what harry never knew; larry

पंद्रह

0015.

Harry Styles desapareció de su casa el día 13 de septiembre. Ni su madre ni su hermano lo vieron salir por la noche, así que, prácticamente, se había escapado.

¿Con quién?

Nunca lo supe. Y creo que nunca lo voy a saber.

Para mi desgracia, Harry nunca tuvo amigos de verdad como para contarles sus planes de escapatoria o algo parecido. Ni siquiera me tuvo confianza para comentarme algo al respecto.

Nunca supe cómo se sentía. Ni qué pensaba. Ni qué le gustaba. Ni cómo podía ser en sus ataques de libertad y desesperación.

Entré a la cafetería hecho una furia, haciendo que las puertas de entrada chocaran contra la pared y volvieran a su lugar inicial después de mi acceso. Hice que muchas personas voltearan a verme, pero sólo me interesaba tener la atención de una.

—¿Dónde mierda está?—llegué con él y, sin dudarlo, lo tomé por el cuello de su camiseta y le propiné un puñetazo en la mandíbula. Mis nudillos ardían y los sentí pesados, pero no iba a ceder—. ¡Dímelo, maldito idiota!

—Oye... no sé de qué estás hablando.

—Ya pasaron dos días. Nadie sabe nada de Harry. ¿Dónde está?— levanté el puño y él alejó la cara como reflejo. No lo golpeé esa vez.

—Amigo, sólo estuve con él un par de veces. Pregúntale a su novio, seguramente se lo dijo a él.

—¡Mierda! Yo soy su novio. Lo era—farfullé, haciendo que la vista se me nublara. Ahora todo parecía confuso.

—Suéltame entonces—pidió—. Oye... no sé nada de Harry desde hace varios días, ¿sí? Tampoco estaba enterado de su desaparición.

Afortunadamente, sus amigos retrocedieron para darnos espacio. Y, con ello, también privacidad.

—¿Dices que estuviste con él?

—Sí, era algo extraño. Lo siento, eh...

—Louis.

—Soy Jason—me percaté del hematoma que estaba apareciendo en su barbilla—. Perdón por decirlo así, pero Harry era un hijo de puta con las personas. Me alegra que se haya ido, hermano. Quién sabe con cuántos más estuvo.

Apreté los puños nuevamente.

Todos sabían cómo era él. Todos se daban cuenta de que yo no significaba nada, y mucho menos era el único hombre en su vida.

Siempre estuve cegado por su belleza peculiar, por su forma tan indiferente de tratarme, su cabello, su cuerpo al caminar, su adoración hacia su hermano, el trato hacia su madre...

Me tenía pendiendo de un hilo.

Y ahora que se había ido, yo estaba cayendo.