Capitulo cuarenta y ocho.

1K 41 1
                                    

Hay una chica... Muy guapa a decir verdad, no, no es bonita, ni mucho menos hermosa, la quiero para un rato, joder, es tan estupida al pensar que alguien se va a enamorar de ella, ella siempre se preocupa por mí, me manda mensajes preguntándome cómo me encuentro cuando a mí me importa una mierda su vida, la dejo, y después de un cierto tiempo la busco y ella como la chica enamoradiza que es, me perdona todo, la ilusione tanto, y así fue como se enamoro perdidamente de mi, le hice creer que para mí no existía nadie más, jugué, jugué con ella como si fuera una muñeca, no podía parar, me creía un genio al ver cómo se creía todas mis excusas para no pasar tiempo con ella y como me perdonaba todas las cosas malas que le hacía, la ilusione, la ilucione hasta los huesos, recuerdo que me encantaba verla llorar por mí, jugué con ella, me divertí hasta el cansancio con esa niña, le rompía el corazón una y otra y otra vez de forma despiadada, y ella jamás me dejaba porque me amaba... Ella realmente lo hacía.

¿Y después?

Todo, absolutamente todo se me salió de las manos, un día ella abrió los ojos, se canso de mi después de tantas que le hize, y me siento tan idiota por estar esperando un mensaje de aquella chica, después de haberle enviado una carta que decía que fuera feliz; que no me importaba que no fuera feliz conmigo solo que fuera feliz, lo único que sigo esperando es que me perdone por todo el daño que le hize, odiando como su mirada cuando me ve ya no es dolida, si no de completo odio y fría.

Crei que ella era un juego, pero ella terminó jugando mejor que yo... Y me enamore, joder, me enamore hasta los jodidos huesos de ella, esa chica tan linda, con su belleza única y especial, fue mi perdición, me atrapo, me enloqueció, me consumió, y me enamoro poco a poco sin darme cuenta, mientras yo era un hijo de puta con ella y cuando fue que la perdí, me di cuenta de que... La amaba.

Algo estupido, y muy cómico, que imbecil fui al no darme cuenta de la gran persona que era ella. Mi dulce Abby.

Jugando con fuego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora