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- Hola a todos, bueno, voy a presentarme aunque ya me conozcáis y me conocéis por que soy vuestro profesor de Filosofía en el Instituto Norte: Soy Patrick Weastler y trabajo para una de las agencias de seguridad y espionaje más importantes del mundo.

Todos rodeaban al profesor y le escuchaban con atención hasta que Helena saltó de la cama de Harakura y le interrumpió:

- Sí, esto, Patrick, disculpa. Antes que nada creo que debemos explicarles a los niños qué hacemos todos aquí. -La mujer miró a las demás damiselas de la Baraja buscando su aprobación.

- No creo que deban enterarse, cuánto menos sepan más protegidos estarán en cualquier clase de interrogatorio: Si no saben nada, no podrán decir nada. -Bufó la rusa moviendo su pierna dolorida.

- ¡Hemos metido a seis civiles en esto! ¡Tienen derecho a saber la verdad! Adelante, Helena. Habla. -Ordenó Harakura molesta.

Agnessa aceptó a regañadientes.

- De acuerdo, yo soy Helena Sparks, La Dama de Picas, ella es Harakura Nayura, la Dama de Tréboles, la mujer a la que han disparado se llama Agnessa Mulov y es conocida como la Reina de Corazones. - Max se revolvió en su asiento, ¿La Reina de Corazones? ¿Era ella? - Aquella es Antonella Carboni, la Reina de Diamantes. -Antonella movió el cigarrillo a modo de saludo. -Somos conocidas mundialmente como Las Mujeres de la Baraja, nuestras vidas se cruzaron cuando teníamos vuestra edad, eramos ''delincuentes'', la CIA y el FBI nos buscaron durante varios años, nos dedicábamos a robar y estafar, llevábamos una vida espléndida en una de las Islas del Caribe cuando recibimos un chivatazo: Un tal Rudigger Flicks, una especie de policía, quería reclutarnos para montar una unidad de acción gubernamental, ¿qué quiere decir esto? Nos querían a las cuatro para que trabajáramos con y para el gobierno, la élite quería tenernos cerca y poder atarnos en corto. Al principio pensamos que era un locura pero si les ayudábamos nos darían inmunidad por todos nuestros crímenes, por lo que nos entregamos. Meses más tarde después de trabajar para Rudigger yo... Yo cometí un error, los jefes de Rudigger querían encarcelarnos, los peces gordos no estaban de acuerdo con nuestra inmunidad y querían dar ejemplo encerrándonos a las cuatro, pero yo mantenía una relación amorosa con Rudigger y estaba embarazada, a si que, sólo ellas tres fueron a la cárcel. A principios de año, uno de esos peces gordos, uno corrupto, se puso en contacto conmigo, me habían ayudado no dejándome entrar a prisión y era hora de devolverles el favor. Mi misión era reclutar de nuevo a las Mujeres de La Baraja y trabajar para un tal Rossi, por eso me fui de Monteluna, tenía que encontrarlas a todas y reunirlas de nuevo. No sabemos quién es Rossi, pero está muy enfadado, traicioné su confianza y se quiso vengar, por eso enviaron a esos hombres a buscaros a tu cumpleaños, Violeta, querían secuestraros o mataros o qué sé yo. Rossi es peligroso, de él es de quién huimos.

Los jóvenes escuchaban atentamente a Helena sin creerse aquella historia del todo. Parecía el argumento de una de esa películas cutres de los noventa:

- Todavía no me ha quedado claro si vosotras sois las buenas o las malas. -Escupió Violeta enfadada.

- Vivi...

- ¡No! ¡Vivi, no! No me puedo creer que nos dejaras solos por irte a jugar a los espías con tus amiguitas de la infancia.

Helena calló.

- Tu madre sólo quería protegeros, niña. Muéstrale un poco más de respeto. - Regañó Harakura a Violeta.

- ¡Tú no eres quién para hablarme así! -Exclamó la joven mientras se levantaba del suelo. Caleb se levantó también para sujetar a su novia.

- Oh, ¿en serio, cielo? ¿Vas a pegarme? - Preguntó Harakura Nayura a la chica intentando provocarla.

Violeta quería lanzarse encima suya y tirarle de los pelos pero H se adelantó y la agarró por la cintura.

- ¡Ya está bien! ¡Esto es lo último que debemos hacer! ¡Ya hay gente que quiere matarnos como para que ahora nos matemos entre nosotros! ¡Estaos quietas, sentaos! -Helena no sabía como pero su carácter había regresado. - Todos estamos muy cansados y nerviosos y necesitamos dormir y comer en condiciones. Ya sé que hay diferencias de edad, de culturas y de estilos de vida, pero vamos a tener que trabajar juntos. Todos.

- ¿Trabajar para qué? - Era la primera vez que Luc habría la boca, muchos de los integrantes de aquella habitación se habían olvidado de que estaba allí, sentado en un rincón agarrándose las rodillas con los brazos.

Helena puso sus ojos en aquel chico rubio con el pelo despeinado y ojos claros y soltó una especie de risa:

- Para sobrevivir.

Abraham se puso nervioso, empujó a Alex, se levantó de la cama en la que estaba sentado y se dirigió corriendo a la puerta de la habitación del hotel pero Antonella le cortó el paso.

- No, no, no. De aquí no va a salir nadie, todos estáis metidos en esto. En el momento en el que subisteis a esa furgoneta entrasteis en el juego. Nadie se rinde. Ahora no se puede tirar la toalla, sería mucho más peligroso para vosotros.

El chico se secó el sudor frío de la frente.

- ¡Yo no tengo por qué estar aquí! ¡Ni si quiera os conozco! ¡Esto es un puto secuestro en toda regla! - Al chaval le estaba dando un ataque de pánico y comenzaba a subir la voz. Antonella se puso frente a él y le dio dos cachetadas en la cara.

- ¡Eh! ¡Ya está bien, joder! ¡Siéntate y cierra la puta boca!

Abraham no salía de su asombro, ¿aquella mujer le había pegado? Se tocó la mejilla con la mano y regresó a su sitio sin volver a rechistar. 

- Sí, está genial esto de que queráis llevarnos con vosotras a vuestras excursiones y eso pero yo no sé los demás pero a mí, mañana, me esperan en mi casa para comer, ¿no creéis que mis padres llamarán a la policía? El lunes hay clase, tenemos examen de Trigonometría, ¿el instituto no va a llamar a nuestras casas si faltamos? ¿A tercera hora?

Luc había dado en el clavo. Las Mujeres no habían pensado en eso.

Todas se quedaron pensativas.

- Está bien, sacar vuestros móviles. -Ordenó Agnessa después de gemir de dolor.

Los chicos obedecieron.

- Quiero que le escribáis un mensaje de texto a todas esas personas que puedan sospechar, eso sí, nada de llamadas: Padres, mejores amigos, entrenadores... A quién sea. Quiero que sea creíble: Os vais de viaje de fin de curso, a dormir en casa de un amigo, de retiro espiritual, a las misiones... Lo que sea.

- Yo diré en el instituto que vuestros padres ya me habían avisado de que os ibais a tomar unas vacaciones adelantadas.

- ¿Veis? Algo así... -Dijo Agnessa orgullosa del profesor.

- Madre mía, esto es de locos...

- Yo estoy muy asustada.

- Tranquila, estoy aquí.

- Mis padres me van a matar.

- Vamos a morir todos, de fijo.

Harakura se llevó dos dedos a la boca y silbó:

- ¡Eh! No quiero oír más quejas, ni llantos ni ver más lágrimas. A vuestra edad yo había entrado en la base de datos del FBI tres veces, Helena tenía en su cuenta personal casi un millón de dólares, Agnessa trabajaba de sicaria y Antonella se había sacado cinco carreras y hablaba siete idiomas.

- Ocho.

- Eso, ocho. Lo que quiero decir es que ya no sois unos críos y esto no es un videojuego, esto es la vida real y quieren mataros. Id a dormir. Salimos hacia el ferry en tres horas.

- ¿Dónde vamos?

- Ya lo verás, morenita. Ahora a dormir.

Tu boca convocaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora