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Tres días antes...

Miro por la ventana. Desde aquí puedo ver todas las casas del pueblo, esparcidas por la montaña. Conforme avanza la noche las luces se van apagando poco a poco. Desde que me mudé a la montaña me siento solo, y aunque parezca un poco raro, esa sensación me reconforta.

El sueño se apodera de mí. Salgo del salón y me dirijo a mi habitación. Al pasar por la cocina veo una botella de vodka vacía sobre la mesa, y un vaso roto en el suelo. Habrá sido mi hermano, el pobre lleva tiempo enganchado al alcohol.

Desde mi posición miro la puerta de casa. No hay ni rastro de él.
Subo las escaleras y entro en mi cuarto. No es muy grande, pero cabe lo necesario. Miro una última vez por la ventana y me dejo caer en la cama. El despertador está programado. Sin darme cuenta, me quedo dormido escuchando el ruido de los grillos e insectos del jardín.

Seis Sesenta y SeisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora