Narra Meghan
Los rayos del sol comienzan a entrar por mi ventana, así que cierro los ojos y me tapo la cara con el dorso de la mano. Me volteo para poder mirar al techo y decido pararme de la cama para dirigirme al cuarto de Leilany.
Al llegar, me acuesto en la cama al lado de ella y ella se voltea parar poder mirarnos.
- Buenos días. - digo con una sonrisa.
- Buenos días. - responde antes de bostezar.
- ¿Estás bien? - pregunto y ella asiente. - Pero qué secretito te tenías guardado... - digo y ella ríe.
- Disculpa por... - empieza a decir, pero no la dejo terminar.
- No te preocupes. Ahora, vete levantando de una buena vez, que hoy sí tenemos que ir a la escuela. - sonrio y me levanto de la cama.
- Esta bien, yo me levanto y tú vas directo a lavarte la boca, porque te apesta. - dice tratando de esconder su sonrisa y yo me tapo la boca automáticamente.
- ¡Estúpida! - le grito antes de tirarme encima de ella.
- Avancen o me voy sin ustedes. - dice Jared al abrir la puerta, interrumpiendo nuestra pelea.
- Amargado. - dice Leila antes de sacarle la lengua y yo imito su acción.
- Inmaduras. - dice Jared volteando los ojos y se va.
Después de prepararme y bajar para el desayuno, noté el ambiente un poco tenso.
- Chicos, agradeceríamos que no se acerquen en lo que les queda de año escolar a los Vincent. - dice mamá después de hacernos beber la sangre de animal.
Encuentro el acto de beber sangre asqueroso, pero tenemos que hacerlo para poder sobrevivir. ¿Por qué de animal? Bueno, beber sangre humana haría la convivencia con los seres humanos más difícil.
- ¿Qué? Yo no voy a... - empieza a decir Jared, pero papá lo interrumpe.
- Obedecen y ya. Además, después de que se acabe el año escolar, nos mudaremos. - dice serio.
- ¡¿Mudarnos!? - preguntamos los tres sorprendidos.
- Así es. - dice mamá y noto un poco de tristeza en su voz.
- ¿A dónde? - pregunto.
- Eso no se lo diremos. - contesta papá.
- ¿Qué no nos dirán? Eso podría ser considerado secuestro. - dice Leilany.
- No empieces, Leilany... ¡Y ya, váyanse a la escuela o llegarán tarde! - dice mamá y nos vamos.
Nadie hablo en todo el camino hacia la escuela y al llegar, nos separamos.
Estaba de camino a mi taquilla, cuando vi a lo lejos a Sebastián hablando con la plástica chillona del viernes, quien estaba jugándose con el pelo y riendo.
Me entro un enojo increíble, así que aumenté mi velocidad. Tomé mis materiales y pasé con rapidez por al lado de ellos.
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Si las reglas se pueden romper, ¿por qué no las treguas?
Teen Fiction*EN PROCESO DE EDICIÓN* - Primero que nada, suéltame. - le ordeno levemente enojada y él me hace caso. - Segundo, no hay nada de qué hablar. - digo volteándome hacia él con los brazos cruzados. - Sí lo hay. No nos podemos seguir ignorando de por vid...