Capítulo 44

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Capítulo 44: "Venezuela – Secuestrados"

  Al bajar del avión, en el aeropuerto de Maiquetía, tuvimos que esperar al menos tres horas por un taxi.

- ¿Cuánto más estaremos aquí? – Preguntó Zac mientras esperábamos al taxi en la carretera que nos llevaría al hotel

- Seguro ya llega – Le dije a Zac mirando el mapa en mi teléfono, y un chico interrumpió

- Hay mucho bululú aquí, ¿No? y uno de vaina y respira. Ni siquiera en la cola del Mercal paso tantas vainas – Dijo secándose el sudor con el dorso de su brazo haciendo que Zac gire a verme con un "¿Qué?" en sus labios, yo me reí y encogí los hombros – Y el calor está arrecho. ¡Naguará! Casi me asfixio, ¿A dónde van, chamos?

- Disculpa, no sé mucho español – Sonreí haciendo que el asienta riendo

- ¿Tienen un lugar para quedarse?

- Vamos camino al hotel, esperando – Señalé la carretera, él asintió

- Podemos ir por la carretera vieja – Mencionó Zac mirándome, yo giré a ver al chico

- ¿Podemos uhm... Ir por la carretera vieja? – Le pregunté señalando mi celular, el chico empezó a reír y negó

- Gabriel fue por esa carretera la otra vez y no lo he vuelto a ver

- ¿Quién es Gabriel? – Le pregunté

- Exacto

Yo alcé una ceja y el chico comenzó a reír, ¿Este chico no paraba de reír o qué?

- No chama, es broma. Vamos, yo los llevo. Pueden quedarse en mi casa – Dijo

¿Confiar o no confiar? Esa es la cuestión.

- ¿Alguna vez te quedaste en la casa de un extraño? – Le pregunté a Zac sonriendo, Zac me miró y negó – Bueno, siempre hay una primera vez para todo. ¿Qué es lo peor que nos puede pasar?

- ¿Qué nos secuestren y nos dejen en pedazos en una zona alejada a la civilización? – Susurró Zac, me había llamado para hablar en privado y yo me crucé de brazos

- Nos están dando un lugar para quedarnos

- O para matarnos

- ¡Zac!

- ¿Si, Abby?

- Bueno, ya he hecho esto muchas veces, yo voy. Si tú no vas, te quedas aquí. ¿Vamos o no?

Ladeó el labio, piso un par de veces y bufó.

- ¡Bien! Pero si nos pasa algo, será tu culpa – Sonreí y salté a abrazarlo

- Gracias – Sentí una risilla y giré a ver al chico. Aclaré la garganta y solté a Zac

- ¿Son novios?

- Si – Reí avergonzada

- ¿Qué dijo? – Me preguntó Zac

- Nada, nada – Agité la mano con desdén mientras subíamos al taxi "pirata" como había dicho el chico

El trayecto comenzó con completo silencio. Hasta que alguien interrumpió, de nuevo.

- Soy José, por cierto – Dijo sonriendo

- Yo soy Abby, y el es Zac – Mencioné señalándonos

  Según José, ir por la carretera vieja abarcaba también pasar por las zonas más pobres y el olor a gasolina empezaba a marear a Zac que había tenido un par de arcadas por la movida del auto. El chofer le había dado una bolsa y había sugerido que también podía abrir la ventana y... Vomitar. Así que mientras José hablaba alegremente sobre lo que hacía en la vida, tenía a Zac enfermo a mi lado con arcadas.

  José contaba que había salido de su casa cuando tenía dieciocho para "buscar su propia vida", así que vivía con su compañero de piso y estaba planeando ir de vacaciones a una isla llamada Margarita.

  En cuanto José mencionó eso, Zac volvió a repetir que nos querían secuestrar y mucho argumento que ignoré por oír las historias del muchacho que apenas entendía.

Porque no solo hablaba un español que no entendía, hablaba rápido.

Y hacía calor.

Y sonaba una extraña canción sobre alguien bailando con física y química. O al menos eso entendí.

  Había leído mucho sobre los problemas que tenía Venezuela, pero sabía que era un país hermoso.

  Al llegar "sanos" y salvos y con una extraña canción pegada en mi cabeza, bajamos del taxi siguiendo a José que nos guiaba a la parada del metro que nos llevaría a su departamento.

  Luego de una travesía de al menos ocho horas contando el viaje de México, por fin teníamos un lugar donde dormir.

- Lo siento chamos, solo me queda una habitación - Sonrió rascándose la cabeza. Sonreí y asentí; Nos estaban dando un lugar, no podíamos ser malagradecidos

- Gracias José – José salió de la habitación y Zac corrió a ponerle seguro a la puerta. Yo lo miré y rodee los ojos - ¿Puedes sacarte esa idea de la cabeza? ¿Quién te querría secuestrar?

- Abby, bonita, escúchame bien, ¿Me ves? Cualquier persona querría secuestrarme. Debo estar solicitado en el mercado negro – Yo alcé una ceja y caminé a mi maleta

- Bien, si me disculpas, iré a ducharme

  José nos había dejado la habitación "principal" que nadie usaba porque era más grande y así evitaban pelear. Por lo tanto tenía el baño privado.

  Luego de alistarme y salir vestida con un pijama más cómodo que constaba de un simple pantalón corto y una camiseta gigante con un dibujo de Jim Carrey que había conseguido en Los Ángeles y me había enamorado completamente de ella.

Salí para que Zac se duchara y saliera con un pantalón.

Sin camisa.

- Bailando, Bailando – Cantaba él la canción que habíamos escuchado en la radio del taxi tomando su celular de la cama y recostándose a mi lado – Creo que se llama "Enrique Iglesias"

- ¿Quién?

- Él que canta la simpática canción – Dijo tranquilamente mientras hacia algo en su teléfono

- Buenas noches, Zac – Dije y dejej mi teléfono en un mesa al lado de la cama

- Buenas noches, Abbs – Apagó la lámpara y todo quedó en completo silencio 

Nunca me DejesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora