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Alexis abrió los ojos, recuperando al menos un porcentaje de su sentido común. Louis la miraba, joder, ¿Cómo es que podía negarlo? si se le notaba en todo el cuerpo que moría por tirarse un buen polvo con ella.

-Louis, no empieces- murmuró ella. No se perdería esa oportunidad. Sus manos acariciaron el duro miembro de Louis por sobre los bóxers, él bajó la mirada, deliciosos movimientos. Se estremeció, mientras involuntariamente cerraba los ojos. – sé que te gusta esto…- Alexis siguió, cada vez aquellos movimientos se volvían más penetrantes. Su mano izquierda bordeó la cintura de Louis, mientras seguía hablando. – sé que tampoco puedes aguantar tanto, me deseas, me lo has dicho y te lo estoy pidiendo, quiero que me folles ahora… - una voz tan femenina, tan sensual. Su mano izquierda se encargó de bajar lentamente los bóxers de Louis. 

-No. – la miró a los ojos. Parecía una niña, pero era una mujer con el cuerpo más deseable que sus ojos habían podido ver. La detuvo. Si no hacía algo que lo distrajera ahora, la follaría sin compasión al primer llamado. – tú más que nadie sabes que esto está mal. – se levantó, caminando, intentando que se le bajara la erección. No podía voltearse a mirar, del solo hecho de imaginarse a Alexis sobre su cama, desnuda, y completamente caliente, como él. 

Alexis alcanzó su camisón, hecho trizas, con las manos, lo puso sobre sus pechos, cubriéndolos, se arregló un poco el cabello. Caminó de rodillas hasta el borde de la cama, y pasó sus manos por lo abdominales de él. Louis cerró los ojos, si tan solo ella supiera cuantas ganas tenía de follarla, de tumbarla en esa jodida cama, de hacerla gemir tan fuerte, que nunca lo olvidaría. Su cuerpo ardía, sentía fuego en su cuerpo, no Dios, peor que  lo que pensaba. Alexis le besaba la espalda. Sintió sus tibios labios detrás. Gimió. 

-Alexis déjalo- gimió de nuevo. Aunque no hacía nada para detenerlo. 

Y para sorpresa de él, ella se separó. 

-Bien, ya entiendo. – dijo completamente cabreada. Se cubrió los senos y bajo apresurada de la cama. – vale, no me deseas. 

-No es eso.

-¿Entonces qué? 

-Está mal. Alexis esto no puede pasar entre los dos.

-¿Por qué no? ¿tienes novia? O ya sé, estás enamorado. – lo miró mal. Una gran oleada de celos invadió su corazón. ¿Otra chica? – joder Louis, me lo hubieras dicho antes. – para no hacerme ilusiones, pensó, muy dentro de ella. 

Louis la cogió de las caderas y la apretó contra su cuerpo. Teniéndola tan cerca, ambos jadeaban, Alexis le robó un beso, pequeño. Louis provocaba una y mil cosas en ella. 

-Te deseo, te deseo más que a nadie, no sabes todo lo que pienso cuando te veo, todo lo que me imagino contigo cada vez que te escucho gemir para mí… - Alexis no pudo evitar gemir, las palabras de Louis no hacían más que dejarla con ganas de más. – pero tengo una regla, algo que debo cumplir.

-¿Qué? – le preguntó ella. 

-Debo protegerte Alexis. – la agarró del culo, cargándola. – esa es mi misión. – besó suavemente el hombro de ella, llegando hasta su cuello. 

-Y las estás cumpliendo. - Alexis lo besó en los labios, suave, un beso sencillo. – eres el mejor en lo que haces, y yo…

-No, no nena, no sigas. – le pidió. Alexis mordió su labio inferior. Se inclinó para besar su pecho, para subir por su cuello luego. Encontrándose con sus labios. – no puedo…

Alexis lo besó de nuevo, tan tiernamente, un beso que él no dudaría en recordar. Se separó. 

-Tal vez yo pueda hacer que eso cambie. – le dijo mirándolo. Louis no puedo evitar sonreír, se despeinó el cabello, más de lo que ya lo tenía. Ella se acercó por última vez a su oído. – me debes una camisa, guapo. – Louis se estremeció, recordando, ¿Cómo mierda es que había llegado a rompérsela?  La calentura volvía, y sus ganas de tirársela también. – buenas noches. – se despidió. Y vaya que no sería una buena noche para Louis, no después de aquella visita. Alexis desapareció, moviendo las caderas. Louis la miró toda, de pies a cabeza, y pensar que todo ese cuerpo femenino podía ser suyo. Ella era distinta, tanto que hasta por primera vez, una mujer le había robado una sonrisa, esa noche y en ese mismo momento, él sonreía por ella.

***

Esa mañana, Louis despertó tarde. ¿Desde cuándo él lo hacía? Se restregó los ojos, mirando a ambos lados de la cama. El olor de Alexis estaba impregnado, esa fragancia que lo tenía atrapado, reposaba sobre su almohada, pero ella no estaba ahí. 

Y le jodía, aún recordaba lo que Alexis y él habían estado a punto de hacer anoche. ¿Cómo lo iba a olvidar? Si de tan solo pensarlo, volvía excitarse tanto como ayer. Lo dejó pasar, porque era así, por que el presidente había confiado en él para esa misión, porque a ningún otro le había ordenado cuidar de su hija, solo a él y resultaba que terminaría siendo débil. Salió de su habitación, con el pantalón de pijama puesto. Y pensar que Alexis estuvo a punto de quitárselo por completo.

Harry y Alexis conversaban amablemente en la cocina. Alexis sentada sobre la encimera de la cocina, mientras Harry cocinaba. No se podía creer lo hermosa que se veía a plena mañana, despeinada, preciosa, nunca dejaba de serlo. ¿Cómo es que se hablarían ahora después de lo de ayer?

-Buenos días. – les dijo a los dos. Miró a Alexis por el rabillo del ojo. Ella tampoco se atrevía a mirarlo, o al menos eso notaba. 

-Hola. – le dijo. Colocándose de pie, abrió la nevera. Una jarra con jugo de naranja salió de ahí. - ¿Cómo amaneciste? – y él hubiera preferido contestar tal vez algo como, contigo a mi lado hubiera estado fantástico.

-Bien…- la miró a los ojos. Alexis sonrió, silenciosamente, Harry los miraba desde atrás. 

-Louis, llamaron temprano.

-¿Quiénes?

-De la casa blanca. Era la secretaria, ha hablado con el presidente.

-¿Y qué te dijo? – tomó asiento en una de las sillas de la cocina. 

-Pues nada, no tiene noticias. Todo sigue igual, según el ejercito ha eliminado a todos los rusos posibles. 

Alexis observaba desde atrás. Aún podía sentir las manos de esos cabrones, atar las suyas. 

-¿Le has dicho lo que paso ayer? – preguntó Alexis.

-¿Para qué tu padre me asesine? No, muñeca. – Harry sonrió, y se volteó para darle vuelta a la cacerola húmeda. 

-No volverá a suceder, lo prometo. – miró a Louis. Mientras él trataba de ser discreto con ella. Alexis lo conquistaba, con cada mirada, cada palabra y ahora podía afirmarlo, con cada beso. 

-Que mierda…- susurró Harry, observando los cajones de la cocina. - ¿Desde cuándo no compran despensa aquí? 

-Desde que tenía ocho. - Alexis observó también los cajones. 

-¿Y qué se supone que comeremos? – la miró despectivo

-Hay una tienda cerca…- intentó recordar. 

La verdad es que ni ella conocía bien el lugar. 

-¿Y quieren que yo vaya a comprar ahí?

-Siempre se te ha dado hacer la despensa. – farfulló Louis. Alexis rió, mientras se alejaba discretamente para dejarlos solos. 

-No jodas Louis, a ti te gusta ir de compras. – Harry lo miró furioso. Por un momento logró entender el verdadero propósito de los dos, aunque ninguno quería reconocerlo. – ah, claro, ya entiendo…- susurró, observando que Alexis no estaba cerca. - ¿te la vas a tirar, no?

-Lárgate ya.

-¿Es eso, cierto? – sonrió. – vaya, me demoraré entonces.

Louis no pudo evitar reír y estar feliz por lo que Harry insinuaba. Lo vio salir por la puerta principal, mientras Alexis leía un no sé qué sentada en el mueble. 

-Que se diviertan. – sonrió Harry. Y vaya que lo harían.

I'll be you protector -LouisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora