CAPITULO VIII, EL ICEBERG

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CAPITULO VIII, EL ICEBERG

                A la mañana siguiente, Aiza espero que Hathor saliera a la reunión diaria del consejo. Una vez que se fue, ella se vistió rápidamente y se asomó por la puerta de la habitación en busca de Ren. Pero otro guardia ocupaba su puesto a esa hora.

— ¿Has visto a Ren?

—No mi Señora. Hoy es su día libre. Dijo que iría de caza al bosque temprano junto a sus amigos.

Entonces Aiza corrió a montar su caballo, tomo firme las riendas y se apresuró al bosque.

CAMARA DEL CONSEJO DEL AGUA

                Los miembros del consejo se levantaron de sus asientos y saludaron a Hathor —quien esta vez llego a la hora acordada —con un, buenos días Señor Rey del Agua. Halt que llego junto a Hathor infló su pecho de orgullo y sonrío.

                —Señor, esta reunión solo permite a miembros del concejo —dijo Una, el consejero. Mientras miraba a Halt.

                —Lo sé Una… mi padre es el motivo de nuestro primer tema a discutir esta mañana —aclaro Hathor.

                — ¿Qué quiere decir con eso Señor? —pregunto Emil.

                —Quiero que mi padre forme parte de este consejo. Tomando en cuenta su gran experiencia como comerciante, y también pensando en la cantidad de oro que el reino le debe. Si no fuera por él, ninguna de las celebraciones recientes se hubieran podido llevar a cabo.

Los hombres del consejo se miraron y no podían ocultar su incomodidad.

                — ¿Alguien se opone? —pregunto Hathor soberbiamente. Y el silencio se apodero de la cámara.

                —Muy bien. Felicitaciones padre, eres el nuevo miembro del consejo.

                —Gracias Señor, es un honor —dijo Halt.

BOSQUE DE UL EKER, REINO DEL AGUA

                Aiza se apresuraba todo lo que podía sobre su caballo. Miraba a todas partes en busca de Ren. Pero este no aparecía. De pronto, a la orilla del rio hombres del agua pescaban —pero no precisamente con cañas de pescar. Si no con su arte —. La Reina se acercó.

                —Buenos días.

                —Buenos días mi Señora —dijeron todos a coro.

                —Busco a Ren ¿Lo han visto por aquí?

                Los hombres se miraban y movían la cabeza negativamente. Nadie lo había visto. La Reina siguió recorriendo el bosque en busca de su guardia personal, pero ni rastro. Pero sin quererlo Aiza diviso a dos hombres conversando entre los árboles.

— ¿Qué pretendes? ¿Qué haces tu padre en el consejo?

                —Fue la única forma que se me ocurrió para poder utilizar su oro.

                — ¿Su oro?

—Con el oro de mi padre podremos forjar y renovar nuestras armas. Hace 600 años fue la última guerra. Dime Rax… ¿Notaste en el torneo que la mayoría de las espadas de nuestro ejército están pudriéndose?

                —No. No preste atención a eso —dijo —. Pero tienes razón, no nos sirve armamento en ese estado.

                —Mi padre es un Celon como yo. Amamos la sangre, la guerra y mucho más la victoria. Y queremos recuperar las tierras del oeste. No permitiremos ni un día más que los hombres del fuego pisen nuestras tierras. Los expulsaremos.

FATA     (SAGA Parte 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora