7. Odio

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¿Qué harías si te secuestraran, te metieran en una jaula, te violaran y luego miraras como tu violador está agonizando a pocos metros de ti? Si alguien le hubiera planteado esa situación días atrás, de seguro Frisk se hubiera reído de lo ridículo que sonaba en conjunto. Sin embargo, ahora mismo estaba viviendo esa imaginativa realidad y no sabía cómo sentirse.

Sí, Chara la había violado, pero eso no quitaba los sentimientos que tenía por el chico y el verlo agonizando de dolor (al parecer, al borde de un fallo sistemático de todo su cuerpo), no ayudaba para nada a ser objetiva con los hechos. Cualquier otra chica de seguro estaría feliz de ver que su violador sufría por una especie de karma, pero ella simplemente no podía.

—Chara, abre la jaula —le susurró, haciendo un gran esfuerzo para arrastrarse dentro de la jaula hasta el lado cercano al chico.

—¡Te dije que dejaras las pendejadas!

Definitivamente el muchacho podía estar muriendo, pero tiempo para insultarla no le faltaba. Era consciente de que toda aquella negrura significaba un sentimiento de odio profundo, todo gracias a las enseñanzas que Gaster le dio muchos años atrás sobre los distintos colores que podían tener las almas humanas y sus significados.

—Por favor, sólo quiero ayudarte.

—¿Ayudar? —Se burló, mirándola a los ojos con dificultad—. Te acabo de violar, por la mierda, ya deja de ser tan estúpidamente ingenua.

Chara se quejó nuevamente y cerró los ojos con fuerza. Para cuando volvió a abrirlos, Frisk pudo notar como empezaban a teñirse de negro como el resto del cuerpo. El proceso era lento, pero no le quedaba mucho tiempo; algo en su interior le indicaba que si se teñían por completo sus ojos, su alma se corrompería para siempre.

—Eso es una cosa, pero tú vida corre peligro —susurró, intentando no flaquear ante sus insultos.

—¿Y desde cuando te intereso tanto? ¿Acaso no estabas muriendo de amor por el estúpido comediante? —escupió aquellas palabras con verdadero rencor.

Frisk tragó saliva, nerviosa. No sabía que Chara estuviera al tanto de sus dudas emocionales con respecto a Sans y comprendió que todo aquello se había dado por las inseguridades del muchacho con respecto a ello. ¿Pero qué culpa tenía ella en todo esto? El que terminó haciéndose ideas raras (aunque no erradas en ese entonces) fue él.

Iba a seguir mencionando en su mente más razones para no sentirse culpable de la situación cuando Chara de golpe agarró los barrotes de la jaula, asustándola.

—Desde hace tiempo que haces mi vida un infierno —gruñó, sudando y jadeando del dolor—, pero ya no más, porque ahora eres mía, ¿Oíste? MÍA.

En cuanto mencionó aquellas palabras, el joven terminó cediendo y desmayándose frente a la jaula, tan cerca que Frisk era capaz de tocar su cara si pasaba su mano entre los barrotes. La oscuridad en la mente del chico era tal, que lo único que podía recordar como similar era aquella vez hace muchos años atrás, cuando yacía sólo y abandonado en esa fría oscuridad al interior del Underground. Una oscuridad que creyó vivir para siempre hasta que un alma le mostró la salida y al abrir los ojos pudo toparse por primera vez con la mirada infantil de la chica que ahora tenía encerrada en esa jaula.

★★★

A la mañana siguiente, los amigos de ambos humanos habían seguido buscando sin mucho éxito. Asriel empezaba a sospechar que si Chara no deseaba que los encontraran era obvio que no se iba a quedar con Frisk en aquella pequeña ciudad. Sin embargo, era imposible que pudiera pasar desapercibido demasiado lejos si cargaba a la joven inconsciente. Meditó unos segundos más y antes de marcharse a almorzar, observó el Monte Ebott pensativo.

[Undertale] Deseo de Control (Charisk)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora