Los segundos pasaban, los minutos pasaban.
Las horas pasaban, los días pasaban.
¿Los meses pasaban?
No sabías, Lucy había perdido el transcurso del tiempo.
A duras penas recordaba su rostro,a duras penas recordaba su pasado.
Podía recordar a una niña de cabellos castaños, sentada en una mesa junto a una señora rubia y un señor azabache.
Podía recordar esa escena, una escena donde veía cómo compartían amor y cariño,pero también recordaba como esa imagen se oscurecía,
mostrando la vergüenza en los rostros de los mayores,
y la tristeza de la niña.
Ella sabía que esa era su historia, ella sabía que siempre avergonzaba a sus padres.
Lucy sabía que había nacido para ser una burla de la vida y del destino.
Solamente, que ya estaba cansada,y esta vez, dejaría de existir,
por más que ya lo haya intentado,
dejaría de sufrir de verdad.