Capítulo 20

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Azul:

Desperté con la boca seca, intenté mover mi brazo para alcanzar la jarra de agua pero alguien me detuvo.

-Papá- dije al mismo tiempo que mis ojos se llenaban de lágrimas, no lo había visto desde mi divorcio, lo he extrañado demasiado.

-Ten- acercándome el vaso- bebe.

Me dio de tomar agua hasta que le hice una seña de que había sido suficiente.

-Solo recuerdo hasta el disparo- dije poniéndome cómoda- ¿Qué sucedió después?

-Max te salvó- ¿Max? – yo lo envié, Azul pusiste tu vida en peligro.

-Era por Maddie así que no me importo recibir una bala.

-Esa bala iba dirigida a ella- ¿Qué?- pero debido al disparo que le diste al médico falló su puntería, cuando la señora Lee se dio cuenta, ella misma lo mato.

-¿No que la señora Lee quería que ella pierda a su bebé?

-Pero eso no significa que quiera perder a su hija.

Continué hablando un buen rato con mi papá, extrañaba las largas conversaciones que tenía con él, yo antes había sido como su mano derecha por lo que éramos más unidos que todos, de niña él había sido mi mejor amigo, de adolescente había mi guardián, y de adulta había sido mi jefe, pero nunca había dejado de ser mi padre.

-¿Podemos pasar?- dijeron mis amigas asomando la cabeza por la puerta.

-Claro- mi papá las quería como si fueran sus propias hijas, por ello aceptó cuando pidieron recibir el mismo entrenamiento que yo, mis amigas eran únicas, nunca habían sido frágiles, pueden ser locas y alborotadas, pero jamás se quebrarían ante una situación de riesgo- vendré más tarde, tengo cosas que hacer, cierto, Max dice si puede venir.

-¿Max?- preguntaron todas, sí, Max era cinco años mayor que nosotras, él siempre fue el que nos defendía de los brabucones ya que teníamos prohibido defendernos nosotras, era como un disfraz, podíamos actuar como niñas frágiles, pero debajo del disfraz podíamos ser muy crueles, tenía el cabello negro y los ojos cafés, era muy guapo, y era el amor platónico de todas, incluyéndome, pero Max estaba casado con mi hermana Olivia, así que todas nos resignamos el día de la boda.

Papá solo sonrió y salió de la habitación.

-¡Azul!- habló Maddie abrazándome, ella nunca lloraba pero ahora parecía una Magdalena- No tenías por qué arriesgarte.

-Hey, una vez me dijiste que jamás encontrarías sirenas como nosotras, no podía perderte, no hay más sirenas Maddie.

-Nos preocupamos mucho Blue- dijo Nia- Selena ya estaba empezando a planear tu funeral.

-¿En serio?

-Bueno... - habló Selena- digamos que funeral, funeral, no, pero si estuve diciendo que te llevaría lirios a tu entierro.

-¡Selena!- riendo- sabes que odio los lirios.

-Exacto- riendo- gracias por despertar Blue.


Dylan:

Cuando me enteré que le habían disparado a Azul por poco y salgo corriendo para la clínica de Dan, pero mis padres y mis hermanos, incluyendo Calvin me impidieron el paso, ella tenía que descansar y estaban más que seguros que no la dejaría hacerlo.

-Maddie- dije al verla llegar, saque a Calvin y me puse en frente de ella- ¿Cómo está Azul?

-Tranquilo Romeo- sonriendo- ya despertó y está preguntando por ti- fue suficiente para mí, tomé el auto de Calvin y salí derechito para la clínica.

Cuarenta minutos después estaba entrando al estacionamiento, había venido un par de veces a la clínica, debido a que mi querido gemelo me pedía que le traiga documentos.

Pedí el número de su habitación, 304, iba repitiendo en mi mente, no quería olvidar ese número.

-¿Interrumpo?- dije al ver a Azul con un joven de cabello negro, era más o menos de mi tamaño, debo admitir que los celos aparecieron por mi mente.

-Hola- respondió Azul sonriendo, amaba su sonrisa- ven, te presento a Max Connor, es mi cuñado- me relajé inmediatamente- Max, él es Dylan, Dylan Taylor.

-Un gusto- hablamos al mismo tiempo.

-Bueno debo ir a ver a Olivia, te veré luego Azul- despidiéndose.

-¿Cómo te sientes?- le pregunté, aunque sonreía, se veía muy pálida.

-Me siento bien, pero no me gustan los centros de salud, ya sean hospitales o clínicas.

-¿Por qué?

-Porque perdí a alguien muy importante en uno- el dolor atravesó sus ojos por una fracción de segundo.

-Bueno, no hablaremos de cosas que te pongas tristes- tomando su mano, colocando el collar en ella- esto es tuyo.

-Gracias, no puedo colocármelo- frustrada.

-Permíteme- le coloqué el collar lo más despacio que pude, tenía miedo de lastimarla.

Ella sólo sonrió, no estoy del todo seguro si se está permitido dar besos en un centro de salud, pero sentía que el corazón se me iba a salir en cualquier momento, así que la bese.

-Creo que debería lastimarme más seguido- dijo tomando aire.

-Ni se te ocurra- volviéndola a besar- te quiero Azul Blue.


Azul BlueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora