16

192 10 0
                                    

Alexis despertó más temprano de lo normal. Ese día, quería que fuese especial. Había escuchado en las noticias la mejoría del asunto de la guerra, lo cual, admitía, no le gustaba recordar mucho. Ese día no. Louis no había dormido con ella, probablemente había estado ocupado anoche, haciendo quien sabe qué. Ya se lo preguntaría.

Fue hasta su habitación, con una bandeja de plata, llena de pasteles preparados por ella misma, un delicioso desayuno, que ella nunca antes había accedido a preparar. Tocó la puerta, un par de veces, incluso pensó en preguntar algo como, "¿amor, estás ahí?", que bien sonaría aquello, viniendo de sus labios, y aterrizando en los oídos de Louis. Pero solo se atrevió a tocar la puerta. 

Elena le abrió. Traía puesta una camiseta de Louis, la reconocía por que traía su olor impregnado en ella. Despeinada. Y sin pantalones, más que con unas malditas bragas. Abrió los ojos al observar a Alexis. 

-Señorita, lo siento, perdón, no quería que me viera así. – se cubrió, estrujando la camiseta de Louis con sus manos. Alexis sintió que vomitaría de la pura sorpresa y la rabia que empezaba a sentir. 

-¿Qué haces aquí? – preguntó Alexis. Imaginándoselo todo. El corazón se le volvió pequeño, al igual que el pulso, la misma sangre, más fría que nunca. 

-Solo vine a…

-¿Dónde está Louis? – los ojos de Alexis se humedecieron. Maldita, maldita mil veces. 

-No, no es lo que piensa. – murmuró Elena. Estupefacta.

Alexis observó la cama de él, desordenada, las mismas sábanas en donde ellos dos habían hecho el amor, ahora, envenenadas por otra aventura. Los ojos se le humedecieron, el nudo en la garganta creció aún más sin permitirle respirar. Quería morir. Sentía que se desvanecería de un momento a otro. Louis era un maldito Hijo de..., Oh Dios, le dolía.  

-¿Louis? – preguntó refortaleciendo la voz. - ¿Dónde está él? ¡mierda! – gritó impulsiva. Tiró la bandeja de plata, a quién sabe donde. Sus piernas empezaron a temblar, dejándola sin fuerzas, al igual que el agujero en su corazón. Y lo que menos esperaba, Louis salió del baño privado, con una toalla enredada al cuerpo, de la cintura para abajo. Lo miró, sin saber que mirada tener con él. La mandíbula no tenía control en ella misma, simplemente sabía una cosa, simple y sencilla, ese mismo día, había perdido todo lo que habían comenzado. 

-Ale... yo

-¿Tú qué? – preguntó, llorando. Se volteó, no quería darle el gusto de verla llorar ni un solo jodido segundo más. – no, no me lo expliques.

-No es lo que estás pensando, mi vida. – se le acercó por detrás. Tan rápidamente que ni siquiera lo notó. – mi amor…

-¡Suéltame! ¡No me toques! …- gritó ella. Asqueada. Sus manos, ahora habían tocado a otra, tal vez con la misma pasión. – no te atrevas a tocarme, Louis Tomlinson. – le aclaró. – que no eres más que un militar de mierda. – tragó saliva al decir esas palabras. – te odio, te odio… - balbuceó. Volteó hacia Elena, cayada, y sin saber que decir. Maldita puta. Siempre lo supo. – te odio - le susurró a Louis de nuevo, otra puñalada, otro bajón, otro golpe.

Cerró los ojos, escuchando aquellas palabras que le habían dado justo al corazón, cuanto le dolía. Dios mío, su vida entera se venía abajo, cuando la vio salir de su habitación, completamente diferente, completamente humillada. Un fuerte impacto, de nuevo, al darse cuenta que tal vez esto, nunca se lo perdonaría

-Louis, déjala. – la advirtió Elena.

-Déjame en paz tú, mierda…- se quejó, colocándose un par de pantalones sobre el bóxer. – mira lo que has hecho. 

-Lo siento, solo vine a verte y…

-¿Y te probaste mi ropa? No me jodas. – le gritó fastidiado. – escúchame bien, esto se acaba aquí ¿me entiendes? – corrió hasta la puerta. – no te me vuelvas a acercar, porque estoy seguro de que no te gustará saber quién puedo ser yo realmente. 

Salió corriendo por el pasillo de habitaciones, con una liviana esperanza de encontrar a Alexis ahí afuera, y no aprisionada en su habitación y en sus pensamientos. 

-Amor…- susurró, al verla llorar fuertemente contra la encimera de la cocina. En toda esa fría y dura vida que él había conseguido subsistir, nunca nada le había dolido tanto como verla de esa manera. 

-No me llames así. – le pidió ella sin intención de pelear, no tenía fuerzas, no tenía ganas, Louis la vencía de todas formas, se había convertido en lo más importante en su vida, el único que podía hacerla reír con un gesto, y herir tanto con una sola palabra. – por favor, ya olvida todo esto…

-¿El qué? – le preguntó él. Caminando hacia ella, Alexis solo optó por retroceder, levantando los brazos. - Ale, joder, todo esto ha sido un mal entendido. 

-Lo nuestro ha sido un mal entendido, Louis. – susurró. Sin ganas. Las lágrimas volvieron a sus ojos.

-No digas eso, no, tú no entiendes, Elena solo entró para buscarme,no tuvimos nada, te lo juro. 

-¿Y qué más da? – lo miró a los ojos, empapados en lágrimas. – tal vez esto solo me enseñó que entre tú y yo no puede haber nada. 

-No, no… Ale escúchame, escúchame un momento…- le pidió. No sabía cómo es que ella pensaba eso de los dos. Se acercó pausadamente a su preciosa chica, Alexis se pegó a la pared, no había nada que la pudiera ayudar a escapar, ahora era de él quién necesitaba protección, para dejar de amarlo. – te amo, te amo princesa, lo sabes- le volteó el rostro hacia él. Ella volvió a apartarlo. – te lo juro, no pasó nada entre Elena y yo, no te he mentido nunca, desde que llegué aquí siempre he dicho la verdad. 

-¡No me importa! – gritó. Desahogándose. – eso no importa, joder, míranos, no tiene sentido Louis. 

-¿Ahora vas a ser tú la que te arrepientas? – le preguntó él, Alexis tragó saliva, intentando no llorar. Louis pegó su cuerpo más al de ella. – me vas a negar que amas cuando te toco…- le besó la mejilla, involuntariamente. – que amas cuando te beso, cuando te hago el amor…- ella cerró los ojos, adormecida por sus palabras, para luego volver a abrirlos con más fuerza en los brazos. 

-Suéltame, por favor…- no podía luchar contra un militar de su talla. 

-No hasta que me lo niegues. – la miró a los ojos. – niégame que me amas. – le pidió riguroso. 

-No puedo- declaró rendida. – pero es justo lo que voy a tratar de hacer.

-¿Por qué? – preguntó Louis. De pronto, y sin saber por qué, algo empezaba a nublarle la vista, tan depresivo e instantáneo, no podía controlarlo, no podía detenerlo, jamás lo había sentido de esa forma, aquel sentimiento que solo experimenta con ella, la única que podía hacerlo llorar como ahora. 

Y no tenía respuesta para su pregunta. Tanto había sido el odio que había sentido cuando vio a Elena en el cuarto de Louis, que ni siquiera había pensando bien sus palabras. Él la miró, buscando respuesta en sus ojos, en sus labios, en su boca, en su aliento, algo que le orientara un poco, que le hiciera entender: ¿por qué? ¿Qué había fallado? Si se había entregado a ella como un niño pequeño, como un joven. Se lo había dado todo, se lo daría todo, hasta su vida. Y no dejaría que terminara, porque era ahora donde entendía el verdadero significado de su misión, el verdadero propósito del presidente al enviarlo a cuidar de su hija, la protegería, y la amaría hasta el final. 

-Te amo, Ale. – le dijo de nuevo. Fue entonces cuando ella cayó en las mismas redes, las de los brazos de Louis, se dejó llevar por él de nuevo. – te amo, por favor, perdóname, sé que piensas lo peor de mí, pero jamás te engañaría de esa forma.

Se acercó a sus labios, pequeños, y mojados por las lágrimas, quería besárselos intensamente, eran suyos, lo sentía así cada vez que la besaba, entonces, no aguantó más aquellos impulsos que le recorrían el corazón, y se inclinó para besarla.

-¡Louis! – gritó Harry. Apareciendo de pronto, Alexis se separó de Louis tan rápido como pudo, mientras Louis, maldiciendo, observó el semblante pálido de Harry. – han matado a Elena…


Gracias por seguir confiando en esta historia. 💖

I'll be you protector -LouisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora