CAPÍTULO 3

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El remitente era Anne , la mujer no conocía a nadie con ese nombre, cuando abrió la carta se encontró con una hoja en blanco. Era un texto secreto. Cogió la carta, prendió una vela y fue quemando la tinta con la que había sido escrita y así fueron apareciendo las letras.

15 de Diciembre de 1978

Madre,

Soy yo, Hellen, te escribo bajo el nombre de Anne porque me encuentro refugiada en un pueblecito a la afueras de Londres. Me llegó una carta en anónimo diciéndome que viniera aquí, que debía encontrarme con la única persona que conoce los detalles del atentado.

Aquí estoy, te diré más cosas al volver. Te pido que no se lo cuentes a los niños.

Un beso

Hellen

Margaret no se lo podía creer. Aún sorprendida de lo que sus ojos habían acabado de leer, se levantó del sofá y apresuradamente fue a coger una hoja y una pluma. Estaba dispuesta a redactar una carta de vuelta. Al finalizar, releyó lo escrito y hizo un gesto de aprobación. Decía:

16 de Diciembre de 1978

Hija,

Acabo de leer tu carta y decidí escribirte de vuelta. Debo decirte que los policías han descubierto algo más acerca del antentado. No quiero preocuparte con esto pero,me dio un infarto cuando me dijeron que estabas desaparecida, me temía que esos infelices te hubieran raptado, o aún peor, matado.Tan grande fue el pánico que me tuvieron que llevar de urgencia al hospital. Hace como dos horas que me han externado. No te preocupes por los niños, en todo momento fueron supervisados por los oficiales y los médicos. He de decirte que me parece una locura lo que has decidido hacer y qué sino me respondes a esta carta iré junto con los policías a buscarte. Podrías tener graves problemas con la justicia.

Te dejo un plazo de una semana. Cuídate por favor.

Un beso

Margaret



Margaret metió la carta en un sobre y de allí en su cartera. Llamó a los niños y dieron comienzo a susalida. Varias casas más arriba había un buzón. La anciana se detuvo un momento delante de este, sacó su carta y la echó por la apertura. Ivonne, que no había visto ninguna carta en el recibidor decidió preguntarle a su abuela a quién iba dirigida. Margaret le dijó que era para una amiga suya que vivía a unos 50km de allí.Ivonne esbozó una sonrisa a modo de tranquilidad, pero no se tragaba para nada lo que su abuela le había acabado de contar. Decidió dejar el tema, pero no se olvidó de ello. Mientras tanto ya habían llegado a su destino, el centro de Londres. De allí pasearon hasta un parque de los alrededores. Era una tarde perfecta en el sitio perfecto. El parque era una maravillosa estancia, tenía unos árboles de distintos tipos, pero todos de hoja perenne, lucían espectaculares dentro del reservado espacio a la naturaleza,distintos tonos de naranja, rojos y marrones intensos. A través de todo el parque se podían observar estatuas que representaban diferentes personajes. Al centro, y para finalizar, se encontraba lo más majestuoso de este parque, que era el río. Se podían ver cisnes, patos, ranas y todo tipo de anfibios y animales acuáticos.Los niños nunca lo habían visto, pues este se encontraba bastante lejos de su casa y nunca venían por esta zona. Disfrutaron muchísimo de lo que veían, y jugaron como nunca. Aunque Elisabeth ya estaba cerca de la mayoría de edad le encantaba gastar energía de esa manera. La abuela que ya estaba cansada y llena después de todo, se sentó tranquilamente en un banco y se limitó a mirar como se divertían. Aún así, los niños pensaron en ella, y de tanto en tanto iban a hablar con ella. Sin que nadie se diera cuenta, ya se veía el atardecer, el sol se iba posando, y el cielo se tornó de un color anaranjado. La abuela decidió que ya era hora de partir hacía el hogar. Los niños, cansados después de aquella tarde, hicieron un último esfuerzo por llegar a casa. Una vez dentro, corrieron escaleras arriba y sin cenar, sin desvertirse, y sin hacer nada más cayeron rendidos encima de sus camas. La abuela en cambió ceno,leyó, y ya cuando sintió que sus párpados cedían fue a la planta superior. Al ver que los niños ni siquiera se habían arropado, como buena abuela y por su instinto materno fue a arropárles. Entonces sí, cuando ya hubo acabado fue a su cama se tumbó y cayó en un profundo sueño.

A la mañana siguiente, la primera que se despertó fue Ivonne y miró el reloj. De mala gana se levantó de su cama y emprendió hacía la cocina. Le habría gustado dormir más, porque solo eran las nueve. Pero sabiendo que no iba a lograrlo pensó que era mejor empezar el día. Así que una vez llegada a la cocina se preparó una taza de té y unas tostadas y se dispuso a desayunar. De pronto oyó la bicicleta del cartero y en menos de un minuto este bajó del sillín y depositó un sobre por debajo de la puerta.Ivonne se levantó de inmediato, cogió la carta de dentro del sobre y leyó en voz alta el remitente Anne pensó en la "amiga"de su abuela, pues debía de tratarse de ella.

Hasta aquí el capítulo 3.
Ojalá os haya gustado.
Espero vuestros comentarios y votos.

V

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