"Color de rosas"

196 24 3
                                    

Narra Izaya

Desperté notando que me había dormido en la sala del hospital junto a Shizu-chan, me alegra que  Shinra me dejara acá. Alcé mi cabeza y lo pude ver, su rostro no estaba pálido como ayer, tenía sus mejillas más rosadas y un mejor color... Quiero llevarmelo a casa, pero sé que no puedo, al menos lo dejarán acá dos días más.

Me levanté un poco y estiré mis brazos por sobre mi cabeza para luego plantarle un leve beso en la frente. No despertó en un buen rato donde le arreglé el cabello, planee que hacer con él cuando volviéramos, jugué con la dedos de su mano bueno, su brazo es el que me preocupa más que sus costillas, en verdad se recuperará? Shinra no me dio detalles de eso...

Su cabeza se comenzó a mover y me alerte al instante.
-buenos días Shizu-chan-
- buenos días Pulga- me sonrió y yo besé sus labios despacio entre una sonrisa que me devolvió, creo que nunca en mi vida me había asustado tanto de perder a alguien, en realidad nunca me había preocupado por esas cosas, pero, ahora entiendo, que es como despreocuparse de su propia vida, él es la mía.

-me contarás lo  que ocurrió ayer?- le pregunté, en realidad no sabía si realmente me quería enterar pero él parecía no querer contarme.

-podemos...hablarlo después?- me recitó con una voz baja, algo amarga, definitivamente no quería contarme, pero no le insistiría.

-yo...- me habló y le puse toda la atención que tenía.
-qué ocurre?-
-quiero saber si tú estas bien, qué ocurrió durante el día que estuviste encerrado?-
-nada, tranquilo, yo estoy bien-
-tus rodillas?...-
-también, ya no son nada.- le sonreí acariciando su mejilla.

No podía ocultar un amargo en mi boca, sentía un sabor a sangre inexistente en mi lengua más el dolor que con llevaba pero no sé de donde.

-sabes que estuve perdido sin ti...espero que me cuentes cuando estés mejor, al menos, algo que halla pasado por tu mente.
-Eso te lo puedo contar.
-¿qué?- me sonó más como una exigencia.
- Pensé en ti, fuiste todo lo que se me pasó por la mente, tú y casi pude ver una ráfaga de recuerdos sobre nosotros en el pasado... Y que era doloroso que sólo quedáramos en recuerdos.

Dicen que cuando estas tan cerca de una situación de la mano de la muerte  y  juegan con tu vida, la sinceridad ante el momento y los sentimientos son más sólidos que cualquier roca o monumento, y las palabras de Shizu sonaban tal cual, verdaderas y salidas del más allá.

Me daba miedo preguntar, pero debía hacerlo...

- Quizás...pienses que no es bueno que sigamos juntos, ¡Pero...!
-Pero tu y yo sabemos que no es así, ambos sabemos que nos lamentaríamos, yo te lloraría día tras día Izaya. Eso es lo más verdadero que sé, y si tú hubieras muerto, te seguiría.
-Yo....
-No digas que tu también, no eres tan cobarde como yo para dejar a los niños, yo si, me siento débil y me pesa el alma cuando algo te ocurre.
-mierda callate, no quiero llorar desde tan temprano- ahora un salado sabor me llenaba los ojos, y ese ardor en la garganta que no te deja tragar bien.

-por favor nunca desaparezcas.
-nunca...-
-¿nunca nunca?
-nunca nunca.- le aseguro aferrándome a su mano que me envolvía el puño con fuerza, seguridad y amor. - quién diría que un día te lloraría tanto por estar a punto de desaparecer.
-Ese ” quién diría" debería ser una frase típica para nuestra historia.
-Es verdad, quien diría.- le sonreí.

2 Meses después

Las sábanas se arremolinaban bajo el cuerpo de Izaya que estaba recibiendo el mejor de los placeres de la vida, una fina línea de besos en la espada recorriendo su columna mientras sus caderas eran amasadas con cariño y lentitud, un masaje simplemente con un leve susurro al erotismo pero sin llegar a ello.

-Izaya...- le susurraba el rubio al oído de su pareja con cariño solo por decirlo, sólo para darse el gusto de decirlo y sentir que nadie más podía llamarlo así.

El pelinegro giró quedando frente a él tapando su delgado cuerpo con las mandas y acunando al chico en su pecho abrazándolo con piernas y brazos.

-Si yo desapareciera...¿te gustaría estar enlazado conmigo aún luego de eso?.
-cada vez que dices desaparecer recuerdo ese día... Y si el resultado de ese día hubiera sido otro...te recordaría como nadie lo hubiera hecho, hasta quizás extrañaría lo que nunca llegué a saber de ti.- le explicaba acunando su rostro entre sus manos para mirar directo a aquellos ojos dorados que curvaban sus cejas con preocupación o inquietud.

-Izays, quiero pasar el resto de mi vida contigo y al otro lado también.

El corazón de ambos latía con fuerza, Shizuo sobre su pecho, e Izaya bajo su gran cuerpo, el ambiente era inocente, nervioso y desesperante.

-Quiero que veas algo específico de mi, que te sientas mío con ello y sientas que te acompaño aunque no esté a tu lado.

Izaya no podía ver más allá de los ojos de Shizuo, una chispa y fuego que se prendía en ellos y como con un leve movimiento... algo sacó de su bolsillo.

¿Cómo una cajita podía significar tanto? No lo sabía, pero dentro contenía una felicidad tan inmensa que sólo podía esperar a que la abriera.

Y de ella, brotaron dos anillos de oro.

-¿Merecemos ser así de felices?.- Le preguntó Shizuo.

-A quién le importa si lo merecemos, yo lo quiero.

-¿Te casarías conmigo?.
-¡Claro que sí imbécil!.

"Es lo que nos dio el destino "Donde viven las historias. Descúbrelo ahora