Justo en el medio del valle de las sombras y la cueva de cristal existe un bosque muy poblado, donde muchos animales crean sus hogares. Este gran lugar es llamado "Bosque Frondoso". En él, la variedad de plantas era tanta, que ninguna de las especies de animales que habitaban en él podía quedarse sin alimento, siempre era cuestión de unos minutos de caminata y tomar el fruto de ellos.
Era normal ver a cada familia recolectar frutos diferentes, pues todas tenían gustos distintos. Los animales más pequeños se encargan de los arbustos más bajos y los grandes de los árboles más altos, como las bananas y naranjas. En este hermoso bosque todos se ayudan, sin embargo, hay un simio al cual no le gusta hacer nada, prefiere tomarse el día sólo para dormir y comer, sus hábitos preferidos; su nombre es Yoko, el abuelo de Goking y Cilia. Él siempre disfrutaba de las bananas que su hijo traía, pero no hacía nada para ayudarlo a conseguirlas.
Un día, los padres de Goking y Cilia tuvieron que salir de viaje, así que el abuelo quedó encargado de recolectar la comida y cuidar a sus nietos. Cuando Yoko se acerca al almacén donde guardan la comida logra notar que solo había once bananas, por lo que hace un gesto de fastidio y revuelve sus ojos, agarra tres y se marcha ignorando la falta de comida. A la mañana siguiente vuelve a ir al almacén y observa que ya solo quedan cuatro, toma una, se la come y nuevamente se acuesta a dormir. Al anochecer es despertado por sus nietos, que ya tenían mucha hambre y no tenían qué comer, las únicas bananas que quedaban ya se las habían comido.
La noche cayó y los estómagos de los dos hermanos estaban completamente vacíos, molestos hablaron con su abuelo para que les buscara comida, pero él no quería, le gustaba la facilidad de que su hijo las trajera para él; en ese momento los dos pequeños simios decidieron salir en busca de su comida; en el camino, la luz de la luna permitía que observaran con claridad los grandes árboles y pequeños arbustos, así que recolectaron varias bananas y algunas naranjas. Al llegar a casa, guardaron lo que habían conseguido por su cuenta lejos de donde su abuelo pudiera llegar, pues no pensaban compartir lo que él no había ayudado a conseguir.
Al otro día, Yoko se levanta, va hacia el almacén y se da cuenta de que está completamente vacío, enojado, toca su estómago que acababa de gruñir y de nuevo se acuesta a dormir. Horas más tarde, es despertado por el ahora violento e ineludible rugido de su estómago, ya no podía más con toda el hambre que sentía, así que fue a rogarle a sus nietos que le dieran algo de comida, pero ellos se molestos por su ineficiencia, así que se negaron y se fueron dejándolo solo.
Triste y hambriento, el viejo simio salió por primera vez en toda su vida a recolectar fruta. Todos los animales estaban sorprendidos, era una situación que creían nunca ver. Yoko recolectó un saco de bananas, naranjas y otro de manzanas, de inmediato les llevó fruta a sus nietos, que sorprendidos y emocionados, aceptaron el esfuerzo de su abuelo con un gran abrazo.
Moraleja: Nunca debes evadir tu responsabilidad, ni por muy fácil que sea.
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Fábulas Animales ©
Historia CortaUna gran colección de fábulas para niños, ambientado en un pueblo llamado Bosque Frondoso, en el cual varios animales se tornan en diferentes situaciones y buscan una solución, enseñándole al final una reflexión al lector. © Todos los derechos reser...