Capítulo 3: El tomatito que no respira

7.4K 274 12
                                    

Narra Meghan

Lamentablemente, después de no tomar la clase del Prof. Jiménez, los demás maestros sí dieron clases. Ahora mismo me encontraba caminando con Angélique hacia el comedor, tengo una hambre horrorosa por culpa de que mi especial hermano no me permitió desayunar.

- Oye Meg, que raro que no haya visto a Leila en clases. ¿Está enferma? - me pregunta Angie.

- Yo he estado haciendo la misma pregunta. Durante todo el fin de semana, no puso pies dentro de la casa. - le explico y me vuelvo a proponer la misma duda del fin de semana. Había parado de darle cabeza, ya que mis padres me dijeron que estaba bien, pero de todos modos tengo la duda.

Como si estuviésemos implorando al hablar de ella, la reina de Roma apareció por la entrada, entrando a escondidas con... ¡Quevin! Mi mejor amiga y yo nos dimos miradas cómplices y cambiamos nuestro rumbo hacia ella. Ella aún no nos había visto, pero nosotras la teníamos en la mira y estábamos listas para recibir contestaciones. Mientras tanto, Leila mira a Quevin con una sonrisa dulce, la cual él le devolvió de inmediato y se acercó a ella para darle un tierno beso, pero no se podían quedar en su burbuja de amor por siempre.

- ¡Leilany! - gritamos mi compañera y yo juntas. Ella se separa asustada y voltea como la del exorcista a ver quién la había cachado, mientras Quevin bufa enojado.

Al ver que éramos nosotras, se tranquiliza y voltea hacia él para darle un piquito rápido con todo y la sonrisa después, a lo que él responde quedándose mega atontado, y camina hacia nosotras que estábamos en nuestra fase de brazos cruzados exigiendo explicación.

- ¡Hola, chicas! - nos saluda alegremente, como si lo que acabáramos de ver fuera normal.

- ¡Hola, querida hermana desaparecida! - le contesto sarcásticamente.

- Já. Já. Já. Que graciosa la nena. - dice igual de sarcástica. - ¿Estabas preocupada? - ahora cambio a burla.

Angie y yo nos volvemos a dar esa mirada, Leilany lo nota e intenta escapar dando pequeños y lentos pasos hacia atrás.

- ¡¿Sigues siendo virgen?! - le preguntamos al unísono, gritando emocionadas en el medio del pasillo, captando la mirada de los que estaban pasando y obviamente éstos empiezan a murmurar. La cara de mi hermana valía millones, y más con lo ruborizada que estaba, andaba peor que un tomate. ¿Estará respirando?

Andaba totalmente pasmada nuestro tomatito y aún no nos respondía a nuestra pregunta. La verdad es que mi hermana anteriormente no creía en el amor, hasta que Quevin la enamoró y se convirtió en su primer novio. Tan linda historia. Además, él es mi mejor amigo, pero desde que se ganó el corazón de mi hermana, ya no nos pasamos tanto juntos. Admito que lo extraño y hasta le tengo un poco de celos a Leilany, pero me alegra que sean felices.

- ¿Qué-qué-qué me pre-preguntaro-ron? - pregunta Leila tartamudeando, nunca la había visto así, excepto en algunos momentos pasados con Quevin.

- Tranquila, mujer, solo era una broma, sabemos que no pasó nada. - dice Angie tratando de calmarla.

Poco a poco volvió a la normalidad y reestablecimos nuestra conversación de camino a su taquilla.

- Entonces, Leila, ¿porqué no fuistes a casa en todo el fin de semana? ¿Qué estabas haciendo? ¿Dónde te quedastes a dormir? ¿Con alguna amiga? - pregunto de corrido sin ni siquiera respirar y ahí vuelve la tomatito.

- Meghan, maldición, ya déjala tranquila por un rato. ¿No ves que está demasiado nerviosa? ¿Qué hay si de verdad perdió su virginidad con Quevin y tenía miedo de haber quedado embarazada, así que no volvió hasta estar segura? ¿O la perdió y quiso repetirlo hasta más no poder? - dice Angie como si fuera algo serio.

Al mirarnos y luego mirar a la tomatito que no respira, nos echamos a reír. Ella siempre se pone así cuando discutimos estos temas, pero esta vez la notaba más nerviosa.

- ¿Pueden dejar eso? ¡Me tienen harta con sus inmadureces y perversiones! - dice Leilany alzando la voz y retirándose molesta.

Esta vez, nosotras fuimos las pasmadas, porque ella no nos alza a menudo la voz y, si lo hace, es de broma. Peor, no es una persona de enojarse fácilmente con nosotras... Es la más que nos soporta.

- Creo que nos pasamos. - dijimos a la vez Angélique y yo.

- Deja de repetir lo que digo. - volvimos a decir al unísono, entonces nos miramos serio y hable primero.

- Debemos ir a disculparnos. - dije.

- Concuerdo. Y añádele que nos debe el interrogatorio. - me responde.

- Exacto. - finalizo antes de irnos corriendo detrás de Leipany, quien ya había desaparecido del pasillo en el que nos encontrábamos.

Al llegar a su taquilla, la encontramos con la cabeza metida dentro de esta. Así que nos colocamos recostadas a las taquillas de los lados.

- De verdad lo lamentamos. - dice Angie.

- No era nuestra intención. - digo y ambas hicimos pucheros.

- No es su culpa y sé que se merecen la verdad. Aunque, también sé que si no se las digo, andarían siguiéndome por toda la escuela hasta conseguir las respuestas a su interrogatorio. - dice mirándonos con una sonrisa y nosotras reímos levemente.

- De verdad, que a veces me asustas, lo sabes todo. - digo a modo de broma.

- ¿Por qué será? Pero volviendo al tema, sí, pasé el fin de semana con Quevin, pero aún no pierdo mi virginidad. - dice y, con lo último, ponemos cara de decepción, pero ella se sonroja y notamos que no había terminado.

- Leilany, habla ahora mismo. - digo con voz mandatoria.

Eso fue un poco raro, ya que a pesar de tener la misma edad, ella siempre ha sido la madura. Y no, no somos gemelas y ella es mayor por meses, algo súper raro a lo que decidí nunca darle cabeza. Las tres junto a Quevin, estamos en undécimo y Jared esta en duodécimo junto a su "líder". Que raro, a ese tampoco lo habia visto, pero mejor no mandarlo a llamar. Detesto a Sebastian.

Ella comienza a jugar con su pelo suelto, enredando repetitivamente un dedo en el, demostrando que estaba nerviosa y nosotras exigiendo una explicación inmediata.

- Pues... Verán, no lo hicimos, pero estuvimos a punto. Además, durante todo el fin de semana dormimos juntos y, odio aceptarlo, pero lo adoré y nunca había pensado en pasar por ninguna situación similar. Daría lo que fuera por que... - dijo empezando tímidamente y luego hablando con emoción hasta caer en cuenta de lo que decía, pero ya era muy tarde. Nosotros estábamos con nuestras quijadas ya en el suelo.

Empieza a reír incómoda antes de volver a hablar. - Ay, ¿pero qué digo? ¡Ya ven las tonterías que me hacen decir chicas! No puedo creer que se la creyeran. - finaliza riendo, se voltea y se retira.

Ella podría haberlo tratado de resolver, pero ya estaba hundida y totalmente coladita por Quevin, aunque probablemente nunca lo admita. Nos quedamos en esas hasta que el timbre nos hizo reaccionar y darnos cuenta de todo, incluso de que no habíamos podido almorzar y ya teníamos que presentarnos en clases. Maldije por lo bajo y mi estómago resonó por el hambre, pero, por primera vez, digo que de verdad valió la pena el no haber almorzado. Pobre Leilany, le será imposible perdonarse por lo que dijo, por poco dice lo que realmente siente.

---------------------------------------------
• Leilany Adams en multimedia

Si las reglas se pueden romper, ¿por qué no las treguas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora