CAPÍTULO 8

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Después de lo que parecieron años la lluvia finalmente cesó. En ese tiempo mi ropa tuvo tiempo de secarse. Ray estaba tendido en el suelo respirando tranquilamente dando a indicar que estaba dormido. Me levanté y palmeé su lomo de forma delicada pues no quería asustarlo, en el momento que la palma de mi mano empezó a acariciarle se despertó y se levantó rápidamente. Relinchó moviendo todo su cuerpo, sobretodo su pelo, para así quitarse la suciedad que le cubría. Tal como un perro cuando sacude su cuerpo para quitarse el agua.

— Oh Dios, eres una diva Ray.

Él pareció entenderme ya que levantó sus patas delanteras juguetonamente.
Después de aquello los dos emprendimos el camino hacia la colina, más exactamente hacia la granja del señor Patrick. El pasto tenía una textura blanda bajo las pisadas de Ivonne, el chapoteo de los zapatos y patas en el caso de Ray,era el único ruido que se escuchaba. Pronto la valla de madera de la granja de su vecino se hizo visible. Ivonne inspeccionó con su mirada el lugar en busca del dueño. En cuanto lo vio sonrió felizmente, conocía al señor Patrick desde pequeña, de hecho éste era gran amigo de su padre. Su padre... pensó. ¿Se habría enterado de que había muerto? Al pequeño funeral que hicieron no asistió. Detuvo sus pasos al estar delante de la pequeña puerta de metal que unía las dos vallas. ¿Debía llamarlo? ¿Debía entrar sin más? Se decantó por la primera opción ya que hacía muchísimo tiempo que no venía por aquí y era posible que el señor Patrick ni se acordara de ella y empezara a tirarle palos.

— ¡Señor Patrick! ¡Señor Patrick!

El hombre se dio la vuelta al escuchar su nombre y lo que vio lo dejó sin habla. Ivonne. Hacía muchísimo que no la veía, aquella pequeña fue como su propia hija. Esbozó una sonrisa de oreja a oreja mientras se ponía de pie. Le abrió la puerta a ella y a su acompañante, que bueno, era un caballo. Ivonne le miraba de manera tímida no sabía que decirle. El señor Patrick estaba feliz así que simplemente le abrazó cordialmente. La muchacha respondió algo incómoda al abrazo. Aunque conocía al hombre desde siempre los años hicieron que una situación tan normal se convirtiera en un acto extraño.

— Ivonne, muchacha. ¿Cómo estás? ¡Cuánto tiempo! ¡Cómo has crecido! Estás preciosa, igual que tu madre.

Su madre... pensó en ella. Este señor no paraba de recordarle todos los problemas que tenía.

— Buenas, señor Patrick. Sí, hace muchísimo tiempo que no venía por aquí, supongo que por la escuela. Muchas gracias — dijo mientras sonreía tímidamente.

— Me alegro de verte Ivonne. Y dime ¿Cómo está tu padre? Hace mucho que no viene por aquí, vaya.

La pequeña sonrisa de Ivonne cayó al suelo convirtiéndose en una fina línea sin expresión.

No lo sabe.

— Verá... no sé como decírselo, la verdad no es algo a lo que me haya acostumbrado aún — empezó diciendo Ivonne — Mi padre murió hace una semana.
Exactamente una semana. Vaya se sentía como años.

La cara del señor Patrick cogió un color pálido después de escuchar las palabras de Ivonne. Aquello era algo que nunca habría querrido escuchar. ¿Cómo era posible? En su mente se hicieron presentes diversas imágenes y recuerdos de ellos dos juntos. Se conocían desde que eran pequeños, estuvieron juntos hasta en el ejército. Eran hermanos de corazón. Aquello que sentía el señor Patrick era imposible de explicar con palabras. El sentimiento de perder a un ser querido es uno de los sufrimientos más grandes, y él lo sabía. No iba a llorar, no ahora.

— ¿Cómo?... —murmuró.

— Una bala perdida le dio en el pecho — contestó Ivonne.

Ver así al señor Patrick hacia que su corazón se rompiera, sabía que eran como hermanos y que aquella información sin duda le había descolocado considerablemente.

— N-o, me lo puedo creer. Ni siquiera tuve consciencia de ello. Es realmente impresionante. Siento muchísimo no haber acudido al funeral, de verdad. Lo siento hermano —dijo mirando al cielo.

(...)

Ivonne le contó todo lo que sabían acerca de los terroristas.

De paso hablaron de cómo estaban sus respectivos familiares mientras bebían un poco de té.

— Bueno ¿Y qué te trae por aquí?

— Oh, verá, el caballo que vino conmigo, me lo encontré ayer cerca de casa de mi abuela, no tengo ni idea de quién es o qué hace aquí. Lo llevé a casa con la esperanza de que mi abuela me deje quedármelo, pues no me deja. Por eso estoy aquí. Me dijo que lo trajera aquí que usted se lo quedaría.

— Oh, bueno pues tu abuela tiene razón, necesitaba un caballo aquí en la granja. Si quieres puedes ayudarme a instalarlo en el establo.

Dicho y hecho en menos de veinte minutos Ray estaba instalado en su sitio con su respectiva comida y bebida. Ivonne no pudo evitar sentirse triste, le había cogido muchísimo cariño y de verdad deseaba quedarse con él. El señor Patrick lo notó así que puso sus manos sobre los hombros de la muchacha y le dijo:

— Ivonne, puedes venir cuando quieras a visitarlo. Puedes venir a quedarte aquí si quieres algún día, sabes que Rose y yo te queremos como a una de nuestras hijas. Podrías darle de comer y pasearlo.

Ivonne pensó que no era mala idea. Después de todo el señor Patrick y la señora Rose seguían siendo esas buenas personas que había conocido desde siempre. Sin duda volvería por allí.

— Vendré. Eso seguro — contestó felizmente Ivonne.

— Aquí te esperamos — respondió el señor Patrick soltando una leve carcajada.

Ambos se dirigieron hacia la salida. Se despidieron e Ivonne emprendió la marcha a casa. Pensó en su abuela, seguro le reñiría por haberse demorado tanto.

Tal y como lo vio venir Ivonne fue castigada por su abuela una semana más. Alargando así, su encierre. Ivonne negó con la cabeza, se vistió con su camisón de noche, se hizo una coleta y se metió en la cama cayendo así en los brazos de Morfeo.

Lo que no sabía nadie era que un tétrico personaje observaba dormir a Ivonne desde su ventana. Pronto aparecería en el escenario, muy pronto.

Tan tan tan

Hola a todos😘
Espero vuestros votos y sobretodo comentarios acerca del capítulo.
Besos
V

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