Capítulo 17. Punto de vista

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Ahora volvamos a la mesa en la cual nuestros protagonistas estaban comiendo...

-Deberemos ir a la piscina de afuera para que puedas hacerlo con la venda, aunque le colocaré un hechizo de invisibilidad para que los muggles no...

-¡Ay!-Interrumpió la joven a su maestro mientras se tomaba con dolor la muñeca derecha, allí donde residía en su piel, la cicatriz con forma de rayo. La gemela a la cual su hermano portaba en la frente, para él, un aviso de peligro, para ella, un recordatorio. "Este rayo es la vida de mi madre, ella se sacrificó por mi hermano y por mi, entregándose a la muerte con tal de dejarnos con vida, perdiendo ésta sin saber si había sido de ayuda." Al contrario de la de su hermano, la de ella normalmente iba cubierta con brazaletes o cintas pero durante estos entrenamientos la llevaba al descubierto. Hace a algún tiempo que no le dolía así. "Lo mismo pasó con Quirrell." pensó.

-El rayo. -gritó la chica a su tutor mientras éste notaba como ella se paraba e intentaba huir. El hombre vestido de negro la tomo por el brazo y se lo impidió, atrayéndola hacia él y "obligándola" a sentarse en sus piernas.

-¿Adonde ibas? ¿Te escaparías por él? Sabes que no puedes ir. Él no es consciente de esto. -El poscionista señaló ligeramente con la punta de sus dedos el rayo que residía en la pequeña y frágil muñeca de su pequeña.- Pequeña -dijo con cariño y la abrazó. Esto va por encima de lo que tu podrías llegar a querer. Hiciste un trato, ¿recuerdas?

-Los tratos pueden romperse. No hice un juramento. -se intentó auto-convenser la chica-

-Sabes que no es así. -la chica asintió y en su rostro se notaba la tristeza que su alma albergaba.- Esto va más allá de ti. -le recordó-

-¿Porqué no puedo ir? ¡Respóndeme, Snape! -la chica estaba enojada. Se había parado y miraba a quien consideraba su padre con tristeza y enojo.

-Tranquila, pequeña. Haremos que esto funcione... -intentó prometerle el hombre mientras la abrazaba sin que ella le correspondiera, esto no sirvió para más que clavarle un puñal e nel, ya destrozado, corazón del hombre.- No estés enojada conmigo. -pidió el hombre mirándola con todo le amor con el que un padre puede mirara su hija.

-Está bien... -se resignó a decir la pelirroja.- Aunque aún no estoy de acuerdo con esto, -comenzó mirándolo fijamente.- no hay nada que pueda hacer, ¿O sí?-preguntó la chica peleando contra las lágrimas. Severus, al ver esto, sintió como miles de puñales se clavaban en su corazón.

-Tengo una idea... -La abrazó, acercándola a su cuerpo y luego le dijo bajito en su oido, para que solo ella escuchara.- Dejemos el entrenamiento por hoy. ¿Qué te gustaría hacer? -hizo una pausa y la miró a los ojos, al ver que ella no planeaba contestar, continuó- No puedo llevrte a ver a tu hermano, pero podría llevarte a ver a tus amigos, el chico Nott, o Lestrange... Vamos, no llores, -suplicó el hombre al notar como los ojos de su hija se cristalizaban- Es increíble...-La chica lo miró confundida y el se acercó nuevamente a su oído, donde susurró- Incluso cuando lloras, hermosa tu estás... -la chica se apartó un poco de su padre y sonrió algo sonrojada por el cumplido...- Ya, ¿no vas a responderme?, ¿Qué quieres hacer hoy?

-Que te parece si solo descansamos... -probó la chica que, aunque sabía que no debería, quería descansar- En tu casa... Solo descansar... -ya no estaban abrazados, Severus se encontraba sentado en su silla y Caroline parada a su lado. La silla era alta por lo cual ambos quedaban de la misma altura, en esto ayudaba que Caroline no fuera demasiado alta.

Caroline PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora