- 12. Zachary Damen

509 64 5
                                    


-Le perteneces a un demonio.

Por primera vez caí en total silencio, no por la acostumbrada ausencia del deseo de hablar, si no por la falta de palabras que expresar.

Desde que entré a este lugar con él, todo lo que ha venido ocurriendo no ha logrado asimilarse correctamente. Todo pareció haber pasado tan rápidamente, que aún no había decidido que opinión formar en mi mente.

La encargada de mis pensamientos estaba en blanco. Solo veía y escuchaba, mientras a mi propio ritmo lo acomodaba en mi cabeza.

Traficante de armas.
Mi dueño era un traficante de armas y terrorista en proceso.
Así se auto nombró.

Sus ojos estaban llenos de malicia.
Cualquier rastro de amabilidad, cortesía y elegancia parecían haberse desvanecido como fino polvo suelto al aire.
Incluso la sonrisa que esbozaba era totalmente distinta de las que había proyectado hasta ahora.

Maldad.
Era lo único que exudaba de los poros de su piel, en cada uno de sus gestos actuales.
Era como ver a otra persona.

Este no era el hombre que me había comprado.
O tal vez sí. Quizá este era él realmente.
Quizá quien me había comprado era solo un disfraz del ser maligno que ahora se encontraba al lado mío.

Zachary Damen.

Me miraba con una leve sonrisa dibujada mientras ladeaba el rostro de aquí para allá esperando que yo dijera o hiciera algo.
Pero mis palabras parecían estar tomando reposo, y mi cuerpo se mantuvo estático.
Solo aparté la mirada de él y la dirigí hacia el frente, al escenario y la pantalla.

Eran varios lugares con varias personas.
Totalmente enfocadas en su labor, sin un minuto de descanso o vacilación.
Portaban guantes y batas blancas, y una mascarilla cubría la parte inferior de sus rostros, solo dejando sus ojos a la vista.

¿Qué es esto?

¿Qué es esto?

¿Qué es esto?

Era lo único que resonaba en mi cabeza como un mantra.

-Lithium.-le escuché llamar en busca de mi atención.

Giré el rostro hacia él y me lo encontré con la mano extendida hacia mí y el rostro tranquilo, casi igual al hombre que me había comprado, al que conocía, pero la semejanza no era del todo exacta.
Su mirada ya no parecía ser capaz de abandonar esa expresión de locura que se había apoderado de ella.

-¿Me acompañas por favor?

Por más que su frase fue formulada en tono de petición, sus expresiones faciales denotaban exigencia.
Y ciertamente yo no tenía opción.

Tomé su mano y asintió satisfecho, tal vez más de lo necesario. Como si hubiese dudado que accedería. Sus acciones, peticiones e intenciones, no parecían estar de acuerdo el uno con el otro.
Decía algo que su actitud contradecía, por lo que su intención era desconocida.

Prontamente empezó a guiarme hacia dentro, al escenario en el cual yacía la única silla. Subió a la plataforma conmigo sin soltar mi mano, y me llevó hacia la elegante silla.

-Toma asiento por favor.

Obedecí y tomé asiento quedando justo al frente de la gran pantalla.
Se paró al lado mío mirando hacia el frente.

Lithium©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora