Prólogo: "Aquí me tienes, perra".

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Me siento como el tripulante de un navío llamado "Mi vida" del cual dejé de ser capitán hace mucho tiempo y ahora se deja llevar a la deriva en un inmenso mar.

Decidí poner fin a este absurdo cuento en el que protagonista no es ni un príncipe, ni un héroe, ni un guerrero. Sentencié el trayecto. Vi la muerte a cien metros. "Aquí me tienes, perra" le dije. Cerré los ojos y fui hacia ella. Sin duda no fue el final feliz donde el príncipe encontraba a su princesa, o el héroe salvaba al mundo, o el guerrero volvía a casa sano y salvo; pero tampoco fue un triste final. Simplemente porque nunca acabó.

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