12

13 1 0
                                    


*Narra Aroa*

A un mes de selectividad, la llegada de mayo fue horrible.

2º de Bachillerato había sido muy duro, y más difñicil se me hizo con la muerte de mi madre y el coma de mi hermana.

Pero debía seguir.

Unos días después de que Anaís y Rubén llegasen borrachos, decidí ir al hospital antes de ir al instituto, pero mi padre me llamó para impedírmelo.

A pesar de que insistí en saber el porqué de su insistencia, acabé aceptando y me despedí de él.

No vivíamos en la misma casa, se nos hacía duro. Anaís y su madre me habían acogido en la suya y les estaba inmensamente agradecida por ello.

Obviamente me pudo la curiosidad y tras colgar el teléfono, me encaminé hacia el hospital.

Estaba todo exactamente igual que hacía unos días. Llegué a la 311. Abrí. Vacía. Completamente...vacía. Comprobé el número para asegurarme de que no me había equivocado.

Fui hasta la oficina de información y me confirmaron que a mi hermana le habían dado el alta la noche anterior.

No entendía nada.

Sin saber qué hacer y sin pensarlo dos veces, algo hizo que fuera hasta nuestra casa. La misma en que me había criado. La misma que había abandonado hacía unos meses. La misma a la que pensaba volver después de mi graduación.

Algo me decía que no podía esperarme algo bueno de aquella visita.

Efectivamente, no me sorprendió ver enfrente de mi casa un camión de mudanzas.

Allí estaba mi vecina, esperándome. Con mis maletas, con cajas y libros. Con toda mi vida.

Al menos mi padre se había tomado la molestia de recoger y empaquetar mis cosas antes de abandonarlo.

Intenté llamarlo. Sin línea.

Sin tener a dónde ir ni qué hacer. ''Al fin y al cabo acabamos valorando los detalles más insignificantes, los que aparecen un día en tu vida sin avisar y lo cambian todo. Detalles.''♨

MAYBEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora