Lunes, casi 18 años.
Faltaban un par de días para mi décimo octavo cumpleaños, y andaba celebrando entre las piernas de una chica pelirroja, cuya piel celaba la porcelana, tenía una constelación de pecas rubias sobre su rostro, su cabello rizado cobrizo llegaba justo a la gloria, tenía los pezones más hermosos que he visto tan rosados como su carnosa y pequeña vulva, ella era la misma creación de los dioses, aunque no podía recordar muy bien su nombre, era algo como Melanny o Melody, no lo recordaba pero esta vez si que medí mi alcoholismo, la chica en verdad lo valía, ella era de esas chicas que juraban que su heterosexualidad estaba bien definida, la encontré en el baño de un bar retocando su maquillaje, se veía mareada, le pregunte por el color de labial que usaba y me dijo tímidamente que no llevaba labial que el rojo de sus labios se debía a la palidez de su piel, le invite algunos cockteles, los cuales ella sólo aceptaba; decía que su pareja no le "hacia el amor" muy rico, pasado un rato la invite a casa a dormir con el pretexto de que veía muy mal, no quería que le pasara nada.
Al llegar a mi recamara, comenzó a besarme mientras me hacia la confesión de que nunca se había besado con alguna chica, la tome por su fina y delicada cintura; me miró fijamente a los ojos:-Cuando me toques hazlo como si fueras a tocar un violín.- me dijo mientras se le cortaba la voz y sus preciosas mejillas se llenaban de color.
-¿Como? ¿Con dulzura?.- respondí ante la petición de mi amada rosa salvaje, mis manos comenzaban a temblar.
-No, tienes que hacerlo con fuerza, con firmeza y en su debido tiempo con frenesí-
Y bueno así termine entre sus finas y delicadas piernas, quería ser tan dulce para que no olvidará este primer encuentro; al estar perdida entre ese campo de rizados vellos castaño claro, mis labios y lengua se unían en una danza de fluidos que mi compañera no paraba de producir para deleitarme, estaba entregándose totalmente al orgasmo, sus movimientos eran tan constantes que presionaba su humedad para darme paso a llegar más allá de lo permitido entre dos damas; en ese mágico instante sus maravillosas piernas reposaban sobre mis hombros, ella tenía enredados los dedos sobre mi cabello y yo me encargaba sólo de beber de su magnífico éxtasis vaginal. En tan solo unos segundos mi compañera comenzó a contraer su cuerpo de porcelana, sus manos bajaron a mi espalda y se clavaron como espinas, pero no fue excusa para detenerme ella estaba llegando a la cima, yo no podía dejarlo inconcluso, mi lengua rondaba en círculos pequeños y grandes succiones el centro de placer de la chica, introducí el dedo índice y el dedo medio en su estrecha vagina, ambos dedos los movía hacia arriba y hacia abajo en un sólo frenesí, su cuerpo no paraba de contraerse, sus uñas ya habían dejado marca en mi cuerpo.
-Por favor no pares- dijo escapando suspiros de agitación.
Si ella quería que no parara así sería seguí con mis movimientos y dentro de ella algo comenzaba a crecer, levante el rostro con los dedos aún dentro, le besé el cuello, parte de sus maravillosos pechos y sin pensar más aquello que crecía dentro de ella explotó, mojando toda mi cama. Intenté mirarla pero fue en vano pues ella se cubría el rostro con sus pequeñas manos.
-Por favor no me mires, no se que me ocurrió.- me dijo con un hilo de vergüenza tras su garganta. Me acerqué y le bese la frente, al hacer esto me miró a los ojos permitiendo verle.
- No soy la primera ¿verdad?-
-No querida pero si eres la más hermosa.- tuve que ser sincera, quería mantenerla en mi cama el mayor tiempo posible, era hermosa y no quería que se fuera. Nuestras miradas se cruzaron y me beso tiernamente, tumbe mi cuerpo junto al de ella, se recostó sobre mi pecho, la abrace para tenerla un poco más junto a mi.
Ambas caímos en un profundo sueño, y tras un par de horas de estar dormidas intenté pararme pero ella me lo impidió realmente era hermosa, tenía una carita de muñeca. Recordé su nombre, se llamaba Melody, como una muñeca que tenía cuando era más pequeña, esa podría ser la explicación de su perfección.
Se despertó y me miró, yo la veía fijamente, se acercó a besarme y la jale junto a mi.
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Diario de una puta.
Teen FictionTodas las noches eran las mismas. Los clientes llamaban, nos citábamos en algún motel barato, follabamos, pagaba por mis servicios, subíamos a su auto, me bajaba en alguna esquina y esperaba la llamada de algún otro necesitado. Todo era rutinario...