Viernes, 17 años...
El colegio esta a punto de terminar y para poder finalizarlo por completo tendré que hacer una serie de favores en los cuales no creo estar sola, pues desde aquel día en las regaderas, Katy se volvió mi "amante", seguí los pasos profanos de Amelí y me ganaba mis calificaciones a base de sexo. Katy hacia todo lo que yo le pedía sin reproche alguno y hoy seria un día pesado pues tendríamos que pagarle a Zach el mejor de la clase de Álgebra, ya que hizo nuestras tareas y también fue nuestro tutor por un largo tiempo, era justo que se le pagara doble. Por otro lado el pervertido del Sr.Champville quería hablar con nosotras por hacer algo indebido según su propio criterio y para cerrar la agenda la fiesta de despedida, esta noche seria bastante agotadora.
- Oye Nadine dile a tú amante que deje de oler mis bragas, es bastante incómodo- me dijo Amelí, tan avergonzada que estaba tan roja del rostro que se le podía confundir con un jitomate.
- Lo hará, pero es que se ve tan hermosa hincada aspirando tu aroma dulce, que no puedo decirle que no.-
- No quiero tener que esconderme para ducharme, quiero mi privacidad- reprocho, mientras se despedía para ir a su clase.
Amelí tenia pocas clases conmigo, pero eso no impedía que fuéramos grandes amigas, y por el contrario Katy tomaba todas las clases conmigo era agobiante, pero divertido pues podríamos compartir pupitre y podía meter mis dedos bajo su falda. Los Lunes, Miércoles y Viernes eran días donde por ley mía no debía llevar bragas a la escuela, solíamos escaparnos a las regaderas, los vestidores o a un aula vacía, para hacerla gemir me encantaba que fuera tan pasiva y sumisa que no reprochara nada.
El día transcurrió rápido estábamos en álgebra, dando las notas y al recibir las mías me sorprendí demasiado, pues tenia una calificación perfecta y la de Katy era de 9, Zach tendría lo que quería, me pare del asiento,tome a Katy de la mano y nos presentamos frente al pupitre de Zach.
- ¿A que hora nos vemos, Zacky?- preguntó Katy mientras rosaba su mano por el brazo de Zach, yo estaba sentada sobre su pupitre mostrando un poco las piernas. Zach era un chico tímido no solía comunicarse mucho con las chicas pues era un poco tonto pero no estaba tan mal, él es un chico alto, siempre vestía muy formal con camisas y corbatas, sus lentes era rectangulares de metal negro.
Mientras nos ofrecíamos como objeto, el con la mirada baja y un poco temeroso contestaba -S-si gustan saliendo de clase, por mi esta bien, no les quitare mucho tiempo- subió su lentes con su mano. Solo asentimos y nos fuimos a sentar a nuestras bancas mientras reíamos como dos bobas.Al toque del timbre esperamos a que salieran todos del salón y llevamos a Zach a una bodega de mantenimiento, el chico sudaba y estaba temblando.
-Y bueno querido, ¿por donde quieres empezar?- le pregunte mientras rodeaba su cuello.- No lo se, nunca lo he hecho.- bajo la mirada avergonzado.
-Oh mi querido Zacky no te preocupes amor, Nadine y yo nos encargaremos de que sea una bonita primera vez, pero que te parece si vamos a tu cuarto o a la casa de Nadine, para estar más cómodos-- dijo Katy con una voz llena de ternura, realmente me esperaba que Zach fuera virgen pues era muy solitario, no era del tipo de chicos que cogían con cualquiera.
-Paso a tu casa en un rato primero tenemos que arreglar algunos asuntos- le dije mientras le besaba suavemente los labios y salíamos de la bodega.
Ese asunto por arreglar se llamaba Sr. Champville y no creo que fuese algo bueno, al entrar a su oficina, éste de encontraba de espaldas a nosotras.-Pasen por favor habló sin siquiera girar sus sillas para mirarnos. Entramos sinceramente con algo de miedo en nuestro cuerpo.
-Buenas tardes profesor Champville, se puede saber ¿para que nos llamó?- pregunto Amelí como si no se conocieran hasta el más mínimo detalle de sus cuerpos.
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Diario de una puta.
Teen FictionTodas las noches eran las mismas. Los clientes llamaban, nos citábamos en algún motel barato, follabamos, pagaba por mis servicios, subíamos a su auto, me bajaba en alguna esquina y esperaba la llamada de algún otro necesitado. Todo era rutinario...