Narra Meghan
El camino lo pasamos en total silencio y al sentirme un poco incómoda, decido hablarle por teléfono a Angélique, mi mejor amiga.
Enviado 7:30 a.m.
- ¡Hola Angie!
Recibido 7:32 a.m.
- Hola
Enviado 7:32 a.m.
- ¿Estás bien? - le pregunto preocupada, ya que ella es una persona eufórica. De ese tipo de chicas expresivas y que siempre anda de buen humor.
Recibido 7:35 a.m.
- Mejor hablamos cuando llegues.
Enviado 7:36 a.m.
- Bueno - entonces, miro a mi alrededor antes de responder y noto que ya estamos entrando al estacionamiento. Borro y vuelvo a escribir. - Ya llegué. ¿Dónde estás?
Recibido 7:37 a.m.
- En el aula.Ahora sí, mi preocupación es auténtica. Ella odia estar ahí, siempre hace lo posible para llegar tarde. Me despido de Jared, aunque probablemente no me escuchó, porque se puso a tomar una siesta con el asiento del chófer echado hacia atrás. El tonto a veces me da pena.
Es bastante parecido a mi madre, pero con las facciones marcadas como mi padre, mide como 1.89 metros y con un cuerpo bien trabajado. Sí, mi hermano podría ser un enorme idiota, pero eso no le quita a nadie la habilidad de ver y menos a las que tienen un cerebro más pequeño que el de él.
Con mi gran suerte presente, mientras estaba en mi irregular charla mental, Jared se había levantado y me había pillado mirándolo.
- ¿No quieres mejor una foto? Sé que soy hermoso, pero no pensé que hasta mi hermana caería ante mis encantos. Lo lamento, Meg, pero no le entro a eso del incesto. - dice con tono de burla y una sonrisa engreída.
Deja que le arranque un día de estos su maldita sonrisa.
- ¿Serás idiota? - escupo enfurecida.
Yo marcando algunos puntos positivos y él me viene con semejante estupidez. Es TAN difícil convivir con ese ser. Decido no perder más tiempo dentro del auto y me bajo para encaminarme a la entrada ignorando su contestación.
- ¡Meghan! - escucho que alguien me grita. - ¡Meghan, espera! - ahí noto que es mi hermano, pero no me detengo.
¡Que se fastidie!
- Lo lamento, hoy no es una buena mañana para mí. - dice cuando me alcanza.
Se rasca la nuca mientras evita mi mirada, por lo que noto que para él debe ser un momento bastante incómodo gracias a su ego.
- Te pasastes. - le recuerdo.
- Lo sé. Créeme que si no fuera así, no estuviese en esta horrible situación. - rio levemente y él me dedica una sonrisa de lado.
- Vale. Ya te puedes ir y fingir que no me conoces, ésto es muy raro para mí también. - digo terminando de reirme y tratando de mirarlo con disgusto.
- ¿Quién eres? No me hables. - entonces, se da la vuelta, gira la cabeza levemente para guiñarme el ojo y desaparece de mi lado.
Ese es mi estúpido, egocéntrico y popular hermano... Siento que se me olvida algo, pero como pasa tan a menudo, lo paso por alto y continúo mi camino. Por los pasillos hacia mi taquilla, recuerdo mi conversación con Angélique y salgo corriendo al aula. Saco mi teléfono del bolsillo trasero de mis vaqueros y, al checar la hora, noto que son las 7:58 a.m. ¿Tanto duró mi pelea con Jared? ¿Qué clase de amiga soy? ¿Cómo lo olvide?
Llego agitada al aula y escucho a alguien gritar provocando que me detenga con la mano en la manija de la puerta sin abrirla.
- Malditos, ¿no entienden que uno se siente mal? Cierren la pu...
¡Espera! Ese alguien es Angie. Entro de volada captando la mirada de todos y dejando a mitad de palabra a mi amiga.
- ¿Meghan? ¡Meghan, al fin llegastes! Dile a estos desgraciados irrespetuosos que se callen. - dice Angie de muy mal humor.
Es evidente que está cansada y enojada. La pobre tampoco descansó...
- ¡Que bueno que llegastes, Meghan! ¿Podrías hacernos el favor de calmar a la histérica de tu mejor amiga? - dice Kaled Clark, otro de los idiotas populares y capitán del equipo de lacrosse.
Ojalá haya escuchado mal...
- ¿Acabas de llamarme histérica? - le responde Angie caminando de manera desafiante hacia él.
- Sí. ¿Necesitas también que te lo defina? - pregunta Kaled con burla.
Ay, no... Es evidente que toda la hostilidad se debe a la falta de sueño.
- Maldito mimado, no sabes con quién te estás metiendo. - dice ya casi a su altura.
Decido intervenir aunque el idiota se lo merezca porque no voy a permitir que Angie se meta en más problemas con el director.
- Angélique, por favor, respira hondo. No vale la pena que gastes energías en éste. - comento sosteniéndola por los brazos con un poco de fuerza y ella bufa.
- Que bueno que le des esos consejos, Meghan. Yo sé que tú eres la que quiere gastar sus energías conmigo. - dice sonriente antes de guiñarme el ojo.
- ¿Perdón? - pregunto sorprendida y enfadada volteandome hacia él.
- Sé que escuchaste bien, linda. - responde guiñando nuevamente.
No tardo ni cinco segundos en pegarle un bofetada y lo primero que escucho son las carcajadas de Angélique. Kaled sube su mano a la mejilla sonrojada y voltea a mirarme enfurecido antes de intentar acercarse, pero Angie se interpone.
- Ni lo pienses, bravucón. - le dice seria y él bufa antes de alejarse.
El profesor Jiménez entra al aula pidiendo silencio y se sienta al frente detrás de su escritorio frente a la pizarra viéndose también cansado.
- Sabes que no es necesario defenderme. - le digo a Angélique mientras nos dirigimos a ocupar nuestros lugares.
- A mí tampoco. - responde con una sonrisa, la cual le devuelvo.
Al fijar nuestra atención al profesor, notamos que el pobre se había quedado dormido sentado. Todos alrededor del aula nos dimos miradas comprensivas antes de escaparnos lenta y silenciosamente para no levantarlo.
---------------------------------------------
• Jared Adams en multimedia
• 1.89 metros son 6' 3" pies

ESTÁS LEYENDO
Si las reglas se pueden romper, ¿por qué no las treguas?
Teen Fiction*EN PROCESO DE EDICIÓN* - Primero que nada, suéltame. - le ordeno levemente enojada y él me hace caso. - Segundo, no hay nada de qué hablar. - digo volteándome hacia él con los brazos cruzados. - Sí lo hay. No nos podemos seguir ignorando de por vid...