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Mi casa estaba más desordenada que normalmente.

Tenía que decorarlo y ordenarlo todo, así que decidí meterlo todo en un armario. Sí, soy muy desordenado, ¿y qué le hago?

Faltaban un par de horas para la cita con Anaís, así que con la ayuda de Mangel conseguimos prepararlo todo.

Los videotutoriales de YouTube fueron muy útiles, sí.

Mangel cubrió toda mi casa de velas y rosas.

A pesar de parecerme demasiado cursi, me centré en el menú. Elegí los nombres más raros de todos, mal no podía salir.

Me vestí mi traje y me peiné. **** Antes de abrir la puerta respiré hondo y repasé mentalmente lo que tenía que hacer.

R: Adelante. Estás muy guapa.

A. G...gracias, tú también.

Llevaba un mono azul marino con estampados dorados que marcaban sus curvas tan finas que por veces me hacían tener la sensación de que iba a caerme en un precipicio sin fondo.

R: Siéntate, por aquí.

Haciendo caso a un tutorial, le aparté la silla como un caballero.

3 horas para cenar y las conversaciones eran interminables.

Risas, vino, mucho vino, y anécdotas increíbles.

R: Me parece alucinante lo mucho que se puede conocer a una persona en una noche.

Una vez acabada la cena, conseguí convencerla de ir hasta su casa cuando me enteré de que Aroa se había quedado allí unos días debido a una discusión con su padre.

El plan había salido todavía mejor de lo previsto.

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