a nadie. Sin embargo, no estaba demás investigar.
_ Iré allí a revisar unas cuantas cosas. Regresaré pronto._ me levanté de la silla disponiéndome a salir del salón.
_ Esta bien, pero no tardes. Ya me estaba alegrando de que no estuvieras allí._ apartó de su rostro el periódico y me lanzo una mirada que me desconcertó bastante. Nunca la había visto en su rostro, pero me sentía tan perdido en aquella casa que tampoco estoy seguro de ello._ Siempre pensé que harías algo estúpido estando allí.
Asentí salí del salón y recorrí todo el pasillo principal buscando la habitación que mi padre había llamado mi laboratorio. Abrí puerta por puerta, como no encontré nada e decidí por ir al segundo piso, fue allí cuando encontré a una de las sirvientas y le pregunté donde estaba.
_ Esta al otro lado de la casa, Señor. Si sale fuera y rodea la mansión podrá entrar por una de las puertas traseras y la primera puerta a la derecha del pasillo es la de su habitación especial._ fue lo que dijo.
Seguí sus indicaciones y cuando volví a entrar a la mansión por la puerta trasera, supe que ya había hecho aquello antes. Me detuve frente a la primera puerta a la derecha del pasillo. Pasaron varios segundos antes de que fuera capaz de abrirla; cuando lo hice, el estruendo de cañones se volvió a escuchar. Recordé que lo había escuchado antes, y fue mas obvio cuan terminé de abrir la puerta y todo se volvió oscuro.
Lo único que era capaz de ver en la oscuridad y dentro del laboratorio, era el brillo verde de viscosas criaturas devorando lentamente a alguien en la oscuridad.
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Corazon de Metal
Teen FictionTodos los derechos reservados al autor, osea yo. No copy, Be original. *Dedicado a mi mejor Amiga, hermana y unica Parabatai @KaraUchiha01