Narra Leilany
Ya ha pasado semana y media desde la fiesta de Kaled, en la que Sebastian se emborrachó y en todo este tiempo, ni él ni Meghan se han hablado. Literal, se cruzan por los pasillos y ni se miran, él ya ni se toma el tiempo de ir a molestar, no se escuchan sus peleas en todos lados... O sea, todo está tranquilo y todos pensarán que es lo mejor, pero no. Todo esto es lo peor y es una tortura. Sí, antes habían parado de hablarse, pero solo era por unas horas o unos pocos días, porque SIEMPRE tenían algo por lo que pelear, fuera lo que fuera. Además, he intentado sacarle información a Meghan junto Angelique y a Quevin, pero nada de nada. Con solo decir el nombre de Sebastian se pone tensa y cambia de tema o se va y nos deja con la palabra en la boca. Bueno, hasta Jared está preocupado por la situación y dice que Sebastian anda en las mismas... ¿Qué puñetas habrá pasado aquel día? ¿Y por qué carajo Sebastian reaccionó así en la fiesta? Necesito esas respuestas o me volveré loca.
- ¿En qué piensas? - me pregunta Meghan llena de curiosidad. Que bella, como mandada a pedir me llegó.
- ¿Yo? - le preguntó como si la cosa no fuera conmigo.
- ¡No! Fijate, le hablo a la taquilla de al lado y tú estás en el medio de nuestra conversación. - me responde lo más sarcástica posible y revoleando los ojos.
- Bueno, pienso en Sebastian y en tí. - ahí está. Con solo mencionar su nombre se pone tiesa como piedra, pero ya lo esta aprendiendo a disimular porque vuelve a revolear los ojos.
- ¿Qué haces gastando tu valioso tiempo pensando en él? Aunque la verdad necesitamos gastar nuestro exceso de tiempo, pero gastarlo en él es similar a tirarlo a la basura.
- Exacto. Pero no tendría que estar gastando mi tiempo, si tú me contarás lo que está pasando entre ustedes. - digo tratando de examinar su reacción, pero lo único que consigo notar es que se puso del modo pensativa, como recordando algo que la pone cada vez más tensa y nerviosa, pero a la vez muy enojada.
- ¿Meghan? - digo con voz sutil.
- ¿Qué? - me pregunta borde.
- No crees que si me contarás lo que sea que te este pasando podríamos resolverlo...
- Pero a mí no me pasa nada. - entonces la miró con cara de "¿me ves cara de pendeja?" y ella baja la mirada y vuelve a hablar. - Tal vez otro día, ¿vale?
- Si así lo quieres, vale. - le respondo con una sonrisa, porque sé que lo que le haya pasado le incomoda, pero estoy loca por saber.
- Gracias. - con eso finalizamos la conversación y transcurrimos el resto del día hasta que llegó la maravillosa hora de salida.
Al llegar a la casa, que por cierto nos tuvo que traer Quevin ya que la hermosura de mi hermano se fue temprano y ni nos avisó, nos encontramos obviamente con el carro de Jared, pero también con otro carro BASTANTE conocido. Al Meghan percatarse, me miró bastante preocupada.
- Ese carro no puede ser lo que yo pienso, ¿verdad?
- No creo, Jared nos hubiera avisado. - le digo, porque las pocas veces que Jared ha traído visita, siempre nos enteramos, y más si es ÉL.
- ¿Qué pasa? - me pregunta Quevin preocupado.
- Nada importante, gracias por traernos. - digo ofreciéndole una sonrisa y luego dándole un piquito de despedida.
- Con ese premio, cuando quieras. Aunque claro está, lo puedes mejorar cada vez. - dice guiñandome el ojo y yo me sonrojo levemente.
Sinceramente, no estoy muy acostumbrada a eso de los "novios", y mucho menos me gusta demostrar amor en público o casi en general.
- Bueno, tórtolos, adiós. - dice Meghan retirándose y yo decido seguirla, pero alguien me detiene abrazándome por la espalda con sus brazos rodeando mi cintura.
- Te amo. - susurra en mi oído poniéndome los pelos de punta y se retira así porque sí, de la nada, como si eso no hubiese acabado de pasar y yo parada como una estúpida estátua.
- Lo mato. - susurro.
Odio que Quevin haga eso. Entonces de momento, escucho el grito de Meghan y voy corriendo preocupada hacia ella.
¿Qué puedo decir? ¿Disculparme por haber estado equivocada? El caso es que ahora estoy parada en la puerta de la cocina y lo que veo primero es un vaso roto en el suelo, luego a una Meghan petrificada y por último, un Sebastian cerca a ella con ambos conectando miradas sin siquiera parpadear. Imaginar que ni me han me notado.
- Tenemos que hablar. - le dice Sebastian serio, pero nervioso.
¡Al fin me enteraré de lo que pasó!
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Si las reglas se pueden romper, ¿por qué no las treguas?
Novela Juvenil*EN PROCESO DE EDICIÓN* - Primero que nada, suéltame. - le ordeno levemente enojada y él me hace caso. - Segundo, no hay nada de qué hablar. - digo volteándome hacia él con los brazos cruzados. - Sí lo hay. No nos podemos seguir ignorando de por vid...