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Estoy nerviosa, muy nerviosa. No quiero hacer esto. No quiero dejarlo... ¡Qué imbécil! Debería irme a la otra parte del mundo y quedarme sola para ya no herir a nadie más. Odio tener estos sentimientos de culpa. Pero su felicidad es lo que más deseo. Soy egoísta, soy muy egoísta conmigo misma. Pero si me quedo, seré egoísta con él, no lo merece, no merece que alguien como yo juegue con su felicidad.

Bajo lentamente del auto sin importar que esté lloviendo torrencialmente. Una vez que estoy frente a la puerta, entro y quito mi chaqueta. Voy hacia la sala, pero está vacía. Todo está en absoluto silencio. Tomo gran cantidad de aire a medida que inspecciono a mi alrededor.

—¿Christian?

Camino hacia la cocina, pero tampoco hay nadie. Voy hacia el pasillo y entro a su oficina. Me detengo en la puerta al verlo recargado en su escritorio con la vista fija en el piso.

—Hola... —Digo avanzando hacia él.

Sus ojos se clavan en los míos rápidamente y me hace correr frío por la espalda hasta que detengo mis pasos.

—Sólo dime una cosa —camina hacia mí y me acorrala entre el escritorio y él— ¿Qué has ido a hacer en casa de nuestra madre?

Trago saliva y lo miro a los ojos. Voy a ignorar el hecho de que no tengo idea de cómo demonios se ha enterado. Llegó el momento de actuar, llegó el momento de dejarlo libre... llegó el momento de que sea feliz.

—Fui a decirle que ya no es necesario que siga intentando alejarnos... porque lo nuestro ya se terminó. —Digo finalmente.

Él parece no estar sorprendido con mi respuesta. Estoy nerviosa y asustada.

—Lo he pensado y es verdad lo que dice mamá... —continúo— esto no tiene futuro y.... y-ya no estoy segura de amarte como antes.

Mis piernas tiemblan. Todo mi cuerpo se siente débil. Mi estómago duele y el pecho parece querer estallar. En cambio, él se mantiene serio y tranquilo frente a mí.

—Mientes. —Dice sin dejar de mirar mis ojos.

¿Acaso está analizándome?

—No. —Niego tratando de parecer decidida.

—Me amas.

—Ya no estoy tan segura de eso, Christian...

—Si de verdad ya no sientes lo mismo por mí, bésame.

—¿Qué?

—Sólo bésame y demuéstrame que no me sigues amando.

¿Cómo diablos quiere que haga eso si estoy dando todo de mi para no desvanecerme a sus pies?

Miro sus labios y todo mi cuerpo comienza a temblar. Sus labios se pegan a los míos y me besa con intensidad. Mi cuerpo se maneja por sí solo. Tomo su rostro entre mis manos y profundizo el beso. No me creerá jamás si lo beso de esta forma, pero no puedo contenerme. Es una maldita droga que me tiene completamente presa.

Nos separamos sólo unos centímetros en los que él pega su frente a la mía.

—No puedes mentirme Emma, y menos con eso.

—No... ya no siento lo mismo que antes.

—¿Estás bromeando?¡ Me has besado como si tu vida dependiese de eso!

—Sólo es la despedida... me iré ahora. Es lo mejor para ambos.

Me aparto de él dejándolo sólo. Salgo de la oficina rápidamente y siento que caeré si no llego cuanto antes al auto. No alcanzo a llegar a la puerta principal. Siento su mano tomar mi brazo y voltearme rápidamente. En cuanto lo tengo frente a mí vuelve a tomarme aprisionándome contra la pared. Sus labios envuelven los míos con desesperación, y soy tan débil que no puedo ignorar que también lo necesito.

¿Por qué no puedes ver que esto es por tu bien, imbécil?

—No puedes hacernos esto, Emma. No puedes estar sin mí y yo no puedo estar sin ti... no lo hagas... Te amo... por favor, no lo hagas... —Junta su frente a la mía mientras nuestras respiraciones se normalizan.

—Lo siento, pero no puedo seguir contigo si ya no siento lo mismo.

—¡No me mientas! —alza la voz y golpea la pared detrás de mí— ¡Me amas!

—No... n-no estoy segura de que esto sea amor.

El nudo en mi garganta se hace cada vez más doloroso. No me deja respirar. Me alejo de él quitando su brazo de mi camino el cual se cae a su lado sin fuerzas y avanzo hacia la puerta. Antes de salir, lo miro por última vez. Él gira hacia mí y veo sus ojos cristalizarse después de mucho tiempo.

—Dijiste que esto era para siempre. —Susurra.

Mi pecho parece recibir un disparo. Ansío correr hacia él y abrazarlo. Lo veo tan frágil que si llego a tocarlo se romperá en mil pedazos. Tomo valor y salgo de la casa sin responderle. Corro hacia el auto y una vez dentro acelero sin ser capaz de ver por las lágrimas que cubren mis ojos.

Tal vez sea una imbécil, pero es por su bien. Podrá superarme, podrá ser feliz, podrá enamorarse de alguien más. Lo sé, él es fuerte y lo hará.

Es libre ahora.

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UtopiasAmina


M.H ~Parte 1 -2 -3 ~ [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora