Estamos al frente de una pequeña laguna congelada que está oculta por el gran parquet.
-La encontré hace unas horas, -se gira para mirarme, estamos cerca y eso me pone nerviosa, pero él solo me mira a los ojos, -y pensé en ti, -frunzo el ceño por una respuesta y él me sonríe, mira a la laguna y me mira, -Ambas son iguales: se ocultan del resto, son capaces de salir pero no lo hacen, suelen ser frágiles pero cuando alguien trata de pisotearlas no se llegan a romper con facilidad, son condenadamente hermosas en un mundo frívolo,- me sonríe plegadamente,- ustedes son complicadas para el mundo pero no saben que son transparentes para muchos. –Mira abiertamente a la laguna, -y suelen ser especiales para otros.
Aprovecho su distracción, cojo un poco de nieve entre mis guantes, formando una bola, cuando él voltea se la tiro en la cabeza.
-Eres un sentimental, -vuelvo a coger otro poco de nieve y se lo tiro sin formar una bola, empiezo a reír sin contenerme, verlo lleno de nieve, nunca jugamos a esto. Él no se queda atrás y me tira más nieve, empiezo a correr solo que por la nieve no soy tan rápida y caigo, veo a Nick de pie al frente, riéndose de mi torpeza, ahora yo estoy llena de nieve. Me extiende una mano para que me ayude a levantarme, se la concedo pero lo jalo y él cae a mi costado, llenándose de nieve. Ambos empezamos a reír, me siento y lo miro, -eres la mejor persona que haya tenido en la vida, bueno... no se lo digas a mi madre.
Él sonríe y se levanta, ayuda a levantarme y nos detenemos al ver unas luces encenderse por todo alrededor de la laguna. Empieza a tirar de mi mano, llevándome hasta el centro de la laguna. Río nerviosamente, aunque estemos con guantes, siento una chispa viva recorriéndome.
Nick toma mi mano derecha y quita el guante, él repite lo mismo. Saca una caja pequeña del bolsillo de su casacón.
-ábrelo. –ordena.
-No es mi cumpleaños. –le digo mirándolo a los ojos.
-lo sé.
Le sonrío y rompo el envoltorio, es una pequeña caja, abro la cajita y en todo su acolchonado espacio, hay un anillo con un diamante grande en su resplandor. Lo miro, pidiéndole a través de mis ojos que me lo ponga, él toma mi mano en la suya y ubica el anillo en mi dedo. Se ve tan hermoso, lágrimas empiezan a rodar por mi mejilla.
-Cásate conmigo, Devonz. –susurra, viéndolo también romperse. Quiero preguntarle muchas cosas, pero no es el momento. –No me pidas un porqué, solo quiero que sepas que por más de diez años te amé, te amé tanto que dolía hacerlo. Creí que alejarme sería un espacio grato para ti como para mí, no lo era. No necesito una cita contigo, -se detiene, levanta mi mano y le da un suave beso, -porque todo el tiempo que pasé contigo, fue, es y será perfecto. Solo déjame seguir siendo tu hombro de confort pero de una manera más íntima.
Tiembla mi labio incesablemente, él siempre estuvo enamorado de mí y ni mi instinto de mujer lo percató, nada. En este momento de confusión se ha ido, solo quiero... nunca fui buena para saber lo que quiero, pero a Nick es lo que quiero.
-¿te arrepentirás por la mañana? –pregunto, saliendo un pequeño gemir.
-Nunca. Hoy como en todos mis cumpleaños, deseé tener el valor de decírtelo y Hoy quiero que me digas lo que sientes, porque sé que mi tacto te calienta, mi mirada te gusta, mi risa la amas y odias que suela tener razón. Pero eres jodidamente complicada, eres la razón de mi ejercicio constante porque no puedo controlarte eres diferente y siempre lo serás porque Te Amo. Tú eres bipolar y yo un diabético, estamos enfermos y jodidos pero todo lo que quiero es verte al final del día. Quiero levantarme, respirar, comer, bañarme, platicar, visitar a mis padres, viajar, dormir y soñar, contigo. Odio cuando lloras, odio que esquives mi mirada, odio que seas tan deseable, odio cuando no ríes lo suficiente y odio cuando alguien tiene toda tu atención, porque deseo ser ese alguien. Todas las mujeres con las que estuve, ninguna fue tan complicada como tú, ninguna sabía lo que iba a hacer o decir y no sé porque tú estás destinada a saberlo. Soy famoso y no importa cuántas ofertas tenga, solo deseo a una, deseo una respuesta tuya. Esa sería el regalo de cumpleaños que nadie puede darme, tú.
La voz de Nick se apaga con un intenso jadeo, ha hablado sin parar y su declaración me sonroja, siento mis mejillas estallar, las lágrimas bajan sin parar, odio llorar porque parezco una demente. No importa lo mal que luzca, así le gusto.
-Te faltó decir que eres un idiota por no decírmelo antes y yo sería más idiota si no digo un ‘si’ –parpadeo para dejar caer las últimas lágrimas para así poder ver mejor a Nick.
Su reacción es algo que esperaba, me toma en sus brazos, dándome un abrazo tan fuerte que me calienta demasiado rápido. Se aparta de mí y empieza a quitar la nieve de mi gorro y de mis hombros.
-Se está derritiendo y no te quiero ver enferma.
Asiento frenéticamente, somos desiguales pero somos el complemento mutuo.