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Estaba mirando el techo, blanco del cuarto las sabanas blancas olían a lavanda, todo estaba en silencio pero tras una pared alguien hablaba y gritaba, trate de levantarme pero las pequeñas heridas que tenía por todo el cuerpo se encontraban ligeramente adheridas a la tela, no sabia cuantas horas había dormido, pero necesitaba levantarme, comencé a despegar mi cuerpo de la cama, solo tenia que respirar profundo, cerré los ojos, respire lentamente y comencé a tirar de la tela lentamente, pero no podía el dolor era terrible, abrí los ojos y ahí estaba él con un pijama de pantalón y sudadera gris, tenía su mirada fija en mi, con una traviesa sonrisa incompleta asomándose de entre sus labios, un sublime hoyuelo en su mejilla se hacia visible y sus ojos maravillosos llenos de un bosque divino de pestañas negras se hacían notar...

-Pare ya señorita Nadine, que podría causarse lesiones más graves.- Desvío na mirada y camino en dirección a la habitación contigua, regreso con un poco de algodón y una botella en la mano. - Gire su cuerpo un poco, intentare despegar la tela de su piel con un poco de agua destilada.

- No me dolerá, o ¿Sí?

- Intentare hacer lo mejor que pueda, pero para hacer amena la situación le gustaría contarme que fue lo que le sucedió señorita.- Me pregunto al mismo tiempo que el algodón húmedo entraba en contacto con mi piel herida.

- Fueron a causa de mi trabajo anterior- Tenía los ojos cerrados e intentaba no quejarme pero realmente era incomodo, el ardor era enorme.

- ¿No es muy joven para trabajar?

- Sí tal vez un poco, pero tenía que comenzar a solventar mis gastos, después de aquel engaño que viví por parte de mi padre.- Al termino de la oración, mi garganta se se lleno de un nudo grueso y un par de lagrimas comenzaron a nublar mi vista.

- Quiero pensar que ha vivido en un estado de estrés severo señorita o un disgusto con algún familiar, pero sigo manteniendo la postura de que usted aun es muy joven para trabajar.

Este chico tenia unas manos demasiadas grandes, y era bastante gracioso mirar como sostenía la borla de algodón, ya que era diminuta. El rose del algodón con aquel liquido me escocia la piel, sentía un ardor horrible, pero al desprender la tela mi piel sintió un gran alivio.

- Eso es posible que sea cierto, pero no creo que eso le importe tanto, de cualquier manera muchas gracias por preocuparse por mi, ese pequeño desliz que tuve en aquel trabajo no creo que vuelva a suceder en un tiempo.

- Vamos a lavarle esas heridas antes de que estas se le lleguen a infectar señorita Nadine.- Me ayudo a ponerme de pie y me llevo hasta la bañera.- Saldré del baño y si necesita algo solo gritelo.- Me quite la ropa y entré a la tina el agua era tibia al contacto con mi piel pero el dolor se volvió insoportable. Su ausencia hacia del baño un largo momento.

- ¿Disculpa?.-Toco la puerta antes de entrar.- ¿Podrías ayudarme a bañar?.

- ¿No cree que es algo innecesario señorita?.- Preguntó con un poco de rubor sobre sus mejillas.

- Lo se pero, me siento más segura cuando estas a mi lado.

- Esta bien señorita, pero que quede en claro que no lo hago por puro placer mio, solo por tratar de que usted este bien.- Sus manos húmedas acariciaban mi piel abierta, yo solo mantenía la cara entre mis piernas, tenia el rostro rojo como un tomate, esto era bastante vergonzoso no se en que momento me pareció una buena idea, aquel hombre parecía no sentir nada al respecto. Sus manos se posaban de una manera delicada sobre mis hombros, sus dedos se enredaban junto con el shampoo entre mi melena, llegue a verlo un par de segundos y juró que lo vi sonreír, fue maravilloso su hoyuelo estaba ahí que magnifico era verlo.

Diario de una puta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora