- 4. Recuérdalo Leo

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Caminaba por las calles de Lacrimosa, tendiendo en mente que probablemente era la última vez que andaba por aquí.
No tenía ni idea de adónde iría o qué tan lejos; así que capture con mis ojos todo lo que podía para guardarlo en mi memoria.

Había recibido la orden de olvidarme de todo. Hacer como si este lugar nunca hubiese existido ya que según "el hombre", todos los que yo conocía en este lugar, eventualmente terminarían olvidándose de mi existencia también.

Proseguimos en silencio las pocas cuadras que nos separaban del lujoso auto negro que nos aguardaba. Estaba ahí estacionado y a decir verdad era extraño que no tuviesen miedo de dejarlo y que alguien lo robara.
Aquel auto, o incluso la venta de sus partes podría proveer económicamente tal vez por un mes para alguien en Lacrimosa.

Pero supongo que al ver el tipo de personas que eran esos hombres, no se atreverían.
Exudaban un aire de lo que parecería ser intimidación. Así que creo que eso servía de protección.

"El hombre", adjetivo que utilice para nombrar al de ojos azulados al desconocer su nombre, sacó una llave y presionó un botón, acción que causó un pequeño ruido de parte del auto, seguido del destello de unas luces en la parte trasera.

–Listo– dijo abriendo la puerta del asiento de atrás.–Entra.

Lo miré unos segundos, más no titubeé en avanzar hacia el auto. Entré sosteniendo la pequeña maleta en mi mano, mientras "el hombre" cerraba la puerta.

Dio la vuelta y abrió la puerta, entrando en el asiento del conductor.
Giró la llave, y vibré sintiendo los motores arrancar. Sostuve la maleta contra mi pecho mientras él proseguía con el arranque y posterior desplazamiento del auto.

No pude evitar mirar por la ventana las ruinas que formaban Lacrimosa. Cada uno de los lugares por los cuales caminé sin un rumbo o un destino. El polvo del suelo al que mis pies se habían acostumbrado de cierta forma.
Las desoladas casas en las cuales habitaban esas personas que según "El Hombre", olvidarían mi existencia poco después de mi partida.

Este tétrico lugar...
La costumbre de estar aquí, después de haber desarrollado cuatro años de mi escasa existencia aquí, tendría que olvidarlo.
Hacer de cuenta que nunca estuve aquí, o al menos ignorar el hecho de que estuve aquí.

Amnesia.
Debía entrar en un estado amnésico.

Mientras el auto iba saliendo del pueblo, "El Hombre" me echaba pequeños vistazos por el retrovisor, chocando nuestras miradas a cada vez. Sus temerarios e intimidantes ojos azules, ahora parecían haber sido reemplazados por unos más tranquilos y calmados, con la mirada casi liviana.

–¿Por qué?–le escuché preguntar fijando su rostro en el incómodo camino.–¿Por qué estás tan tranquila? O más bien, ¿qué te llevó a ser tan indiferente?

No contesté, fijando mi mirada en la ventana.

–¿No piensas responder niña?–dijo con la voz un poco más alzada.

Lo miré por el retrovisor.

–Para responder debe haber una respuesta. Y en este caso, no la hay.

–Hay una respuesta para todo.

–No soy todo.

–Entiendes a lo que me refiero, maldición.–espetó, chocando su mano contra el volante en señal de...frustración.–Todos formamos parte de la vida, y la vida lo es todo.

Lithium©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora