¿Tienes miedo?

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Thomas se acercó a mi puerta, abriéndola con una sonrisa; nuestras miradas chocaron, haciéndome sentir nerviosa. Si yo podía escuchar mi corazón, para él debía ser un concierto en vivo.

Sonreí de manera nerviosa, intentando sostener su mirada orgullosa y pícara.

Extendió su mano hacia mí, haciendo que la tomara; bajé del auto con su ayuda, viendo lo alto que seguía siendo, incluso con mis tacones, percatándome de que sus ojos recorrían mis piernas sin pudor alguno.

Sentía que mis mejillas ardían en fuego vivo por su causa.

- Te ves... - me miró de arriba a abajo, sonriendo con picardía - magnífica. - Sonreí con algo de pena.

- Tú te ves hermoso. - Su sonrisa se ensanchó, acercándose con lentitud, dejando un pequeño beso en la comisura de mis labios.

- Entremos. - Susurró sobre mis labios.

Asentí, sintiendo cómo Thomas pasaba uno de sus brazos alrededor de mi cintura, pegándome a su cuerpo.

Al entrar al gimnasio, todo se veía diferente a lo que habitualmente estaba acostumbrada. Las luces moradas, azules, rojas y blancas, podrían marear a cualquiera que no las soportara; aunque le daban al lugar una sensación de disco, un poco anticuada.

La música era muy variada; supongo que para complacerlos a todos.

La mesa del Dj se encontraba al otro lado de donde se encontraba la entrada y, en el centro, la pista de baile que ya se hallaba llena de chicos bailando como locos y sudando como caballos.

A los costados habían varias mesas largas con pasabocas y bebidas sobre ellas; también pude percatarme que habían unos cuantos profesores en los alrededores, vigilando todo y a todos por igual.

- ¿Quisieras bailar? - Me estremecí al sentir los labios de Thomas pegados a mi oído.

- No es que sea una experta bailando. - Lo miré con arrepentimiento, viendo que sonreía, levantando uno de sus hombros.

- No necesitas ser una experta, sólo dejarte llevar por la música. - Asentí con algo de nervios, siendo guiada por él hacia la pista de baile.

No sé cómo lo hizo pero logró abrirse paso a través de los alocados estudiantes, donde habían chicos de otros cursos bailando por igual. Thomas se giró para quedar frente a mí, colocando mis manos en sus hombros con suavidad; las suyas se acomodaron sobre mi cintura y comenzamos a movernos a un ritmo lento y pasivo, haciéndome sonreír con confusión.

- ¿No es algo lento para la música que suena? - Levantó sus hombros, restándole importancia.

- No me importan ellos, me importas tú y el tiempo que pase contigo. - Sonreí, complacida ante sus palabras, suspirando como tonta enamorada.

Acomodé mi cabeza sobre su hombro, sintiendo cómo apretaba el agarre alrededor de mi cintura.

Me sentía feliz de estar con el hombre que amo; me sentía completa entre sus brazos. No podría imaginar mi vida sin Thomas junto a mí; sería una vida monótona y sin alegría.

Aunque ahora me pregunto: ¿cómo pude ser feliz sin él? Y no hablo del hecho de que yo no me pueda hacer feliz, sino de alguien que me complemente. Supongo que a todos nos llega la hora de encontrar a esa persona que cumple tus expectativas, que alegra tu vida y le da un color diferente a todo lo que ves. Una persona que llega para encajar como pieza de rompecabezas y desordenar un poco el mapa de tu vida.

Suspiré satisfecha entre sus brazos, uniéndome más a su hermoso cuerpo. Sentí su mejilla reposar sobre mi cabeza y sonreí.

- Thomas... - Esperé unos segundos.

En La Oscuridad (Completa Y Corregida)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora