capítulo 2

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Vas de camino a casa después de unas horas que desearías que hubieran pasado más rápido de lo que lo han hecho.

Mike quería acompañarte de vuelta, lo insistió varias veces, pero lo has rechazado con una sonrisa amable.

Prefieres volver sola y no tener que fingir que te interesan las miles de cosas que ese tipo no deja de contarte.

Andas tranquilamente, no tienes ninguna prisa. Hacía frío, ibas abrazada a tí misma, frotando tus manos, pensando en aquel misterioso camarero de pelo rizado.

Entonces el ruido de un motor rompe el silencio de la calle. Una moto para haciendo un derrape justo a tu lado, y, para tu sorpresa, el camarero de pelo rizado, Harry, te mira con esa sonrisa con hoyuelos desde encima de la moto.

Quizás tenga la camisa debajo, pero tú lo que ves es la chupa de cuero que le da aún más aspecto de chico problemático del que ya te había parecido antes. Pero… buf, le sienta realmente bien ¿En serio habías pensado aquello?

-Anda, pero mira a quién tenemos aquí, ¡la chica a la que los hombres la ponen tan nerviosa que se da contra las sartenes!

-Los hombres no me ponen nerviosa –sueltas un bufido.

-Ah, ¿no? ¿Sólo yo lo hago? –se baja de la moto.

-Tú no… -balbuceas.

-Tranquila, es normal, les pasa a todas –se lleva una mano al pelo y se lo sacude con una sonrisa.

-¿También las persigues a todas por la calle? –alzas una ceja.

-No, si consigo que me den su número o su nombre antes de que se vayan.

-Oh, entonces te lo estoy poniendo difícil, ¿no? –ladeas una sonrisa.

-No lo niego –Harry sonríe-. Por cierto, señorita, ¿lo ha pasado usted bien en su cita?

-¡Por supuesto! ¿No me has visto reírme todo el rato? –ironizas.

-La verdad es que sí –ríe-. ¿Volverás a quedar con él?

Sonríes misteriosamente. Te ha gustado que te haga esa pregunta, sobre todo porque parece realmente interesado en la respuesta.

-Puede.

-Sabes que aunque te llame mil veces, fingirás que no has oído el teléfono.

-Entonces, ¿por qué preguntas? –echas a andar y Harry te toma de la muñeca para impedir que avances.

Te das la vuelta y le miras.

-Quiero volver a casa, la verdad.

-Eso es lo que quieres creer que quieres.

-Já, ni en tus sueños.

-Te propongo algo. Dame una hora. Sólo una hora. Si en ese tiempo no consigo hacerte reír ni una sola vez, no vuelvo a molestarte nunca más. Y bueno, si no aceptas, voy a seguir siendo un pesado –sonríe con algo de prepotencia.

-¿Y qué pasa si sí consigues que me ría?

-Me odias tanto que algo así no va a ocurrir, ¿no? –te guiña un ojo.

Frunces el ceño. No vas a reconocer que quizás sí consiga hacerte reír, pero si no aceptas, va a seguir persiguiéndote.

Y no es que el chico no te guste; esa clase de conversaciones te estimulan bastante, incluso te divierten, pero ves algo en él a lo que quizás no deberías acercarte. Sin embargo, te oyes decir:

-Está bien. Una hora –miras el reloj.

Harry tira de tu muñeca, que aún tiene entre sus dedos, y te pega a él en un movimiento seco.

I Hate you.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora