¡Malditos sueños!

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Desperté, viendo el resplandor que se desprendía a mi alrededor, dándome cuenta de que no me hallaba en mi habitación.

¡Agh! Esto me está comenzando a fastidiar.

Observé a mi alrededor, viendo el jardín, grande y hermoso, en el que me hallaba. Había una variedad de flores de todos los colores: blancas, azules, lilas, amarillas, rojas. Decidí echar un vistazo a mi cuerpo, notando el vestido blanco sobre él; ajustado en mi busto y suelto debajo de este. En mis manos, unos guantes verdes y unas tijeras plateadas se encontraban allí: estaba cortando algunas flores.

Levanté mi vista, observando la gente a mi alrededor, trabajadores quizás, moviéndose de un lado a otro, organizando y llevando cosas entre sus manos. También pude apreciar que, cerca de nuestra casa, un bosque demasiado verde y frondoso se abría paso; parecía algo de fantasía. Ya puedo imaginar que, de noche, tendrá otra apariencia.

- ¡Mami! ¡Mami! - Me giré hacia donde había escuchado aquel llamado, viendo a un pelinegro, de unos cuatro años, corriendo hacia mí.

Mi pecho se hinchó de amor ante ese pequeño ser que corría, inclinándome a su altura para recibirlo entre mis brazos.

- ¿Dime, bebé? - Acaricié su mejilla con ternura y adoración, sonriendo ante su emoción.

- ¡Mira lo que hice! - Traía en su mano una hoja blanca con un dibujo colorido. Árboles, praderas, flores, nosotros; sonreí con orgullo, dando un toque suave a su mejilla sonrosada.

- ¡Es hermoso! Igual que tú. - Hice cosquillas en su barriguita, causando que riera con fuerza. Lo bajé con cuidado, quedándome a su altura, mirándolo con infinidad de emociones. - Ve con tu padre, mi cielo; sabes bien que debes estar adentro.

- Sí, mami. - Dejó un pequeño beso en mi mejilla y entró corriendo a la casa.

Sonreí, sintiéndome dichosa ante aquel pequeño que me llenaba de orgullo, levantándome del suelo, cruzándome de brazos; aunque mi felicidad no duró demasiado tiempo.

Al dirigir mi vista hacia aquel bosque tan frondoso, me encontré con aquel mismo hombre que me ha estado atormentando en mis sueños y los ha atormentado a ellos. No podía verlo con claridad pero sabía que su sonrisa era siniestra. Mi corazón latía con inseguridad dentro de mi pecho por causa de mi hijo. Mi pequeño tesoro.

No dejaré que te le acerques. No dejaré que lo toques.

********

Desperté en mi habitación con una sensación extraña que recorría mi cuerpo: parecía como si nos estuviesen vigilando, observando. Recorrí toda la habitación con mis ojos, en total quietud, sin encontrar a nadie. Suspiré con algo de rendición, sintiendo sus manos sobre mi cintura, mirando al hombre que tengo a mi lado: dormía plácidamente, con una sonrisa pequeña en su rostro; ¿quién diría que este vampiro duerme?

Me moví con cuidado, acariciando su rostro con la mayor delicadeza que podía tener, no queriendo despertarlo; sentía esta imperiosa necesidad en mi pecho de protegerlo, de amarlo, de estar para él.

Sonreí inconscientemente, viendo cómo sus bellos ojos se abrían y me miraban con una sonrisa torcida.

- Lo siento, no quise despertarte. - Mi voz salió en un pequeño susurro, impedida ante el hecho de no querer dejar de acariciar su rostro.

- Me gusta cómo se siente. - Sonreí, asintiendo. - ¿Otra pesadilla? - Negué.

- Esta vez no había terror. - Él comenzó a acariciar mi rostro, mirándome de manera expectante.

- ¿Puedo saber? - Asentí levemente, suspirando.

- Sólo soñé que me encontraba en un prado verde, lleno de flores de todos los colores. Era algo hermoso de ver. - Miré sus bellos ojos, recordando a ese pequeño, causando una sonrisa en mi rostro.

En La Oscuridad (Completa Y Corregida)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora