Tai-Lung miraba al lobo, analizándolo. Qiao notó de reojo que la wakizashi de Sonido estaba a buena distancia de él, por lo que tal vez no podría defenderse si atacaban los dos combinados, sólo que le preocupaba el control del aire del Inmortal. No sabía con certeza cuánto dominio tenía sobre éste, y pese a que su fuego se sobreponía al aire, si Sonido creaba un vacío a su alrededor, no habría oxígeno para la combustión.
—¿Qué tenemos? —preguntó Tai-Lung.
—Su nombre es Sonido —respondió Qiao—, controla el viento y las ondas de sonido. Con esa flauta que ves ahí puede paralizarte; tal vez controle los impulsos nerviosos del cuerpo, aunque no estoy segura.
Tai-Lung asintió.
—¿Planes?
—No morir. Me parece un muy buen plan.
Tai-Lung bufó y se lanzó al ataque. Bien. Qiao se propuso a usar el tiempo que él le consiguiera para idea una estrategia. Fuego... Tenía que encontrar la forma en la que aprovechar el viento de Sonido para así aumentar sus llamas. Había que ser justa en la proporción.
Qiao concentró el Chi en sus brazos, al tiempo en que lo hacía con fuegos; sus flamas brillaron de un rojo sangre intenso. Al cabo de instantes, sus brazos se perdieron en fuego. Tai-Lung le dio una patada de empeine a Sonido, que éste bloqueó con un brazo, creando una brecha para ella.
Qiao rugió, arrojando un chorro de fuego hacia ellos, sin preocuparse por hacerle daño a Tai-Lung, en los dos días que hubieron durado entrenando mientras el Guerrero Dragón y la maestra Tigresa no estaban, él logró adquirir la Bendición del Fuego, haciéndose ignífugo. Tai-Lung se tiró al suelo, dejándole pasó a la llamarada.
Sonido, no obstante, se encorvó como si sacara una espada, y en sus patas se arremolinó aire. «No podrá parar una segunda», pensó Qiao, lanzando una segunda bola de fuego. El viento alrededor de Sonido empezó a sisear, a presión, formando un tornado a nivel de los pies de él. Cuando la primera llamarada estaba por impactarlo, el Inmortal levantó una pata al cielo con los dedos extendidos y la bajó de un tajo, simulando un corte con una espada. La presión del aire bajó tan rápido que se le taponaron los oídos a Qiao, antes de que ambas bolas de fuego fueran divididas en dos y se disiparan en el aire.
«Imposible», se sorprendió Qiao. Tai-Lung se puso de pie, sorprendido. Sonido los miraba con burla, casi instándolos a que hicieran algo más para divertirlo. Con un ademán, invocó los vientos e hizo que le trajeran su wakizahi. Hacha con ella, Sonido se envolvió en aire: sus brazos enteros se arremolinaron en pequeños vendavales que se condensaban y unían en sus patas. «Está creando un vacío —pensó Qiao— para poder inutilizarme».
Bueno, si él se ponía serio, ella lo haría también. Una mirada rápida a Tai-Lung le dijo que le hiciera tiempo, a lo que él asintió. Al lanzarse en pos de Sonido, Qiao empezó a canalizar gran parte de su Chi en la palma de sus patas, tanto que éstas parecían sangrar.
Entonces atacó.
Tai-Lung la tenía complicada, pese a intentarlo con la maestría y ferocidad que naturalmente poseía, los golpes y patadas que lanzaba al lobo no llegaban a conectar ya fuera porque Sonido los esquivaba o porque el aire que lo rodeaba interfería con la posición de ataque del leopardo. Qiao esperó, patas en ristre, a esperar el punto de entrada. Todo tornado tenía un punto frágil, más aún si Sonido se movía para esquivar los ataques.
Tai-Lung saltó para conectar una patada descendente y el tornado en torno a Sonido, se elevó para protegerlo. «Ahí». El primer golpe de Qiao con la palma abierta fue en un antebrazo, quemándole el pelaje al Inmortal, el segundo al rostro, el tercero al estómago, el cuarto al cuello. Las rodillas estaban flexionadas y la cadera un poco girada para imprimir más potencia en las palmadas. Una, dos, tres, cuatro; giraba, doble palmada. Tai-Lung aprovechó que el tornado se disipaba y empezaron, juntos, a repartirle puñetazos y palmadas a Sonido.
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Los Ocho Inmortales
RandomLuego de la batalla con Kai, Po, quien ahora es el nuevo maestro del palacio de Jade, se sorprende al leer una profecía en una piedra que cayó en un rayo en el jardín del palacio. Él, los cinco y Shifu emprenderán un viaje en busca de los tres guerr...