3. Tiempo

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La escena que había ocurrido en el parque pronto fue olvidada. Chara a regañadientes aceptó que los hermanos los acompañaran y la cita terminó siendo divertida para Frisk.

Volvieron a casa durante la noche, pero no hubo ninguna conversación entre los muchachos de camino a casa. Apenas cruzaron la puerta de su hogar, Chara se fue directo a su habitación, dejando a una preocupada Frisk, quien decidió mejor ir a hablar con Toriel.

—¿Qué me sucede? —susurró el muchacho, dejándose caer en su cama sin siquiera prender la luz del lugar.

La chica inundaba su cabeza desde ayer cuando supo que saldría con Sans. Hiciera lo que hiciera, Frisk aparecía en cada uno de sus pensamientos. Incluso habia llegado a soñar con la muchacha de mirada chocolate.

Puso su mano sobre su pecho, su corazón latía desenfrenado al recordar lo de esa tarde. Tenerla entre sus brazos mientras prometía jamás separarse de él le generaba una gran calidez por todo su cuerpo y le hacía sentir una felicidad inmensa. Deseaba volver a abrazarla, tenerla sólo para él con locura, pero se controlaba.

Chara no era estúpido y comprendió perfectamente que amaba a la chica. El amor era la única respuesta lógica que podía pensar en ese momento, ya que explicaría todos esos síntomas que lo envolvían, tal como los celos y el miedo que sentía cada vez que pensaba en la posibilidad de que ella se fuera lejos con otra persona.

Recordó la visión de ella yéndose fuera de su alcance en ese paraíso de flores y sintió su corazón comprimirse de dolor. Su mano apretó su pecho con fuerza y cruzó el brazo contrario sobre su cabeza para tapar su visión.

—Soy un idiota —murmuró en son de burla, con una sonrisa mientras pequeñas lágrimas corrían por sus mejillas.

¿Cuándo fue que surgieron esos sentimientos por ella? No podía saber si siempre estuvieron ahí, desde su encuentro en el Underground o si aparecieron poco a poco con el transcurso del tiempo.

Recordaba como eran de niños, cuando fácilmente a Frisk la confundían con un chico. La muchacha siempre le dio lo mismo que la catalogaran de chico o chica, esas no eran cosas importantes para ella, por lo que Chara tampoco hacía alguna diferencia con ella.

Pero los años pasan y la biología de hace presente. A pesar de que Frisk siga vistiendo como se le dé la gana, ya era obvio que un cuerpo femenino se escondía debajo de esas ropas. Sus facciones eran más delicadas y su voz era claramente la de una mujer.

Era por esto que ya no podía seguir ignorando que era una chica y sus hormonas le habían empezado a afectar. Nunca fue consciente realmente del cambio porque nunca había imaginado que una posible separación se llevara a cabo. Estaban juntos y eso estaba bien.

Ahora el chico necesitaba de ella. Necesitaba saber que Frisk no se iría a ninguna parte lejos y mucho menos que alguien más empezara a ocupar su mente y pensamientos. Quería que la chica lo mirara como él la miraba a ella.

Si tan solo pudiera controlar su mente como cuando eran niños. Esa idea lo carcomía con locura. Y el pensamiento de llevársela lejos era cada vez más tentadora.

Retrocediendo un poco el tiempo, Frisk apenas se separó de él en la casa, fue hasta Toriel quien leía un poco en la pequeña biblioteca que tenían en uno de los cuartos. La joven tocó suavemente la puerta abierta para llamar la atención de su madre.

—¡Oh! Greetings mi pequeña —Toriel con una sonrisa dejó el libro en una mesita y se quitó los lentes de lectura—, ¿Qué tal la pasaron tú y Chara en el parque?

—Bien —susurró levemente—, pero hay algo que me gustaría preguntarte mamá.

Toriel notó que algo ocurría, así que invitó a Frisk a seguir conversando con una taza de té. Ambas mujeres fueron hasta la cocina y mientras esperaban que el agua hirviera, la joven le comentó acerca del extraño comportamiento de Chara, omitiendo el incidente de la noche anterior.

—Según lo que dices, suena claramente a celos —comentó la mujer cabra con una pequeña risa.

Frisk tuvo que aguantar para no escupir casi todo el sorbo de té que se había llevado a la boca. Le había parecido algo disparatado la idea de que Chara, ESE CHARA, sintiera celos.

La mujer se rió un poco más al fijarse en su expresión.

—¿Acaso tan rara es la idea? Chara es uno de mis pequeños, pero ya es todo un hombre humano, no es raro que le ocurran cosas como éstas.

Recordó el abrazo que tuvieron esa tarde y su sonrojo volvió a sus mejillas. La verdad es que Chara siempre había sido como una especie de hermano para ella y nunca se había fijado en cuánto había crecido.

El joven era bastante bien parecido y siempre tenía aquella penetrante mirada rojiza con la cual sentía que analizaba hasta lo más profundo de su alma. A pesar de haber dejado su pasado genocida atrás, el chico siempre tomó clases de defensa personal desde que era pequeño y todo ese trabajo había generado un buen físico a lo largo de los años.

—Recuerda que tu también eres ahora toda una mujer y Sans no es el único que se ha dado cuenta —finalizó la mujer con una pequeña sonrisa y acabó su merecido té.

La mente de Frisk era un caos. Se sentía atraída al esqueleto, pero ahora no comprendía de que iban esas extrañas sensaciones al pensar en Chara. Siempre fue un buen hermano para ella, alguien que estuvo para ella desde que se vio perdida en el Underground tantos años atrás.

Los comentarios de Toriel sólo la confundieron más y empezó a detestar tener que pasar por todas esas cosas que venían con la edad. Es cierto que hace mucho que ella había dejado de ser una niña, tenía 20 años y sus hormonas le estaban exigiendo probar lo que el sexo opuesto podía ofrecerle.

Volvió su mente a la noche anterior. La forma en que la acorraló contra la pared le había generado terror, pero su corazón, muy en el fondo, había anhelado una especie de contacto entre ambos.

La mente de ambos jóvenes divagaban sobre el otro y lo que el tiempo había provocado en cada uno. Un corazón estaba decidido, pero el otro seguía dudoso. Si no se decidía pronto, esta pieza de vals entre ambas almas no podría concretarse y el final sería una melodía trágica sin nadie que la disfrute.

Chara miraba ahora por su ventana, analizando sus opciones. Hablar con Asriel ya no era una opción y comentarle a su madre sólo podría empeorar todo. Observó la palma de su mano donde una mancha oscura se había estado extendiendo lentamente. Sus ojos brillaron nuevamente con un intenso tono carmesí.

—No puedo perderte, Frisk —susurró para sí y cerró su mano en un puño. Con su otra mano sacó su pequeño collar de corazón y observó las fotos en su interior.

—No sé que hacer —susurró una confundida Frisk en su habitación. Sólo quería que alguien la ayudara a aclararse y decirle que debía hacer.

El tiempo había acercado a ambos humanos, pero ahora parecía que había actuado a sus espaldas haciéndolos crecer y diferenciándolos a su vez.

—Solo puedo hacer una cosa —murmuró por lo bajo el muchacho y se marchó para descansar y así empezar otro día.

El reloj empezó a avanzar una vez más mientras tocaba la orquesta final y ésta vez, el tiempo comenzaba su cuenta regresiva para Frisk.

[Undertale] Deseo de Control (Charisk)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora