Me enloquecí.

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Escuché su suspiro frustrado mientras me soltaba con rapidez para, al segundo siguiente, verlo abrir la ventana de mi habitación y saltar por ella sin vacilación.

¡¡Oh, Dios, se mató!!

Me acerqué con rapidez a la ventana, asomando mi cuerpo a través de ella, pero no logré encontrarlo por ningún lado. ¿Qué carajos fue eso? ¿Qué acaba de suceder? Creo que perdí la cabeza definitivamente.

Papá, mamá, ya pueden meterme a un manicomio; estoy teniendo delirios graves e irreales.

Cerré mi ventana con rapidez, alejándome de ella, sin dejar de mirarla. ¿Estoy soñando? Eso es imposible; no llegué a casa esta tarde, ni me he acostado a dormir en ningún momento. Sólo queda una cosa por hacer, lo único que se me ocurre: pellizcarme.

Uní mis dedos sobre mi brazo izquierdo, dando un fuerte pellizco sobre este, un pellizco tan brusco que casi grito por el dolor infligido sobre mi piel.

Qué violenta, Camila.

Me sobé el brazo con rapidez, decidiendo que no pensaría más en eso. Saqué una pijama de mi armario y me cambié con rapidez; esta estaba compuesta por un pantalón largo y una blusa manga larga, ambas prendas de color beige. Apagué la luz de mi habitación, dirigiéndome a mi cama, quitando el cobertor, acostándome en ella, relajando cada parte de mi cuerpo.

Me quedé dormida después de unos minutos, en los que pude relajar mi cuerpo.

******

Abrí mis ojos, sintiéndome confundida al ver que me encontraba acostada sobre el suelo frío, en medio de la nada, rodeada de árboles gigantes que no dejaban entrar demasiada luz al lugar. Me sentía algo nerviosa e intranquila, preguntándome ¿dónde estoy y cómo llegué aquí?

Me levanté con suma lentitud de aquel suelo, sintiendo el frío helándome los huesos, erizando mi piel.

Comencé a caminar hacia algún lugar, evitando tropezar con alguna rama que me hiciera caer, lastimando mi cuerpo en el proceso; no quería tener que explicarle a mis padres las heridas de mi piel sin tener ¡ni la más remota idea de porqué estoy aquí!

Suspiré con frustración al sentirme perdida; lograba escuchar ruidos a mi alrededor, sin saber de qué lado provenían. Me estaba comenzando a sentir algo atemorizada. Ni siquiera puedo decir que logró reconocer el lugar porque no lo hago.

Sentí una brisa helada pasar y despeinar mi cabello, causando que me abrazara a mí misma, pero lo peor de todo, fue escuchar aquel susurro que me heló la sangre.

- Hey... - Me detuve en seco y tragué saliva con fuerza, mirando a mi alrededor.

- ¿H-hola? - Ahora parezco chica de película, que pregunta si hay alguien ahí y el asesino viene y la mata, ¡genial!

Cierra el pico, Cami, no sabemos qué o quién esté por aquí.

Decidí seguir avanzando, ignorando el pulso acelerado de mi corazón o las ganas tan terribles que tenía de hacerme bolita en el suelo y llorar con desconsuelo.

- ¿Sabes en lo que te metes? - ¡Pues espero que no sea más adentro de este miserable bosque!

Seguí avanzando en silencio, con los vellos de mi cuello más parados que una erección. ¡Agh, qué asco, Camila! Demasiado tiempo junto a Alicia y sus comentarios sexuales.

Miré a mi alrededor, queriendo hallar algo, cuando me pareció ver una persona a mi lado izquierdo, totalmente quieta; aunque no lograba distinguirla bien. Decidí acercarme, deseando hallar a alguien que me ayude a salir de aquí.

Comencé a avanzar con cierta rapidez hacia esa persona, esperando y rogando porque no fuera un asesino serial. El problema fue que mientras más me acercaba, esa persona más se alejaba de mí. Comencé a correr con desesperación pero mis pasos me parecían demasiado lentos y torpes, como si estuviese dentro de una película en cámara lenta.

En La Oscuridad (Completa Y Corregida)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora