CAPÍTULO 7

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Mi vista se acabó encontrando con el suelo esperando hallar así las palabras adecuadas para responderle a mi abuela. Me había pillado y esta vez no era ninguna pesadilla, era real. Levanté mis ojos azules para mirar un segundo a mi abuela que seguía en la misma posición y con la mirada congelada de antes. Esto se iba a poner muy feo.

— Bien. No hace falta que me respondas — Dijo sarcásticamente.

¿Debía hablar? ¿Debía decirle algo? Era como cuando mi madre me preguntaba algo sabiendo ya toda la verdad. ¿Para qué responderle si igual ya me había pillado? Preferí seguir callada a meter la pata con algún comentario inapropiado.

— Bien bien, estupendo. ¿No tienes nada qué decir Ivonne? Como por ejemplo ¿Qué hacias hurgando entre mis asuntos? Dime, sí dime — siguió mi abuela.

¿Qué debía decirle? ¿Qué me enteré de que mi madre enviaba estas cartas y de que ella nos lo ocultaba y de qué quería salvarla? Pues sí, exactamente eso le dije.

— ¡Por Dios! Dime Ivonne ¿Qué habrías podido hacer tú? Eres una niña de dieciséis años, no habrías podido hacer nada. No sabes nada de este mundo, hace apenas unos años que dejaste de jugar con tus queridas muñecas. ¿Ahora pretendes dártelas de mayor y salvar a tu madre? Estúpida niña. Madura — me dijo.

Palabra por palabra fueron haciéndose paso hasta llegar a mi corazón, clavándose allí como armas de guerra. Poco a poco, oración a oración me hundieron cada vez más. Verdades que llegaron a mi cerebro haciéndome ver lo que yo intentaba ocultar. Era una niña, una estúpida niña. Así era. No puedes pretender ser alguien que no eres, porque llegará el momento en el que ya no sabrás actuar. Mis lágrimas caían por mis mejillas como gotas de un diluvio, mi abuela aquí delante haciéndome sentir pequeña, como una hormiga, como una pelusa en este mundo. Sentí vergüenza, vergüenza de mi misma. Mi cuerpo reaccionó poco a poco dejándose arrastrar por el dolor y acabé en el suelo con mis rodillas al pecho llorando como cuando era pequeña y le tenía miedo a la oscuridad. Como una pobre ilusa que piensa que su novio mujeriego le quiere y luego se entera de que ha vuelto a estar con otra. Así. Sí,así.

Mi abuela desapareció de mi vista por el resto del día. En todo ese tiempo estuve llorando y llorando esperando a que de alguna manera este llanto me hiciera olvidar. Y de alguna manera así lo hizo porque empecé a sentir mis ojos cerrarse y caí en un sueño profundo por unas cuantas horas, olvidándome así del resto del mundo.

A la mañana siguiente bajé a la cocina y desayuné en silencio junto a todos los demás. Notando, evidentemente, la mirada de decepción de mi abuela y hermana en mí, haciéndome una vez más sentir menos. Después de aquello simplemente salí al jardín. Necesitaba respirar aire fresco y vaciar un poco mi mente. Estaba exhausta de todo el tema de mamá, de haber ideado todo y ahora de haberlo pedido. Tan rápido como lo tuve se escapó de mis manos.

Estaba sentada en el césped de color verde chillón de mi jardín con los ojos cerrados cuando de repente oí un ruido. Lo dejé estar pensando que tal vez podría tratarse de alguna ardilla, pero lo volví a oír. Y una vez más, y otra. Decidí levantarme acercándome al lugar de donde provenía el ruido. Y lo volví a oír mejor, pudiéndome dar cuenta esta vez de que se trataba. Sonaba como herraduras, no estaba segura de que fuera un caballo hasta que oí el relincho. Sí, era un caballo. Moví con mis manos unas cuantas ramas para así llegar al área donde se encontraba el bonito animal de pelaje blanco. Era hermoso. El caballo se me quedó mirando pero no se asustó de mi presencia. Estaba esperando a que me acercara o al menos así lo sentí yo. Así que hice caso a mi instinto esperando no equivocarme y recibir alguna patada en mi cuerpo. Cuando estuve cerca de su cara, podía oír perfectamente su respiración acompasada, parecía estar tranquilo queriendo decir que ya llevaba un tiempo entre estos árboles. Toqué con cuidado su cabeza acariciando de paso su pelo, esperando alguna reacción adversa por su parte. Pero eso nunca ocurrió, todo lo contrario, el caballo fue acercando su cabeza cada vez más para que siguiera tocándole. Aquello me hizo reír, era un caballo bien mimado. Tenía que sacarlo de allí, pues no podía quedarse entre aquellos árboles siempre. Le daría de comer y de beber, pobre, a saber cuánto tiempo llevaba por allí. A medida que se acercaban de nuevo a la casa Ivonne se dio cuenta de que aquel caballo no era como todos los demás, no se asustaba con la presencia de los humanos, más bien le encantaba. Y era muy pero que muy tranquilo. Era un noble animal. Quería quedárselo.
Pero... ¿Y si tenía dueño? Lo hablaría con su abuela. Tenía que hacerlo. Dejó al caballo en el jardín con una olla llena de agua y otra de paja para que pudiera satisfacer sus necesidades básicas. Se encaminó al interior de la casa buscando algún ruido que le indicara donde se encontraba su abuela. No quería hablarle, seguía teniendo vergüenza de su comportamiento, pero lo haría por Ray, así es como ahora se llamaba el caballo. Era un macho por lo que pudo observar. Oyó un ruido finalmente procedente del salón. Allí estaba. Sentada en el sofá tejiendo un jersey para Alexander. Llenó sus pulmones de aire para luego soltarlo poco a poco y así empezar diciendo:

— Abuela — su abuela se dio la vuelta — quería decirte que... encontré... un caballo — soltó.

Su abuela la miraba como esperando que siguiera con su discurso. Pero Ivonne no tenía nada más que decir. La abuela finalmente se dio cuenta y añadió:

— Vale, está... bien — la incomodidad era palpable.

— Quería preguntarte si podríamos quedarnos con él — dijo Ivonne.

La cara de la abuela era un poema. Sus gafas estaban cayendo por el puente de su nariz, tenía los ojos abiertos como platos y sus cejas fruncidas. Negó rápidamente con la cabeza.

— ¡Por supuesto que no Ivonne! ¿Estás loca? — acabo diciendo.

Ivonne la miraba mal. Estúpida vieja pensó. Después de aquello su abuela empezó a gritarle y a decirle que se estaba volviendo una muchacha rebelde y que así no llegaría a ningún sitio. Después le reprochó por el caballo diciéndole que estaba loca, que su casa no era una granja y así es como Ivonne acabó con el caballo caminando por los campos de alrededor de su casa. Su abuela le había dicho que se deshiciera de aquella bestia. Ah sí, la abuela tenía pánico a los caballos. De hecho creyó que Ivonne lo había hecho a posta para vengarse de todo lo que le dijo ayer. Así es como Ivonne también acabó castigada. Bueno, la vida le iba de maravilla. Nótese la ironía.

Ivonne iba caminando silenciosamente con Ray a su lado hacia la colina Walley, una colina que se encontraba cerca de su casa. Su abuela le había dicho que llevara al animal allí. Rodó los ojos con exageración imitando según ella la voz de abuela, repitiendo lo que ella le había dicho. ¡Oh Dios mío! Llévate a este monstruo de aquí. ¡Ohhh está levantando las patas! ¡Nos va a matar! ¡Rápido Ivonne hazlo desaparecer de aquí! Ah y, estas castigada jovencita. Nada de salir de esta casa. Nada de ver la televisión, nada de comer postre, ¡Nada! ¿Me has oído? Bla, bla, bla... Siguió imitándola Ivonne. Absorta en su propia película no se dio cuenta cuando una gota cayó por su nariz, luego por su brazo y finalmente en su cabeza empezando de allí a caer un diluvio universal. Sí, lo que faltaba pensó ella.

Ray empezó a correr colina arriba buscando un refugio, pero era una colina, no había árboles. ¡Caballo estúpido! gritó Ivonne y empezó a correr detrás del animal. Finalmente llegó al final de la colina, donde había unos árboles, allí es donde el caballo encontró refugio. Ivonne llegó al poco rato, empapada hasta la médula y jadeando como si hubiera acabado de correr una maratón. Miró al caballo de soslayo mientras dejaba su cuerpo caer al suelo. El suelo estaba seco ya que las frondosas copas de los árboles impedían que la lluvia llegara a mojarlo. Respiró hondamente, mientras que Ray se acercaba a lamerle la cara. Ivonne se quedó estática esperando que la lluvia acabara pronto.

Hasta aquí el capítulo.
¡Vaya personaje Ray!
Espero vuestros votos y comentarios.
Encontré inspiración en la canción Unwritten - Natasha Bedingfield

V

Frente El DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora