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Me meto la mano en el bolsillo derecho del pantalón y saco la llave de casa. El sol está a punto de ponerse, se me ha hecho un poco más tarde de lo habitual. La intento meter en la cerradura pero no consigo acertar. Tras varios intentos puedo introducirla y la giro hacia la derecha. La puerta se abre chirriando un poco. Tengo que engrasarla.

Avanzo por el pasillo. En la cocina está mi hermano, con una copa de vino. Me pone nervioso la manera en la que entra y sale de mi casa sin decirme nada.

- ¿Ya estás bebiendo de nuevo? -le digo,  ya enfadado. Además de campar por mi casa a sus anchas consume lo poco que suelo tener de beber.
- Siéntate y relájate un poco, debes desconectar del trabajo- me dice.

A juzgar por su tono de voz, creo que lleva ya unas cuantas copas. Lo compruebo al ver la botella por la mitad. Prefiero no ser tan duro con él. Asiento con la cabeza y le digo:

- De acuerdo, pero solo una.

Seis Sesenta y SeisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora