Capítulo 1

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- Padre no deseo casarme.
- ¡Tonterías!, ya cumpliste 22, no diré más.
-Madre
- Brisa estoy de acuerdo con tu padre, el Conde Camil es un buen hombre, has convivido con él en diversos bailes, cenas, en las reuniones de Catalina.
- El Conde Camil busca conversación pero eso no me hace su amiga, ni su enamorada.
- Se casarán en tres meses a pesar de que yo he pedido que sea en menos tiempo. El conde está consciente de la ausencia de tus afectos.- Brisa era una mujer de piel blanca cabellos negros, ojos oscuros en medio de la sencillez de sus rasgos era sencillamente especial.
- Entiendo...-No dijo más, aunque sus ojos de cristalizaron, se fue con pasó lento a su habitación al final de las escaleras. No se tumbo en la cama a llorar, cuando entro en su habitación se dirigió a la ventana, dejo caer lágrimas de desconcierto; su futuro estaba decidido.

El compromiso se anuncio con una gran fiesta. El conde llegó ese mismo día de Londres. Era un joven sencillo que desde que puso su atención en Brisa, supo que quería casarse con una chica noble y sencilla. Camil era un hombre de estatura media de gran porte fornido, de cabellos castaños casi rubio, ojos claros, era sencillo y atractivo a la vista de cualquier chica alegre, algo tímido en algunas cuestiones pero lo superaba pues era del gusto de su madre socializar.

-Sir Rustey le agradezco mucho que me ayudará con la srita. Brisa para que se realice nuestro enlace. Camil sostenía la copa de vino con la cual se realizó un brindis con su futuro suegro.
- Eres un buen muchacho. Aunque tu posición no fuera tan favorable veo que en realidad la quieres. - Dijo Sir Rustey, sabía que su hija estaba renuente al amor probablemente por algún mal de amores. Camil se despidió dejando a su paso por el corredor el aroma de su perfume haciendo suspirar a las chicas del servicio, comentaban entre ellas lo afortunada que era la Srita. Rustey.

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Las amonestaciones corrieron rápidamente y el compromiso de Brisa con el conde llegó a oídos de Ruben Shork este se sintió herido pues en realidad pensó que ella jamás dejaría de amarlo, y no pararía hasta constatar que sus sentimientos por él no desaparecerían. Probablemente le obligaron se dijo.

La esposa de Rubén era una mujer demasiado delgada con una nariz poco agraciada, escuálida y con un carácter verdaderamente difícil.

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En la parroquia, salía Brisa una semana antes de la boda al lado de su doncella Tina, llevaba un sencillo vestido de rayas rosas con blanco que hacían lucir más estilizada y su piel lucía radiante.

Los días de Rubén se llenaron de añoranza al notar que Brisa Rustey seguía siendo la chica sencilla de gestos amables. Paso días buscando obtener información de sus actividades.

- Buenos Días srita Rustey. Brisa perdió el color y su aspecto se tornó pálido, no le contestó el saludo pues ya tenían sus vidas en diferentes sitios pero sus ojos le delataron a Rubén que no le era indiferente y se fue satisfecho sabiendo que le amaba. Brisa rápidamente se alejó del lugar muy intranquila. Rubén con esa satisfacción su corazón negro pensó que quizá podría tener un encuentro antes de su boda y hacerla su mujer antes que el conde, hacerla su amante después del matrimonio y su vida tendría alegría, aunque tan sólo pensar que tendría que compartirla con otro le llenaba el corazón de amargura.

Ruben era un hombre vil y egoísta, nunca fue diferente, pero supo enamorarla, ella era digna y sus principios no la dejaron caer en las astucias de aquel farsante, pero le robo el corazón y su vida después de él, jamás volvió a ser la misma.

Ruben llegó sonriente a su pequeño infierno, su esposa embarazada lo esperaba con impaciencia. Siempre sucedía más o menos lo mismo reclamos sobre su falta de consideración su dureza al hablar, su terrible soledad por la cual terminaba cumpliendo él con sus deberes de esposo.

La Vida Después De Una Traición (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora