Sueño - Parte 5

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Intenté quitarme los confusos pensamientos que estaba teniendo mientras corría junto con Eri, pero no era capaz. Aquello solo hacía que aumentarán con más intensidad, lo que me provocaba un pequeño dolor de cabeza.

¿Por que, al salir del bosque, me había convertido... en aquella cosa...?
¿Como es que había tantas hortensias?
¿Quien era la extraña chica que estaba al lado de aquellas flores?
¿A donde debía ir ahora...?

¿Que debía hacer...?

Haciéndome esa última pregunta, y viendo mi cansancio, decidí parar de correr. Eri acabó haciendo lo mismo, mientras me miraba con sus ojos felinos. Yo sonreí al verla, ya que, a pesar de todo, su mirada siempre me daba esperanza.

Puse mi vista en frente y pude apreciar que habíamos llegado a una especie de casa, aunque no parecía que viviera alguien allí. Estaba muy vieja y mal cuidada. Había partes que no estaban arregladas, y otras que se iban deteriorando. Aparte, toda la casa estaba rodeada por enredaderas de las plantas, que crecían flondosamente.

A pesar de que parecía que allí no iba a ver nada, decidí echarle un vistazo, acompañada por mi fiel gata.

Avancé hacía la casa, y tome el pomo de la puerta. Ya estaba abierta, así que pude entrar con bastante facilidad. Luego observe el interior de la casa, mientras sentía crujir el suelo de madera mientras caminaba. No había casi ningún mueble, excepto algún sofá completamente roto y alguna mesa y silla, rotas y llenas de agujeros. Parecía que no había nada que llamase la atención.

Hasta que miré hacía la ventana.

Parecía ser que era la única ventana que había, ya que no había visto ninguna más. Los rayos de sol entraban por ella, no sólo iluminando la casa, sino también mostrando la figura de una niña.

Sus cabellos eran largos, de color blanco, y estaban recogidos en dos trenzas, dándole un aire infantil. Llevaba de indumentaria el típico traje escolar, compuesto por una camisa blanca, una falda azul oscura, unos zapatos negros y unos calcetines largos y blancos. Y sus ojos... No pude llegar a ver de que color eran, ya que los tenía cerrados.

Aquella niña estaba completamente dormida.

La miré, algo confusa. ¿Que hacía allí?
Quizás también le había pasado lo mismo que a mi...
Me apené al pensar eso. Ya estaba sufriendo con lo que me estaba pasando, y que le ocurría también a más personas...

No, sin duda no me gustaba aquel pensamiento.

A pesar de que suele ser de mala educación, decidí despertarla. La moví un poco, pero seguía sin abrir los ojos. Lo volví a hacer con más rapidez, pero no conseguí nada.

"Si que tiene un sueño profundo..." pensé para mi misma.

Después de eso, la solté, y volví a mirarla. ¿Cuanto tiempo se abría quedado dormida? Suponía que tampoco mucho, pero no estaba segura. ¿Y si se había quedado dormida días allí? ¿Acaso no tendría hambre?

Pero que tonterías estoy diciendo...

Justo en medio de mis pensamientos, escuchó un ruido, concretamente el abrir de la puerta. Alguien estaba entrando allí.

Quise esconderme, pero la persona fue tan rápida que no me dio tiempo. Además, al ver a la persona, supe que tampoco tenía necesidad de esconderme.

Era Ana, la primera chica que había visto en aquel bosque. También estaba acompañado por su gata, Lía.

Solté un suspiro de alivio. Menos mal que solo era ella. Aunque me extrañaba que estuviera aquí...

-¿Y tú qué haces por aquí?- le pregunté a Ana.

-Eso mismo te iba a preguntar a ti...-

Luego, Ana dirigió su mirada hacia la chica dormida, y no sólo se sorprendió. Pude notar  también una expresión de pena en su rostro.

-Oh, no...- murmuró con un hilo de voz.

¿Oh, no? ¿A que se estaba refiriendo con eso?

De repente, Ana fue hacía la niña y la cogió en brazos. Yo la miré extrañada. ¿Acaso se la iba a llevar? ¿Porque hacía eso? ¿Y a donde se la iba a llevar?
Tenía millones de preguntas, pero no pude llegar ni hacer una sola.

-Ven conmigo.- murmuró Ana, mientras se llevaba a la niña lejos de aquella casa.

Yo la seguí. Sin embargo, aún quería hacerle preguntas.

-¿Porque-?-

Antes de que pudiera decir una palabra más, Ana me interrumpió.

-Te contaré todo lo que quieras luego. Ahora tenemos que darnos prisa.-

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Ya habíamos caminado un buen rato, tanto, que casi se estuvo a punto de poner el sol. Sin embargo, en ese momento, llegamos. Me encontraba muy agotada, y Ana me dijo que podía sentarme. Pero yo me negué a su amable petición. Quería saber el motivo por el Ana se llevaba a la niña consigo.

Y la respuesta me sorprendió.

Caminó hasta llegar un sitio en el que los árboles lo tapaban casi por completo. Estaba algo oscuro, ya no pasaban muchos rayos de sol. De todas formas, podía ver perfectamente lo que estaba pasando delante de mis ojos.

En aquel sitio del bosque había miles de niñas dormidas.

Yo las observe, sin saber bien como reaccionar. ¿Acaso Ana estaba haciendo una especie de colección? Aquel pensamiento me puso los pelos de punta. Esperaba que no fuera por eso. Sin embargo... ¿Por que...?

-Yo... Se que esto parece muy extraño... Y no quiero que tengas pensamientos equivocados, así que...-

Ana dejo a la chica dormida de trenzas blancas acostada en la hierba, junto con las demás. Después, me miró finamente a los ojos con decisión.

-Te lo explicaré todo. Solo pido que me escuches, por muy extraño que parezca.-

Cuento DibujadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora