Capítulo 36. Fin.

174 13 2
                                    


Día 43

De vuelta al bosque una vez más, esta vez la única diferencia era que ya estábamos más cerca de casa.

—¿Todo va a estar bien? —Pregunté riendo entrelazando mi mano con la suya.
—Nada estuvo bien cada vez que te decía eso.
—Eso no importa, terminé a tu lado todas esas veces.
—Te prometo, que todo saldrá perfecto esta vez.

Seguimos caminando pensando en que pasaría cuando llegue a casa, sé que mamá no la aceptaría, sé que nadie la querría aquí, eso era un problema, nadie quería a la persona que yo amaba.

—Chandler, no debes preocuparte.
—¿Qué sucederá contigo?
—Ya te lo dije, lo que esta vida me tenga planeado.
—¿Y si en realidad no tiene nada para ti?
—Entonces eso significa que no debo estar más aquí.
—¿Volverás a México?
—Si vuelvo allá moriré, de la misma manera será si me quedo aquí.
—¿Entonces esto es todo? –Me detuve en seco y ella volteó a verme.
—Probablemente.
—No puedes cambiar mi vida por completo y después simplemente irte.

Ella no dio palabra alguna, sólo se acercó para abrazarme.

—Lo siento tanto. —Rompió en llanto—. La locura me dominó por completo, quería que todas ellas se alejaran y tenerte sólo para mí, no podía compartirte con 2 millones de personas más, así que había tomado los últimos fuegos pirotécnicos que papá había dejado y fui en busca de ti...
—No tienes que decir más, sino quieres.
—Nunca te dije la razón del por qué me gustabas.

Cuando ella dijo esas palabras, mi corazón comenzó a latir muy rápido, no importa la edad que uno tenga, siempre las razones por las que alguien nos quiere, nos hará temblar.

—No tienes por qué decirlo, no ahora, puedes hacerlo cuando ambos estemos en casa.
—¿Ambos?
—Si, vendrás a vivir conmigo.

La abracé con tanta fuerza que podía sentir los latidos de su corazón.

—No podré Chandler, y lo sabes muy bien. —Dijo en un callado susurro—. Cuando una persona está devastada, la amargura y la depresión aparecen, estas se convierten en agonía. Chandler, tenía agonía, papá había muerto. —Comenzó a llorar más—. él nos había dejado a mamá y a mi solas. Por dentro estaba muriendo, hasta que te vi por una simple pantalla de televisión, tus lindos ojos, tu cabello revuelto y tus ligeras pecas, el verte hizo que una esperanza prendiera dentro de mi, mi sueño eras tú y la razón por la que quizás seguía aquí. Cuando supe que vendrías, algo invadió mi mente. Y, en serio espero que me perdones por todo lo que te hice pasar

Sus lágrimas no paraban, salía una tras otra, empapando sus coloradas mejillas y su mentón.

—Tranquila. Eso no importa ya, lo que de verdad importa es que estamos juntos, y jamás me dejaste.

Recargué mi cabeza en la suya, respirando su aroma y dejando un pequeño beso en esta.

—Vayamos a casa. —Susurré.

Seguimos nuestro camino tomados de la mano hasta llegar a otro barranco, del lado más profundo, habían rocas, y del otro, que era menos, un lago.
Caminamos por la orilla fingiendo lanzarnos.
Como era de esperarse, algo arruinó los buenos momentos que teníamos, en este caso eran los sonidos de sirenas, quizás correspondientes a patrullas de policía.

—Debe ser Zack. —Dijo mirando alrededor asustada.
—Quizás es otra cosa.
—Supongo que es aquí donde todo termina. –Respondió con la voz entrecortada fijando su vista en mi.
—No, estás equivocada. —Añadí en el mismo tono de voz que ella.
—Sigue este río, lo conoces perfectamente, él te llevará.
—No me hagas volver allá
—Chandler, recuerda que tienes que irte a casa.
—No, no quiero, ellos esperan a Chandler Riggs, el famoso actor, yo no soy él, ya no más, te necesito a mi lado, ven conmigo.
—No importa la persona que seas, yo siempre estaré en un lugar cuidando de ti. Te amo

Me besó y luego me empujó hacia la orilla, haciendo que cayera al lago.
Cuando salí a la superficie pude escuchar atentamente lo que sucedía allá arriba. Me escondí en la orilla de la roca para evitar ser descubierto. Ella tenía razón, era Zack.

—Vaya, vaya. Al fin estás sola. ¿Dónde quedó tu estúpido hombrecito? —Habló Zack.
—Es todo, se fue a casa, él no tenía culpa de nada.
—Me alegra que te haya dejado, no eres más que una tonta estúpida que mete en problemas a la gente.
—Si, ¿Verdad? Qué divertida es la vida así. –Escuché su voz con sarcasmo.
—Algunas últimas palabras.
—Siempre recordaré la sonrisa de Chandler. —Habló más alto—. Su cabello, sus manos, su hablar, sus ojos, su manera de ser; torpe y encantadora. Sin duda lo amé infinitamente, de una manera en que no puedo expresar todo lo que me hizo sentir, y sin duda, sin importar cuantas veces tenga que salir herida, o en este caso morir, lo elegiría para siempre.
—Ya se acabó este tonto juego de amor homicida.
—Vaya que ese sería un buen título para mi vida, pero esto no acaba aquí, ustedes no me tendrán, voy a morir libre.
—Eso crees querida, tienes cientos de armas apuntándote, es tu fin.

Dicho eso, el sonido de cientos de armas siendo disparadas inundó el lugar, después de unos segundos, un silencio total se hizo presente, sangre descendía de la roca y pude escuchar un "Misión cumplida, ella está muerta." Una ansiedad inundó mi cuerpo, tapé mi boca callando los desesperados sollozos que se presentaban, estaba deshecho por dentro, y era curioso, la única persona que podía consolarme por la muerte de Zoe, era Zoe.
Salí del río sigilosamente para poder seguir la orilla, hasta que por fin llegué al lugar que tanto conocía, todo el camino estuve patéticamente llorando con la ropa húmeda. Atravesé el espacio de árboles que dividía el río del patio de mi casa.
Al fin estaba de vuelta.
Ahí, una mujer estaba de rodillas acariciando a un gato.

—Tranquilo Aether, Chandler volverá. —Dijo dándole una pequeña pieza de pollo.
—¿Mamá? —Pregunté con la voz entrecortada viendo a la deslumbrante señora que estaba frente a mi.
—¡Dios mío! Chandler.

En ese momento no supe quien lloraba más, a ella no le importó que estuviera con la ropa mojada, simplemente me abrazaba apretándome cada vez más a su cuerpo.

—Por favor, dime que esto no es un sueño.

Sus manos temblorosas movieron con desesperación mi cabello, las detuve.

—No mamá, no lo es.
—Al fin estás en casa. —Murmuró.

Amor Homicida. (Chandler Riggs)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora