Prólogo.

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Brazada. Gritos. Patada. Dolor. Brazada. Gritos. Patada. Dolor. Brazada. Gritos. Patada. Dolor.

La misma secuencia se repetía una y otra vez desde los últimos quince minutos. Mi cuerpo protestaba por el cansancio extenuante del que venía siendo esclavo.

Nadar era mi pasión en la vida. Una pasión que incluía sacrificios; como cualquiera, pensaba yo. Qué ilusa era.


Brazada. Gritos. Patada. Dolor. Brazada. Gritos. Patada. Dolor. Brazada. Gritos. Patada. Dolor.

Con cada movimiento mi cuerpo perdía cada vez más fuerza, pero mi propósito era más grande que el dolor que pudiera sufrir. Pensaba en todas esas cosas maravillosas que teníamos y tendríamos por vivir.

Última vuelta. Mi corazón latía con fuerza mientras con mis manos y piernas trataba de tomar más velocidad. No sé que es lo que le hayan dicho a él, pero no puedo perder, no es lo que quiero ni necesito hacer.

4 metros. Giro mi cabeza por un momento y lo veo en el siguiente carril. Llevo un poco de ventaja.

3 metros. Mis brazos se descordinan. Él me alcanza.

2 metros. Nado con más fuerza. No puedo más.

1 metro. Estiro mi brazo derecho con la última brazada que puedo dar. Suena la campana.

Meta. No quiero ver los marcadores. No quiero, tengo miedo de ver las nuevas reglas de mi destino.


CROWL | Justin BieberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora