IV

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Sabado, 17 años...

La luz entraba por todos lados, me lastimaba los ojos, el dolor de cabeza era insoportable, en la garganta tenía un escozor del mismo infierno, la luz brillaba en todo su esplendor, poco a poco mis ojos se fueron acostumbrando al nivel de brillo del lugar. El sitio era enorme y por lo que parecía estaba en un edificio muy alto, podría jurar haber visto mi casa desde ese lugar; todo era blanco y vidrio con una decoración minimalista, me encontraba vestida con una camisa para dormir de algodón la cual tenía un ligero aroma a loción masculina, me di cuenta que solo traía esa camisa, y a mi mente vino aquel sujeto de traje, creí que me había traído a un hotel, esto era bastante distinto a un hotel.
Me levante de la cama con una amnesia terrible, mi ropa no aparecía por ningún lado, me recargue con dificultad en un barandal de vidrio desde el cual se podía ver el living, mismo estaba casi vacío sólo había un gran sofá y un televisor del tamaño de la pared. Camine al baño, para sorpresa mía ahí estaba mi ropa, limpia y doblada, con una pequeña tarjeta que decía:

"Señorita su ropa esta limpia. Es usted aún muy pequeña para llevar esa vida, madure si quiere vivir mejor. Hay dinero en la mesa de la entrada, tome lo que necesite. Espero verla pronto y en mejores circunstancias...

M. Petrova. " Murdoc""

Así que él era el sujeto del tatuaje en la nuca, ¿podría ser el mismo del tatuaje de dragón?, y si era el pues vaya que vivía bien el tipo. Gire la tarjeta negra y tenía sus datos:

M. Petrova
Agente
153 312 0116

Bueno al menos tiene su número de teléfono eso ya era bastante, podría hablarle después y preguntar porque me trajo hasta acá. Aunque para ser agente vive muy mal.

No podía sacarlo de mi mente y sin desearlo su aroma estaba impregnado en toda mi piel, necesitaba un baño pero no quería que todo se lo llevara el agua, esto era reconfortante, el tipo ausente me daba más calor que nadie en la familia y ni siquiera recordaba su rostro.
El reloj marcaba las 11:00, sumergí mi cuerpo en la tina transparente más grande que había visto en mi vida, el agua tibia recorría mi piel acartonada, cerré los ojos mientras que mi mente era la encargada de representar las danzas de un par de tatuajes misteriosos.
Al despertar estaba tan arrugada como una pasa que me dio asco y salí del baño, mire el reloj ya pasaba del medio día, mis padres podrían estar preocupados por mí, aún que sabia que eso no era cierto, pero me gustaba imaginarlo algunas veces.
Tome su camisa, la perfume y me la llevé junto a su tarjeta, pero no quería irme sin dejarle un recuerdo mío, me quite las bragas, las doble sobre su cama ya tendida, fui a otro lado del living y ví que había un par de puertas, trate de abrirlas pero fue en vano pues estaban cerradas con llave, busque un poco de papel por otro lado y una pluma para dejarle un detalle.

"Querido Agente Petrova, gracias por su hospitalidad pero no debería asistir a menores de edad y mucho menos traerlas a su casa, eso es ilegal.

Le dejo un detalle espero sea de su agrado, nuevamente le agradezco por cuidar de mi.
Por cierto tiene un departamento muy bonito.

Hasta pronto Nadine M.
153 671 8574"

La nota la deje sobre su cama junto a mis bragas, tome el dinero necesario para llegar hasta mi casa, salí del lugar y como lo esperaba era un edificio enorme de muchas ventanas. Paré un taxi, el conductor me miraba las piernas sin importarle que yo supiera lo que hacía, hasta cierto punto me gustaba que admiraba mi cuerpo.

Pasamos por un barrio de clase media, donde algunas mujeres vestían ropa diminuta y se ofrecían a los carros; comencé a imaginar como sería si yo trabajara ahí, supongo que seria algo bueno pues aprendería mucho de hombre no volvería a ver y me pagarían por hacer algo que me gusta. El camino siguió en silencio, vi el portón de mi casa y al extenderle la mano al conductor para pagarle este me tomo de la muñeca y jaló mi mano hasta su entrepierna.

-Vamos muñeca podrías hacer muy feliz a un viejo - dijo mientras se lamía los labios y ese bigote canoso, se bajo el cierre del pantalón y una verga pequeña y flácida quedó al descubierto, tiró de mi cabello y me bajo tan rápido que me golpeé contra el volante del auto, me metí la cosa esa flácida y comencé a chuparla, tenía un sabor entre sardina y en olor de un baño público.

- A ver niña ven.- me hizo una seña para que me sentara en sus piernas. - Ahora dime papa, para hacer reaccionar a este amigo.- le seguí su juego y le dije algunas cosas, luego metió su pulgar en mi culo, mientras yo le chupaba esa verga pequeñita, el anciano estaba llegando al clímax, bajo su asiento habían unos cuantos billetes, tome todos y los metí en mi brassiere, en cuanto este estaba culminando metió su verga y me hizo tragarme su estúpida leche asquerosa. Me beso la frente, sin pensarlo mucho baje del auto y fui corriendo al baño de mi habitación, me metí los dedos a la garganta y comencé a vomitar.

Que mierda de hombre, lave mis dientes y me bañe, para suerte mía, mamá llego a la casa, vino a mi recámara, conversamos sobre algunas cosas y me abrazo como hace algún tiempo no lo hacía, dijo algo sobre que papá tenía problemas con su empresa y que en un tiempo tendrían que viajar fuera del país.

Papá no llegó en toda la noche pero mamá durmió conmigo, cantando canciones de cuna, acariciando mi cabello, diciendo que era hermosa, contando las historias de su juventud, sentía todo ese cariño, no quería que la noche acabara. Ella era mi mami y yo era su nena pequeña.

Diario de una puta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora