Capitulo 2

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Día 3

Desperté con la esperanza de encontrarme en casa y que todo lo sucedido fuera solo un sueño, pero para mi desgracia, no lo era. Aún me encontraba en aquella habitación, y a lado se encontraba ella, descansando tranquilamente, su pelo cubría un poco de su rostro, seguro en sus ojos cerrados guardaba un profundo secreto, la luz del sol que entraba por la ventana rebotaba en su cuerpo creando una apariencia angelical. Creo que si le quitas lo obsesionada y Psicópata puede resultar una persona enserio hermosa.

Quite unos mechones de su rostro. De a poco iba acercándome a sus labios. Podía sentir su respiración chocando contra mi cara. Ella aun no despertaba. Esa era una sensación muy extraña, producía algo inexplicable en mí. Mis labios rosaban los suyos, como si fuesen metal y son atraídos por un imán. Alguien tocó la puerta haciendo que me alejara de su rostro.

—Zoe, ya levántate. —Dijo alguien aún tocando la puerta.
—Ya voy. —Respondió la chica levantándose y poniéndome una cinta en la boca.

No podía musitar palabra alguna, ella me cubrió con unas colchas, sólo quedaba escuchar.

—¿Si? —Preguntó cuando abrió la puerta de su habitación.
—Me tengo que ir, te cuidas, ¿De acuerdo? —Habló otra persona.
—Si, adiós.

Escuché la puerta cerrarse y los pasos yendo hacia mi.

—¿Qué quieres desayunar? —Preguntó mientras me quitaba las colchas de encima y la cinta de una manera tan delicada y nada dolorosa.
—Lo que sea está bien, gracias.
—Bueno. —Dijo desamarrándome.
—Gracias. —Susurré al sentirme un poco libre.

Zoe fue al armario, sacó un poco de ropa y la colocó al pie de la cama, me miró un poco apenada.

—Te pones esto, cuando termines bajas a desayunar.

Ella salió, dándome privacidad para poder colocarme la ropa como ella me lo había pedido. Miré al rededor de la habitación, está vez, la ventana tenía un candado.
Bajé cuidadosamente con la intención de que no me apareciera esa sonrisa psicópata de la nada, y así fue, no me encontré con ella hasta que llegué a la cocina donde ella cocinaba algo en la estufa que olía rico.

—¿Podrías poner los cubiertos, por favor? —Cuestionó dándome una inusual y cálida sonrisa.
—Claro. —Respondí un poco extrañado debido a aquel gesto en su rostro.

Coloqué los cubiertos en la mesa y ella sirvió el desayuno, comimos tranquilamente, ninguno de los dos miró al otro y no musitamos palabra alguna. Zoe terminó después que yo, se levantó de la mesa y me tomó de la mano.

—Vamos al baño.
—¿Qué? —Pregunté nerviosamente desconcertado.
—Tenemos que cepillarnos los dientes después de cada comida, ¿no?
—Oh, claro.

Cuando entramos al baño ella se acercó provocativamente hacia mi, dejándome atrapado entre su cuerpo y el lavabo, estaba tan anonadado como para pensar con claridad.

—Chandler, si me permitieras por favor moverte, necesito los cepillos.
—Lo siento. —Dije y me hice a un lado.
—Ten, este azul es tuyo. —Añadió entregándome un cepillo de dientes nuevo.
—Gracias...
—¿Sucede algo?
—¿Por qué estamos ambos en el baño al mismo tiempo?
—Porque podrías escapar por la ventana.
—¿Cuál? —Pregunté confundido—. ¿Esa de ahí? Pero si es muy pequeña.
—Podrías escapar de alguna forma. —Contestó convencida de que yo podría escapar por la ventana de apenas 20cm de ancho.

Amor Homicida. (Chandler Riggs)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora